La opinión sobre el aborto de María Pombo y otras polémicas de las influencers

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A los influencers no les pagan por hablar ni por opinar, aunque a veces a ellos les apetezca hacerlo. No es ningún secreto que estos muchachos no son precisamente unos prodigios intelectuales, por lo que no es extrañar que metan la pata con cierta frecuencia. O, simplemente, que sus palabras sean polémicas o mal interpretadas o poco afortunadas en un momento dado. Por supuesto que cada uno debe poder decir lo que le venga en gana, pero teniendo cientos de miles, o incluso millones de seguidores, las repercusiones no se hacen esperar. Es el caso, por ejemplo, de la madrileña María Pombo.

Los influencers son un espécimen social relativamente reciente. Cierto que antes existían los modelos y otras figuras del mundillo rosa, pero no se trata exactamente de lo mismo. Esos personajes del mundo predigital dependían de un tercero para poder expresarse: una revista del corazón, un programa de televisión o lo que fuera. Ahora los influencers, por así decirlo, tienen línea directa con su público y no hay nadie que haga de intermediador entre sus palabras y el mundo. Y a veces, claro, la cosa sale mal. Estos son algunos de los casos.

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El máster de J. Pelirrojo

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Le dijeron de todo a J. Pelirrojo con esta polémica. J. Pelirrojo lleva mucho tiempo en el “oficio” de influencer y youtuber, también ha hecho música, ha escrito libros y se tiene a sí mismo por un fantástico coach. Lo cierto es que su popularidad es muy elevada y hay cientos de miles de personas muy pendientes de lo que dice este madrileño. El lío vino cuando J. Pelirrojo anunció a sus seguidores que iba a lanzar su propio máster de coaching para un grupo reducido de seguidores al nada simbólico precio de 1000 euros. 

Se trataría de un máster presencial, con dos meses de clase en los que el influencer instruiría a sus alumnos en el arte del coaching. Sus seguidores se le echaron encima diciendo que el precio era muy alto, pero él aseguró que lo había rebajado mucho, porque su objetivo original era cobrar 4000 euros por el curso de marras. El escándalo causó una mella importante en su popularidad y no ha vuelto a intentar presentarse como profesor ni nada parecido. Lección aprendida.