Medio millar de pinturas de Vivian Suter se expondrán en el Palacio de Velázquez

El Palacio de Velázquez albergará hasta el 2 de mayo de 2022 una muestra organizada por el Museo Reina Sofía que reúne cerca de 500 pinturas de la artista Vivian Suter, desde algunas de sus grandes obras sobre papel de los años 80 hasta telas realizadas en los últimos meses.

La instalación del Palacio de Velázquez ha sido concebida por la propia artista teniendo en cuenta las características arquitectónicas de este singular edificio y Suter ha tratado de «construir una ruta museográfica donde las telas compongan un sitio habitable que envuelvan» al visitante.

Al instalar sus pinturas en la nave central, Suter ha creado un entorno «surreal y envolvente». La artista presenta sus lienzos, la mayoría sin bastidor, ocupando las paredes, distribuidos en el suelo o suspendidos libremente en estructuras de madera o como formando una gran escultura textil.

La práctica artística de Vivian Suter siempre se ha mantenido cercana a la escena artística de Basilea, ciudad donde vivió entre 1962 y 1982, en cuya Escuela de Arte se formó y donde realiza sus primeras obras a finales de la década de los 60.

En 1982 establece su residencia en plena selva guatemalteca, en un estudio situado en el pueblo de Panajachel, sobre el terreno de una antigua plantación cafetera junto al lago Atitlán.

En este ambiente, su trabajo va evolucionando hacia un intercambio cada vez más estrecho con el entorno natural, plasmado en lienzos coloristas, en profunda continuidad con el paisaje tropical de los alrededores de su estudio.

Suter se aproxima a la pintura abstracta y la improvisación artística desde los elementos naturales que la rodean: lienzos sin bastidor –más bien sábanas– con referencias pictóricas a formas naturales como copas de árboles, cimas volcánicas o superficies acuosas.

Esta relación con la naturaleza se vuelve más orgánica y procesual tras las fuertes tormentas tropicales Stan (2005) y Agatha (2010): su estudio se inunda y muchos de sus lienzos quedan parcialmente anegados en el fango, generando series pictóricas terminadas por el carácter azaroso de los fenómenos naturales.

Desde entonces, la naturaleza se ha vuelto un componente creativo fundamental en su práctica artística, hasta el punto de que Suter expone deliberadamente sus lienzos en el exterior de su estudio, donde se impregnan del viento, la lluvia, el barro, hojas e incluso de pequeños organismos del entorno selvático.

En sus creaciones hay también un vínculo entre dos culturas. Sus telas son el resultado de un mestizaje entre el mundo occidental y el contexto guatemalteco: técnicas, miradas y formas de pensamiento que se entremezclan sobre los lienzos, la pintura y la naturaleza.