Sólo hay dos cosas que pueden convertir un día de perros en un día maravilloso: una es el amor y la otra, un botín millonario.

Esos son los motores que mueven a Berlín en sus años dorados, cuando aún no tiene noción de su enfermedad ni está encerrado como una rata en la Fábrica de la Moneda y Timbre. Aquí se dedica a preparar uno de sus robos más extraordinarios: hacer desaparecer 44 millones en joyas como si fuera un número de ilusionismo, y para ello cuenta con una de las tres bandas con las que ha robado en su vida.