Un experto no descarta que agresores por pinchazo estén «practicando la técnica» para futuras sumisiones químicas

Con el auge de las fiestas populares, en las últimas semanas han continuado las denuncias de mujeres por pinchazos en su cuerpo. En este contexto, el director del Máster en Intervención Interdisciplinar en Violencia de Género de la Universidad Internacional de Valencia (VIU), Pau Crespo, no descarta que «algunos agresores estén practicando y perfeccionando la técnica del pinchazo para efectuar agresiones sexuales mediante sumisión química».

En una entrevista, Crespo ha señalado como una de las causas de este auge de los pinchazos sobre mujeres al ambiente generado «desde hace unos años» con los discursos «que niegan las violencias contra las mujeres».

Para Crespo esto es «socialmente significativo y relevante», así como «como uno de los principales mecanismos sociológicos que explican el efecto de imitación de cualquier tipo de violencias contra las mujeres».

«Posiblemente muchos de los agresores sean conscientes del rechazo social de sus acciones, pero tengan aceptación por parte de su entorno más cercano, en concreto de parte de sus grupos de iguales que es un agente de socialización fundamental», ha explicado Crespo.

También cree que parte de estos pinchazos sea «algún tipo de ‘prueba’ o ‘mérito’ para determinados grupos. «Pero no podemos descartar, aun siendo una parte reducida del total, que algunos agresores estén practicando y perfeccionando la técnica del pinchazo para efectuar agresiones sexuales mediante sumisión química», ha advertido.

RESPETO A LA LIBERTAD DE MOVIMIENTO DE LA MUJER

Sobre cómo debe afrontarse esta situación, el experto ha indicado que «desde la prevención», pero también «desde el respeto de la libertad de movimiento y de relacionarse de las mujeres en los espacios de ocio en particular».

Esta sería la visión para una lucha «general o primaria» de estos sucesos. Pero, además, propone una «prevención secundaria» a través de «la generalización de puntos o espacios de información general y atención directa en los contextos de ocio», un «aumento de los elementos de control», especialmente en los lugares cerrados, y «continuar y expandir la formación específica en todos los ámbitos de intervención».

El experto ha advertido que el pinchazo, aún sin presencia de elementos para la sumisión química de la víctima, supone «un acto de violencia» y advierte de que, aunque los daños físicos por el pinchazo «sean leves» generalmente, la gravedad de estos «puede aumentar exponencialmente en función del lugar del pinchazo, de la profundización del objeto punzante y por las posibles transmisiones biológicas en caso de reutilización».

PELIGRO EN LA TRANSMISIÓN DE ENFERMEDADES

En este sentido, ha respondido a aquellos que están reclamando que no se genere alarma por estos casos ya que, a su juicio, sin sumisión química, no se trata de una situación grave para las mujeres. «Esta postura carece de fundamentos científicos», ha señalado Crespo, antes de insistir en que «el mero pinchazo puede suponer la transmisión de enfermedades de transmisión cutánea o sanguínea, entre las que se encuentran la Hepatitis B o el VIH».

«Además de todas las consecuencias imprevisibles de forma específica para cada persona, por ejemplo, para la mayoría de personas la picadura de una avispa no tiene más consecuencias que unas molestias durante unos días; para otras personas puede suponer la muerte», ha advertido.

DAÑOS PSICOLÓGICOS

Aún así, ha reconocido que «la principal consecuencia» de esta situación es «psicológica». «Es el miedo o rechazo a los contextos de ocio debido al aumento de la vulnerabilidad percibida por las víctimas, como por las mujeres en general», ha apuntado.

Por eso, a su juicio, «los pinchazos sin presencia de sumisión química son un ataque directo a la libertad de movimiento y de relacionarse de las mujeres». A esto, según ha declarado, hay que sumar que las mujeres deben seguir lidiando con las agresiones sexuales con sumisión química que se hacen por otros medios.