Energías renovables: motores de la economía circular

Los Expertos consideran que, para conseguir una mejor sostenibilidad en el planeta, debemos implementar la economía circular. Una de las piezas más importantes del engranaje es la energía, necesaria para mover el mundo, reciclar y digitalizar nuestra sociedad. Y su generación debe partir de fuentes inagotables y no contaminantes, reduciendo el uso de combustibles fósiles.

La economía circular se basa en aprovechar los recursos de los que disponemos para no agotarlos y mantener el planeta en el mejor estado posible para las generaciones futuras. Entre los objetivos de Desarrollo sostenible, el número 12 se refiere a promover la gestión sostenible y el uso eficiente de los recursos naturales, reducir la generación de residuos y el desperdicio de alimentos y fomentar la gestión ecológicamente racional de los productos químicos”. Para la Unión Europea, estos objetivos pasan por “reducir la generación de gases de efecto invernadero, reutilizar y asegurar un uso razonable de las materias primas y productos y buscar soluciones sostenibles como el uso de fuentes renovables para la producción de energía limpia”.

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Placas Solares

SOLO CON ENERGÍA RENOVABLE

Para todos los procesos necesarios en este panorama que plantean las autoridades para el futuro a corto y medio plazo se necesita cada vez más energía. Digitalizar nuestra sociedad, desplazar vehículos por carretera y drones, utilizar la domótica para nuestros hogares y empresas y movilizar todos los recursos y materiales que, después de utilizados, puedan tener un nuevo uso gracias al reciclaje son actividades que requieren energía y, a ser posible, que no añada contaminación a la que ya soporta el planeta. No es sostenible utilizar derivados del petróleo, gas o carbón para gestionar una logística enfocada a reducir el impacto medioambiental.

Para poder llegar a una verdadera transición hacia la citada economía circular es necesario que todo se mueva por energías limpias y renovables, que son las que toman como base agua, sol y viento, tres elementos que consideramos inagotables en el planeta y que no generan CO2 a la atmósfera ni otros gases que perjudican a los seres vivos.

LA NUEVA POLÍTICA

Muchas empresas llevan décadas trabajando en descarbonizar su día a día y lo publican como objetivos de su Responsabilidad Social Corporativa (RSC), pero para llegar a todos los rincones del planeta, las instituciones de ámbito global, encabezadas por Naciones Unidas, han decidido incluir en la agenda política la lucha contra la contaminación medioambiental y la alerta constante del cambio climático que, según los expertos, está sufriendo nuestro planeta como consecuencia, en la mayoría de casos, de la acción humana.

La Unión Europea lleva décadas aplicando una normativa sobre emisiones contaminantes, un conjunto de requisitos que regulan los límites aceptables para los gases de combustión interna de los vehículos vendidos en nuestros Estados Miembros. Ahora van por la normativa Euro 6, y cada vez son más restrictivas. En la actualidad, las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx), hidrocarburos (HC), monóxido de carbono (CO) y partículas, están reguladas para automóviles, camiones, trenes y otras máquinas como tractores y barcas, además de los aviones. Para cada tipo de motor se aplica un conjunto de normas concretas y se controla su funcionamiento tras un ciclo de ensayos previos que se estandarizan para homologarlos.

CON KIOTO EMPEZÓ TODO

El protocolo de Kioto arrancó en el año 1997 en esta ciudad japonesa tras la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que llevó a un acuerdo internacional enfocado a reducir las emisiones de efecto invernadero y que comprometía a los 37 países industrializados signatarios además de la Unión Europea, a estabilizar estas emisiones en el periodo 2008-2012 y que nos podía llevar hasta 2020. Este documento llevó a varios gobiernos a establecer leyes y políticas que permitan cumplir estos compromisos, además de influir para que las empresas tengan en cuenta el medio ambiente a la hora de invertir. En paralelo, se crearon los bonos de carbono. Desde entonces, todos estamos sometidos a este tipo de normativas.

El desarrollo de tecnología para la obtención de energías renovables fue paralelo a la reducción de consumo y contaminación de las máquinas. De este modo, en tres décadas, los molinos de viento y las placas solares han ido siendo cada vez más eficientes, generando mayor cantidad de energía y optimizando las inversiones que, en su momento, necesitaron ayudas y subvenciones y, en la actualidad, también tienen apoyo institucional pero cada vez menor. A los particulares se les ha instado a poner placas solares para calentar agua o generar energía de autoconsumo a la hora de validar la eficiencia energética de las nuevas promociones. Asimismo, se crean líneas de apoyo para quienes optan por instalar estos sistemas en edificios construidos antes de estas normativas.

