Si cada vez vivimos más concienciados con la protección del medio ambiente, ¿por qué no morimos de la misma forma? ¿Por qué no optamos por una despedida sostenible de este mundo, por un legado verde, que nos permita un funeral lo menos contaminante posible? Si la acción climática busca preservar el planeta para garantizar el futuro de próximas generaciones, el funeral ecológico representa una oportunidad más de acogerse al compromiso ambiental adquirido en vida.
El planeta está en peligro y, por eso, nos entran las prisas por solucionar en pocos años todo el mal ocasionado durante décadas. Empresas de todos los sectores socio-económicos a nivel global están implementando medidas contra el cambio climático, pero algunos sectores todavía se resisten, como es el de los servicios funerarios.
Nuestros hábitos en vida están cambiando, bien por convicción propia, bien por alineamiento con las tendencias que marcan la transición hacia un nuevo modelo ambiental y energético o por imposición de las empresas y de los propios gobiernos. Pero nuestros hábitos a la hora de gestionar la muerte poco o nada han cambiado. La gestión de la defunción en la sociedad occidental es un tema con muchas aristas, en cierto modo tabú, que permanece anclado en el inmovilismo.
El amor a un ser querido no se mide en la factura del servicio funerario, pero las empresas funerarias se esmeran en ofrecer servicios que en nada pueden beneficiar a la persona que abandona este mundo y que, normalmente, suponen un esfuerzo económico a familiares y allegados.
Todo con el objetivo de lucir una ceremonia y rendir un homenaje que, a efectos prácticos, supone más impacto ambiental que confort emocional. Hablamos de féretros de maderas nobles, de flores traídas desde países lejanos o del propio embalsamamiento del fallecido, entre otras cosas. Todo esto deja una huella negativa en el medio ambiente que nos debería hacer recapacitar.
¿Qué se puede hacer entonces por darle un vuelco a la situación? Pues cada vez son más las personas que estarían dispuestas a recibir un funeral ecológico, es decir, un funeral en el que todo lo necesario para llevarlo a cabo contaminase menos, desde el propio ataúd, hasta la procedencia de las flores, incluido el lugar elegido para el reposo eterno.
Más de 20 millones de españoles tienen pólizas de decesos que cubren los gastos de defunción, pero todavía pocos cuentan con un servicio funerario con una visión medioambiental. Y, pese a que el 60% de los funerales que se celebran están costeados por una aseguradora, la mayoría de los clientes no puede optar por un funeral sostenible o desconoce esta opción.