Identifican un biomarcador que predice la disfunción severa del corazón recién implantado

El Grupo de Investigación en Disfunción Miocárdica y Trasplante Cardíaco del Hospital Universitari i Politècnic La Fe de Valencia, del Instituto de Investigación Sanitaria La Fe (IIS La Fe) y del CIBERCV ha identificado un biomarcador que predice la disfunción severa del corazón recién implantado.

En concreto, los expertos, cuyo trabajo ha sido publicado en la revista ‘Transplantation’, han observado que los niveles plasmáticos de SERCA2a antes del trasplante cardíaco predicen el desarrollo de una grave complicación, por lo que este descubrimiento puede ser de gran ayuda en el estudio de pacientes con riesgo de fallo precoz del corazón trasplantado.

El fallo primario del injerto (FPI) es la complicación precoz más grave tras el trasplante cardíaco y es la principal causa de mortalidad en los primeros 30 días después del procedimiento. Se define por la presencia de disfunción severa del corazón recién implantado que no puede ser atribuible a causas identificables como el rechazo agudo, hipertensión pulmonar severa o complicaciones del procedimiento quirúrgico, y su prevalencia es variable, llegando al 30% en algunas series.

«Dada la frecuencia y gravedad de esta complicación, se hace necesario avanzar en el estudio de predictores de este evento que faciliten un manejo más individualizado en la estrategia del trasplante», ha explicado el jefe del servicio de Cardiología del Hospital La Fe y responsable del Grupo de Investigación en Disfunción Miocárdica y Trasplante Cardíaco del IIS La Fe, Luis Martínez-Dolz.

Esta disfunción puede requerir para su tratamiento altas dosis de medicación intravenosa para aumentar la potencia contráctil, incluso la colocación en los casos más severos de un soporte circulatorio mecánico hasta conseguir, en caso de evolución favorable, una recuperación de la función cardiaca.

El estudio ha analizado prospectivamente 135 pacientes trasplantados de forma consecutiva en dicho centro en los últimos años, recogiéndose en las horas previas al trasplante muestras de sangre venosa para el análisis de SERCA2a, responsable de la recarga de calcio del retículo sarcoplásmico de las células miocárdicas durante la diástole y juega un papel importante en la modulación de la insuficiencia cardiaca, contribuyendo directamente al deterioro tanto de la contracción como de la relajación del corazón.

De hecho, trabajos previos del mismo grupo también han confirmado la vinculación de una menor expresión de SERCA2a y una disminución de sus niveles plasmáticos a la presencia de una peor función del corazón en el ámbito de la insuficiencia cardiaca, así como a un papel relevante en el diagnóstico no invasivo del rechazo tras el trasplante.

FALLO PRIMARIO DEL INJERTO, UNA COMPLICACIÓN FRECUENTE Y GRAVE

La incidencia de FPI global y FPI severo (con necesidad de asistencia circulatoria) en la población estudiada fue del 27 por ciento y del 14 por ciento, respectivamente. Se observó una mortalidad a 30 días del 35 por ciento en la cohorte global, llegando al 58 por ciento en aquellos con FPI severo. Los pacientes con mayores cifras de bilirrubina, menores niveles plasmáticos de SERCA2a y aquellos que llevaban asistencia circulatoria previa al trasplante, desarrollaron con mayor frecuencia FPI.

«En este sentido, la necesidad de soporte circulatorio previo al trasplante es una variable tradicionalmente asociada al desarrollo de FPI, sin embargo los niveles de SERCA2a no se correlacionaron ni con la necesidad de asistencia ni con los niveles de bilirrubina pre-trasplante, variables tradicionalmente asociadas a un paciente más enfermo. Esta circunstancia confiere a SERCA2a una especial relevancia en la predicción de este evento tan grave en la evolución precoz del paciente trasplantado cardíaco», ha explicado la residente en Cardiología y primer firmante del estudio, Silvia Lozano Edo.

Asimismo, Martínez-Dolz ha destacado lo «interesantes y esperanzadores» que resultan los resultados del estudio porque podrían ayudar a identificar pacientes que se trasplantan con previsible mala evolución precoz para intentar optimizar la estrategia del trasplante, ayudando en la toma de decisiones y en el manejo individualizado de estos pacientes.

En este sentido, los investigadores han comentado que todavía hay que validar estos hallazgos en otros centros hospitalarios y con más pacientes para confirmar la utilidad de este biomarcador e incorporarlo al uso clínico.