Belén Esteban se ha convertido, sin que nos diésemos cuenta, en un icono español. No de los buenos, claro está, pero hace gala de toda su «cultura» y su «ingenio», cada vez que sale en televisión. Queramos o no, Belén Esteban es uno de esos personajes, que hace que nos sintamos orgullosos de haber ido al colegio y de no parecernos nada a ella, así que al menos, cumple una función social.
Querida y odiada por todos, tiene todo un séquito a sus espaldas que la protegen. Es un ejército compuesto por marujas de medio pelo, y chonis que se identifican con esos malos modales, esas respuestas a gritos, y ese estilo cutre y cada vez más hortera. Pero, ¿por qué es lo peor? Podríamos poner un montón de peleas como ejemplo, pero nos quedaríamos cortos. Hay muchos motivos para odiarla, y aquí te vamos a mostrar alguno de los momentos más emblemáticos que has podido ver en pantalla.
Andreíta, coño, cómete el pollo
Fue una de las frases estrella, y de las primeras. Vamos, que sin vergüenza alguna, le soltaba a su hija que se comiera el plato del día. El pollo, vamos, no lo otro. Fue una frase muy sonada, y no sabíamos aún lo que se nos venía encima, con el juego tonto este de seguirle el rollo a la paleta de turno.
Claro, si al final la culpa es nuestra por dejar que hable. Y así ha pasado más de una década. Una década de dejadez, insultos, soeces y un montón de tonterías que hemos tenido que escuchar y soportar el coro de amas de casa marujas que apoyan este tipo de estupideces.