Qué es la alergia primaveral y cómo combatir sus síntomas

En plena primavera, aproximadamente un 30 % de la población nacional, es decir, unos 8 millones de personas, sufren de alergia primaveral según SEAIC (Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica).

Se entiende por alergia primaveral a aquella que es estacional y se produce por la acción de distintos tipos de pólenes. Estas partículas, que afectan en distintos grados a las personas, se transportan por el aire y se introducen por las vías respiratorias. Al tener carácter puramente estacional, se concentra una mayor cantidad en los meses de marzo a junio. Después de este último mes, el de mayor afectación, tenderá a disminuir hasta desaparecer.

La cantidad de gente que sufre los síntomas de la alergia al polen va en aumento, en buena medida debido a las condiciones climáticas que se vienen registrando en los últimos tiempos. Y es que, cuanto menos llueve, peores serán las alergias, puesto que la atmósfera se mantendrá llena de polen, sin un limpiado adecuado.

Para sobrellevar mejor los síntomas que esta situación produce, será fundamental recibir un diagnóstico exacto para saber qué hábitos hay que cambiar y qué tratamiento se debe recibir.

Principales síntomas de la alergia primaveral en comparación con un resfriado

En ocasiones, los síntomas que produce esta afección estacional pueden confundirse con los provocados por un resfriado común, puesto que se enfoca en las mismas partes del cuerpo; nariz, garganta, ojos y pulmones.

En ambos casos se produce un aumento de la mucosidad y los estornudos. Aunque hay diferencias entre la rinitis alérgica producida por el polen, ya que el origen de esta es alérgico y el del resfriado es vírico.

Cuando se sufre de forma constante y aguda los síntomas de alergia primaveral, la mucosa nasal se inflama, creando una mucosidad líquida, transparente y persistente, estornudos, congestión y bastante picor nasal. La gran diferencia con un resfriado se localiza en los mocos que se producen, que en este último son más espesos y con colores (verde o amarillo) más intensos.

Por otro lado, una afección exclusiva de las alergias es la conjuntivitis, que ocasiona enrojecimiento de ojos, lagrimeo, picor y, en ocasiones, escozor. La fiebre, sin embargo, es un recurso que utiliza el organismo para curarse de un resfriado, algo que no es válido para los casos de alergia primaveral.

Por último, un resfriado puede llegar a curarse en una semana, la rinitis alérgica, sin embargo, es más duradera, llegando a sobrepasar varios meses.

Cómo luchar contra los síntomas de la alergia

Para combatir con éxito la alergia primaveral lo más acertado será dejarse asesorar por un especialista, que será el encargado de detectar el tratamiento más eficaz. En unos casos recetará productos farmacéuticos, como Rino-Ebastel, un antiestamínico y descongestivo especialmente formulado para reducir los mencionados síntomas oculares y nasales que producen la rinitis alérgica estacional.

El profesional también podría indicar la inmunoterapia como la mejor opción para dejar de sufrir estos ataques primaverales. La inmunoterapia no es otra cosa que ir administrando al organismo del paciente, en diferentes dosis, la sustancia (polen) causante del mal. Se conseguirá con este tratamiento obtener un resultado similar al de las vacunas, es decir, conseguir que el paciente se vuelva tolerante.

Por otra parte, el propio afectado podrá actuar en su defensa conociendo el entorno y las plantas que existen, cambiando de lugar o evitándolas para que su estado mejore. Así mismo, podrá seguir sugerencias cotidianas, como cerrar las ventanas cuando los niveles de polen aumentan (al anochecer y al amanecer), usar gafas de sol, cambiar de ropa y ducharse al llegar a casa, conducir con las ventanillas cerradas, no tender la ropa al aire libre en primavera, no exponerse al polen (barriendo, los días de viento, trabajando en el jardín…).