Chillida Leku abre al público ‘Tàpies en Zabalaga’, la primera muestra de un artista invitado

Chillida Leku inicia una nueva línea expositiva, con un programa de artistas invitados cuya obra acerque más al visitante al universo de Eduardo Chillida. Este nuevo proyecto arranca con ‘Tàpies en Zabalaga’ una muestra en homenaje al creador catalán Antoni Tàpies (1923-2012).

La exposición, que ha sido presentada jueves en el museo en Hernani (Gipuzkoa), se despliega en el piso superior del caserío Zabalaga, ocupándolo en su totalidad, y podrá visitarse hasta el 10 de enero de 2022.

Está compuesta por una selección de obras pequeño y gran formato, fundamentalmente esculturas, fechadas entre los años 80 y 90. De esta forma, «entablan un diálogo directo» con las piezas de Eduardo Chillida, que se exponen en la planta baja, así como con el propio caserío Zabalaga, espacio que fue restaurado por el artista donostiarra. La muestra cuenta con la colaboración la Fundación Antoni Tàpies y de la familia Tapiès, así como con préstamos de diversas colecciones privadas.

«Es una gran responsabilidad para nosotros abrir el museo a otros artistas» ha señalado Mireia Massagué, directora de Chillida Leku, quien ha destacado que la obra y la figura de Antoni Tàpies «son perfectas para entablar un diálogo con el legado histórico de Eduardo Chillida y esta exposición hunde sus raíces en los principios comunes que guiaron la vida y la práctica artística de ambos».

Massagué ha sido también la encargada de dirigir el proceso curatorial de la muestra, que se ha realizado desde Chillida Leku gracias al trabajo de Estela Solana, coordinadora de exposiciones y de Nausica Sánchez, responsable del área de investigación y educación.

En el marco de esta nueva etapa, Chillida Leku y la Fundación Iberdrola España han firmado un acuerdo de colaboración para promover el desarrollo del proyecto expositivo del museo. Mediante este acuerdo, la Fundación Iberdrola España patrocina la exposición ‘Tàpies en Zabalaga’.

Además del apoyo económico de la Fundación, la Colección Iberdrola ha cedido en préstamo dos obras de especial relevancia para la muestra. Se trata de ‘Vuit creus [Ocho cruces]’ (1981, pintura y gofrado sobre papel y tela) y ‘Empremtes de fulla [Huellas de hoja]’ (1982, tinta de emulsión sensible a la luz, acrílico y crayón).

Según han explicado los responsables del museo, la elección del artista catalán tiene su origen en «el extraordinario paralelismo existente en las trayectorias vitales de estas dos grandes figuras del arte del siglo XX».

Las biografías de Antoni Tàpies y Eduardo Chillida guardan varios puntos en común y presentan itinerarios paralelos que convergen en diversos momentos históricos y creativos. La muestra no sólo ahonda en estos aspectos, sino también en aquellos otros que diferenciaron a ambos artistas.

NEXO DE UNIÓN

El material con el que están realizadas gran parte de las esculturas que integran la exposición es la tierra chamota, que actúa como nexo de unión entre ambos. Fue en 1981 cuando Tàpies comenzó a experimentar con las posibilidades de esta técnica en el taller del ceramista Hans Spinner. En esta época, el artista catalán recibió varias invitaciones para acudir a trabajar la cerámica al taller del galerista Aimé Maeght en Saint-Paul- de-Vence (Francia).

Eduardo Chillida, que había descubierto este material en esos mismos hornos, insistió entonces a Tàpies para que aceptara la invitación y se animara a trabajar con la tierra chamota. Es entonces cuando comienza su producción de barros cocidos.

Gracias a esta serie de paralelismos, la relación entre Tàpies y Chillida «se consolida también en el plano teórico: en su trato con la materia y su voluntad de trascenderla como camino hacia la espiritualidad, en la presencia de la filosofía y la poesía en sus obras o en el interés por el espiritualismo oriental». «Todo ello cristaliza en un enfoque humanista del trabajo artístico con el que ambos artistas subrayaban la capacidad transformadora del arte», han apuntado.

La selección de obras, algunas de las cuales pueden verse por primera vez fuera de la Fundación Antoni Tàpies, pone en evidencia «el lenguaje propio y distintivo del artista» y permite que el público que se acerque al caserío Zabalaga descubra también el repertorio iconográfico del artista catalán.