El pasado mes de noviembre, la intención del Gobierno era la de no anunciar la subida de impuestos al diésel. Es más; la Comisión de Hacienda del Congreso de los Diputados rechazó la propuesta. Sin embargo, y aún de ese rechazo, las cosas han cambiado con lo que pagamos hoy al repostar nuestro coche, sea gasolina o diésel, ya en el primer mes de 2025.
Pero, empecemos por el principio. El pasado 23 de diciembre se celebró el último Consejo de Ministros del 2024, fecha en la que se esperaba que el gobierno hiciera oficial la subida del impuesto del diésel.
EL IMPUESTO AL DIÉSEL LLEGARÁ, COMO TARDE, EN ABRIL
Era un acuerdo, no había nada firme. Así las cosas, la Comisión de Hacienda del Congreso de los Diputados tumbó una parte de esa reforma fiscal y rechazó varias medidas: entre ellas, el impuesto del diésel.
A mediados de diciembre, el Ministerio de Hacienda planeaba aprobar la subida del impuesto general del diésel mediante un real decreto ley que asegurase su luz verde.
Todo apuntaba a que los socios apoyarían la medida, aunque algunos ya advirtieron de que votarían en contra si se tramitaba con otros cambios no consensuados previamente. Sin embargo, el 23 de diciembre llegó el último Consejo de Ministros y nadie se acordó del diésel.
Finalmente, no abordaron el incremento del impuesto general del diésel, aunque se estima que será a más tardar en el mes de abril cuando entre en vigor, pues es una medida que exigen desde Europa, y desde donde la UE ha dado a España de margen hasta entonces. Con esta reforma fiscal, Bruselas reportará el quinto pago de los fondos europeos Next Generation, que asciende a los 7.200 millones de euros.
LA GASOLINA SE PAGA YA A 1,581€/LITRO
Con esta medida, el Gobierno pretendía equiparar la fiscalidad del gasóleo a la de la gasolina, lo que se trasladará al bolsillo de los dueños de los vehículos. Y la realidad es que lo ha hecho de una manera mucho mayor de lo esperado.
Porque los números no mienten: a estas alturas, ya acabado el mes de enero y entrados en febrero, el precio medio de la gasolina se paga ya a 1,581 euros por litro, cuando hace apenas un mes era de 1,538 (casi 5 céntimos más cara en menos de un mes), mientras que la tarifa media del litro de diésel es de 1,506 frente a los 1,45 que registraba a inicios de año, casi 6 céntimos más cara.
Hasta mitad del pasado mes de octubre, los carburantes se habían abaratado en un 8,9%, en el caso de la gasolina, y del 9,2%, para el diésel. Esto desde que en julio iniciaran una espiral de descensos, que coincidía con el periodo vacacional de verano, fecha en la que más desplazamientos por carretera suele haber en todo el año.
El coste medio de ambos combustibles arrancó 2024 registrando sus primeras subidas en tres meses, después de que hubiera acumulado un descenso continuado desde finales de septiembre de 2023, lo que le llevó a despedir el año pasado instalado en niveles mínimos del ejercicio y sumando un abaratamiento de casi el 15% en el caso de la gasolina y de más del 13% para el diésel.
Así, ahora, y con esta medida, vemos en España un incremento de 11,33 céntimos por litro en el precio final del combustible. Esto se traduce de formas: alrededor de unos 5 euros más por depósito (considerando un depósito de 45 litros), y unos 57 euros al año, descifrado para un consumo medio de 4,5 litros/100 kilómetros y un kilometraje anual de 11.000 kilómetros.
A QUÉ SE DEBE EL IMPUESTO AL DIÉSEL
El Gobierno justifica el impuesto al diésel por dos motivos:
- Reducción de la huella medioambiental. El gasóleo genera más emisiones de óxidos de nitrógeno (NO2) que la gasolina, un contaminante perjudicial para la salud y el medio ambiente y uno de los principales problemas de las grandes ciudades. La equiparación fiscal buscaría desincentivar su uso, aunque nos sobran los motivos para poner en duda la efectividad de la medida y de que el hecho de gravar con más impuestos el gasóleo vaya a hacer que los conductores dejen de utilizar o conduzcan menos su diésel.
- Compromisos con la Unión Europea. Esta medida responde a las recomendaciones de la Unión Europea, que lleva años pidiendo la eliminación de las ventajas fiscales al diésel. Además, su aprobación podría ser clave para desbloquear fondos europeos del programa Next Generation.
Se estima que esta subida podría generar más de 1.000 millones de euros al año en recaudación adicional, que podría destinarse a financiar proyectos de transición ecológica y lucha contra el cambio climático. Esta puede ser, sin duda, una de las motivaciones más evidentes de que la equiparación de impuestos entre la gasolina y el gasóleo se aborde finalmente este año, pese a tratarse de una medida altamente impopular.
EL PRECIO DEL DIÉSEL Y LA GASOLINA EN ESPAÑA SIGUE POR DEBAJO DE LA MEDIA EUROPEA
El precio de los carburantes depende de múltiples factores, como su cotización específica, la evolución del crudo, los impuestos, el coste de la materia prima y de la logística y los márgenes brutos. Además, la evolución en la cotización del crudo no se traslada de manera directa a los valores de los combustibles, sino que lo hace con un desajuste temporal.
Pese a todo y con estos niveles, el precio de la gasolina sin plomo de 95 se mantiene en España por debajo de la media de la Unión Europea, situada en 1,707 euros el litro, y de la eurozona, con un precio medio de 1,757 euros.
En el caso del diésel, el precio en España también es inferior al de la media de la UE, que es de 1,639 euros, y de la zona euro, donde marca un precio de 1,665 euros.
El auge de las gasolineras low cost ha traído consigo una transformación en la manera en que los consumidores perciben el mercado de los combustibles. Estas estaciones de servicio ofrecen precios más bajos al eliminar costos asociados al servicio tradicional, como la atención personalizada o la disponibilidad de tiendas y cafeterías.
Además, estas gasolineras suelen estar ubicadas en zonas industriales o en las afueras de las ciudades, donde los costos operativos son menores. Este modelo de negocio se centra en la autosuficiencia del cliente, quien debe realizar el repostaje de forma autónoma, lo que también contribuye a la reducción de costos.
Las grandes marcas petroleras suelen justificar sus precios más altos con la inclusión de aditivos que, según aseguran, mejoran el rendimiento del motor y prolongan la vida útil del vehículo. No obstante, los expertos señalan que no existe evidencia concluyente que demuestre que estos aditivos generen un ahorro significativo de combustible o que extiendan la vida útil del motor de manera notable. Según los expertos, «todos los combustibles son básicamente iguales, y lo único que varía es el aditivado, que en muchos casos tiene un componente de marketing más que de efectividad real».