Coronavirus: así acaba con tu vida lentamente

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El coronavirus es la enfermedad que ha tomado el control de nuestras vidas, obligándonos a permanecer en casa desde hace al menos 8 meses, actualmente tenemos más conocimiento de este virus mortal, y ejerce su poderío en nuestro cuerpo.

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¿Qué hace el coronavirus COVID -19 tan mortal?

¿Qué hace el coronavirus COVID -19 tan mortal?

Este virus ataca directamente un área vital para el cuerpo humano, el sistema respiratorio, siendo más específicos los pulmones. Aunque el coronavirus de forma común solo afecta la nariz, garganta y los senos nasales, este infecta los pulmones y las vías respiratorias.

Este virus se propaga rápidamente en el cuerpo, dado a que prácticamente toma la célula y la reprograma para formar más copias del virus. Así es comienza a propagarse por todo el sistema.

El COVID-19 ha atacado a todo el mundo siendo los más afectados China, Italia, España y Estados Unidos. A día de hoy, Estados Unidos lidera la lista con al menos 18.700.000 casos positivos. Y ya se han superado los 72 millones de contagios.

Este virus comienza con la destrucción de los pulmones, volviendo a las personas incapaces de respirar, poco a poco el cuerpo comienza hacer un esfuerzo por combatir el virus pero este efecto solo lo empeora comenzando a inflamar los pulmones. En la guerra entre el cuerpo y el virus, se debilitan los tejidos del pulmón comenzando a filtrar líquido que son las manchas blancas que presentan los pacientes en las radiografías.

Este líquido ahoga poco a poco los pequeños sacos de aire que están en los pulmones, evitando así que estos envíen oxígeno a la sangre y evita la eliminación de dióxido de carbono, inflamado los pulmones, este proceso se le llama neumonía.

Las células inmunes de nuestro organismo generalmente pueden entrar y eliminar el daño sin causar efectos colaterales. Sin embargo si el daño es mucho, puede que estas células si tengan efecto colateral, gastando mucha energía y deja al sujeto débil.

En China se demostró que la mayoría de los pacientes con carácter de gravedad sufrían de falta de aliento e insuficiencia de oxígeno en la sangre. El líquido que estaba en sus pulmones era evidente en radiografías y tomografías. Estos pacientes llegaban a tomar hasta 30 respiraciones por minuto, superando el límite normal que es de 12 a 20 respiraciones por minuto, esto en búsqueda de un poco de aire para subsistir.

Una vez el virus se adueña de los pulmones continua a su siguiente objetivo, los riñones. Los riñones son como el filtro de nuestro cuerpo, son los órganos encargados de eliminar los desechos que se acumulan, pero si estos fallan, el nivel de toxicidad del cuerpo se eleva.

El paciente es considerado caso de gravedad cuando deja de respirar por sí mismo, y es necesario conectarlo a máquinas que cuentan con una máscara que les suministran altas cantidades de oxígeno purificado. Esta es una opción, la otra es conectarlo a un respirador, que implica entubarlo con un tubo que envía oxígeno directamente a los pulmones.

Como ya mencionamos, la batalla entre el virus y el sistema inmunológico puede causar efectos colaterales, puesto que ya la inflamación no es sólo en los pulmones sino en el resto de los órganos. Esto inicia una reacción en cadena, destruyendo poco a poco los demás órganos, y dejando por el piso a la presión sanguínea.

Lo que continúa es un shock séptico, una respuesta natural del cuerpo, donde el sistema inmune hace un intento por atacar el virus por todas partes, lo cual, debido a la inflamación, desafortunadamente no funciona, dañando las células humanas en general.

La enfermedad ya muy progresada puede causar esta deficiencia en los órganos, bien sea desencadenado por el ataque del propio virus, o por el shock séptico generado por nuestro sistema inmune.