Maduro sigue recurriendo a la fuerza para intentar mantenerse en el poder, apuntando una vez más contra los miembros del equipo de trabajo de Maria Corina Machado, y de la campaña electoral de Edmundo González Urrutia. Recuperando la vieja tradición de las dictaduras latinoamericanas de las desapariciones forzodas, pues no solo se trata de detenciones arbitrarias, sin órdenes de captura o acusaciones de crímenes, sino de secuestros en los que se tarda días y semanas en informar el paradero de las víctimas, algo que ocurrió ya en las protestas de 2017 y 2019, y que ha ocurrido en las dictaduras de Pinochet en Chile y Videla en Argentina.
Es importante tener en cuenta esta realidad. Mientras que se buscan estrategias que obliguen al régimen a una transición, este ha decidido reducir la presión interna con la estrategia del miedo. Amenazando a los usuarios de redes sociales y de aplicaciones de mensajería como WhatsApp, la que el propio Nicolás Maduro desinstalo de su teléfono en televisión, aun si sus seguidores presentes no siguieron su ejemplo.
La realidad es que sin que el Gobierno o el Consejo Nacional Electoral muestre ningún tipo de prueba, cada día el resultado se ve más como un fraude. Sumado a que el régimen ha decidido llevar las pruebas del resultado a un Tribunal Supremo de Justicia que no solo está controlado por ellos, sino que todavía no aclara por qué incautó la elección de 3 diputados opositores de Amazonas en 2015, ni se ha revisado la denuncia de Andrés Velásquez, candidato de la oposición para la gobernación del estado Bolívar en 2017, quien presentó pruebas de fraude incluyendo varias actas impresas, Velásquez sigue esperando su respuesta.
Ante esta presión, el régimen solo ha sabido responder internamente, aumentando la represión de la oposición, tanto los voceros. Mientras intentan recuperar algo del apoyo de la izquierda internacional, usando de voceros extranjeros a Monedero y Zapatero, y mantienen en funcionamiento el esfuerzo de lobby para que no vuelvan las sanciones económicas con toda la fuerza del pasado, el chavismo intenta callar las voces dentro del país que señalan el fraude de las pasadas elecciones, y las violaciones de los derechos humanos que son parte de la rutina para el gobierno de Maduro.
MADURO APUNTA CONTRA EL EQUIPO DE MARIA CORINA MACHADO
Las últimas dos detenciones de este tipo de las que se tiene constancia son la de María Oropeza, líder del equipo de Vente Venezuela, el partido de Machado, en el estado Portuguesa, cerca del centro del país, y que la propia Oropeza pudo transmitir en las redes sociales, y la de Jackeline y Camila Leal, esposa e hija de Gerardo Leal, quien acompañó a la líder opositora en la protesta del pasado 3 de agosto.
«Testigos denuncian que las 2 víctimas permanecen desaparecidas para aplicar psicoterror y detener a Gerardo Leal. A ambas se las llevó la inteligencia policial de Trujillo, que depende del gobernador Gerardo Márquez», informa el comunicado de Provea. Desde que se presentarán los resultados del CNE en Venezuela hay alrededor de 2.000 detenidos, según el propio Nicolás Maduro, por las protestas, o por sus comentarios en redes sociales. Es una campaña de terror que tiene como objetivo que los ciudadanos dentro del país dejen de protestar.
Con ese número es fácil pensar que haya más detenciones de las que aún no se tiene información, y que el número siga subiendo. Al mismo tiempo se ha presentado, finalmente, una orden de detención contra Maria Corina Machado y Edmundo González Urrutia, pero de momento no se ha dado un movimiento para apresarlos.
Mientras tanto, en paralelo, se siguen buscando salidas al conflicto que no sean violentas. Pero con el órgano electoral convencido de no presentar las actas al público, debido a que no pueden presentar actas auditables que cumplan con las normas de seguridad del propio CNE.
LAS PROTESTAS SE MANTIENEN
Al mismo tiempo, sigue habiendo reportes dentro del país de protestas desorganizadas mientras que la líder de la oposición ha pedido algo de calma y cuidado a los ciudadanos para enfrentar estos niveles de represión. De momento no se saben cuáles son los próximos pasos a tomar dentro de Venezuela, pero es evidente que una población cansada de procesos de protesta y represión tiene una situación complicada en los próximos meses, y es difícil saber cómo mantenerla movilizada ante la crueldad que ha demostrado el chavismo.
Mientras tanto, se sigue intentando mantener la mirada internacional sobre el país. La diáspora venezolana sigue mostrando su molestia en diferentes países del mundo, incluyendo España, y su presencia empieza a tener un mayor peso electoral y político.
El otro riesgo es, que como lo han hecho en el pasado, el régimen use a estos presos políticos como fichas de cambio en negociaciones, obligando a la oposición, y a los gobiernos extranjeros, a cambiar los términos de las negociaciones actuales.