Además de la solar y la eólica de molinos, existen otras fuentes, como la hidráulica, geotérmica, maremotriz, undimotriz, biomasa y biogás. Todas ellas comparten el bajo impacto en el medioambiente, ya que no generan residuos y tampoco contaminan aire ni acuíferos. Además, se obtienen de unos recursos base ilimitados y, normalmente, autóctonos, dependiendo de las características de cada lugar en el planeta. Por ejemplo, países con muchas horas de incidencia solar pueden aprovecharla, mientras otros desarrollan mayor capacidad de generación eólica o de biomasa si están sometidos a mayores rachas de viento o disponen de grandes bosques.

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Bosque

ENERGÍA SOLAR

Consiste en aprovechar la radiación electromagnética del sol mediante células fotovoltaicas, colectores solares o heliostatos. La energía solar puede ser fotovoltaica o térmica, es decir: producir electricidad a partir de la radiación solar o generar calor.

El sol se puede aprovechar en mayor o menor medida en todos los rincones de la tierra, como se está haciendo desde los años 70 cuando la crisis del petróleo llevó a empresas y administraciones públicas a pensar en otras alternativas que abaraten el encarecimiento del crudo. Por eso antes, las llamaban energías alternativas. Noruega o Hawai son dos de los muchos países que más han invertido en este tipo de energías, tanto para calentarse como para iluminación y también desplazamientos en vehículos eléctricos.

ENERGÍA EÓLICA

Con el viento generamos energía cinética, gracias a su empuje que mueve las palas de los molinos autogeneradores que, en los cada vez más numerosos parques eólicos, aportan soluciones energéticas y se pueden combinar con la solar, ya que desde la tarde hasta la madrugada pueden seguir aportando megawatios al mix de un país.
Parques eólicos pueden construirse en tierra firme y también en el mar, en plataformas.

ENERGÍA HIDRÁULICA

Su participación en el mix español sigue teniendo gran importancia gracias a los pantanos y otros saltos de agua de los que disponemos en la península. En el caso de los pantanos, varios colectivos se benefician de cada litro de agua que se desembalsa. Así, a una hora concreta, el salto genera energía y ese caudal riega cultivos, da servicio a ganadería y a la población en general y, además, algunos deportistas aprovechan la subida de caudal para practicar algunas especialidades que dejan dinero en esas zonas turísticas.

En lo que se refiere a la energía, el movimiento del agua, pero también el potencial de los saltos en otros lugares, la energía cinética de los ríos, así como las corrientes y mareas hacen girar turbinas conectadas a transformadores, que generan electricidad, una energía renovable que no contamina y que se puede considerar inagotable debido al ciclo del agua.

MAREMOTRIZ Y UNDIMOTRIZ

Es la que energía que se genera gracias a la fuerza de las mareas. La maremotriz es la que aprovecha el movimiento de las mareas. En cambio, la undimotriz capta energía de las olas marinas.
Ambas comparten el sistema basado en instalar varios generadores que aprovechan este movimiento de agua marina y que, al final, es muy parecido al de las turbinas eólicas.

ENERGÍA GEOTÉRMICA

Como la Tierra emite calor, con esta premisa los expertos lograron desarrollar sistemas encaminados a aprovechar el calor interior de la corteza terrestre. De este modo, se puede calentar agua sanitaria y de radiadores, así como el aire en movimiento en una casa o una industria.

Además, varios expertos afirman que este tipo de energía puede ayudar mucho a países en desarrollo, ya que permite ser utilizada a la hora de secar alimentos o para pasteurizar y esterilizar leche.

BIOMASA Y BIOGÁS

Los restos orgánicos pueden servir para abono en explotaciones agrícolas, pero también cubren una faceta importante en la generación de energías limpias. Con ellos producimos biogás. Según el IDADE, Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía, el biogás es “Es un gas compuesto principalmente por metano (CH4) y dióxido de carbono (CO2), en proporciones variables dependiendo de la composición de la materia orgánica a partir de la cual se ha generado” y que sale de la biomasa.

La biomasa es materia orgánica que proviene de plantas, árboles y desechos animales. Éstos, una vez procesados, emanan el biogás.

BIOETANOL Y BIODIÉSEL

El bioetanol es un combustible renovable que se produce a partir de residuos o de cultivos sostenibles. Hablamos de biomasa de origen vegetal, considerada como el único combustible alternativo que se evalúa certificando toda la cadena de emisiones desde su producción hasta su consumo, y no solo las emisiones del vehículo que lo utiliza para su motor.

Podemos decir que es 100% vegetal y 100% biodegradable, que no genera residuos tóxicos y que se elabora mediante un proceso de refinado a partir de varios tipos de aceites y grasas.