Las veces que Mercedes Milá te dio vergüenza ajena

Mercedes Milá se está convirtiendo en una leyenda de la televisión. Desde su época como periodista hasta convertirse en una showgirl enseñándolo todo, ha habido momentos en los que querías dejar de ver la pantalla por la vergüenza. Algunos de estos son:

[nextpage title=»Cualquiera de esos momentos en los que viste… así»]

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Cualquiera de esos momentos en los que viste… así

Si hay algo por lo que se puede definir a Mercedes Milá, es por sus modelitos. Tranquilos, que para empezar esta lista, hemos dejado los más suaves al principio. No vaya a ser que uno se espante y deje de leer aquí.

Lo que si es cierto es que esta señora, de la edad de nuestras madres, o incluso abuelas -o algún término medio- tiene un espíritu tan joven que debe demostrarlo a través de su vestuario. Y a través de sus tacos, también.

Aunque a los demás nos dé vergüenza ajena. Lo dicho. Podría ser peor. Y lo será, ya lo veréis.

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[nextpage title=»O cuando viste de látex»]

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O cuando viste de látex

Dio de qué hablar. Incluso probablemente subió audiencia. Pero yo demandaría al estilista que trabajó ese día para la Milá. Y de paso, exigiría una compensación por daños y perjuicios, porque mis ojos y mi mente no han vuelto a ser los mismos desde ese día.

Sí, hay que dejar que cada uno vista como le de la real gana. Y olé los huevos -o los ovarios- de esta mujer por atreverse a salir así al plató.

Pero todo tiene sus límites y  hay cosas que la gente no desea ver. Y esto ha sido una pesadilla recurrente en los últimos años.

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[nextpage title=»Esa vez que enseñó las bragas»]

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Esa vez que enseñó las bragas

¿Qué es capaz de hacer una presentadora por ganar audiencia? Enseñar las bragas. Claro, cuando se trata de la Pedroche, o alguna de esas jovencísimas licenciadas recién salidas de la facultad, ningún problema.

Pero cuando la señora es una sexagenaria, el espectáculo se torna en algo bizarro, y lleno de medias faja. No puedo dejar de pensar en cómo me sentiría si esta señora fuese mi abuela. Por supuesto, y afortunadamente, no lo es.

Lo más triste es la gente de detrás, aplaudiendo.

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[nextpage title=»Y esa otra en la que no enseñó las bragas, sino algo más»]

Y esa otra en la que no enseñó las bragas, sino algo más

Y si no funciona lo de enseñar las bragas, pues inténtalo desabrochándote todo el vestido. Todos sabemos ya a estas alturas que esta señora se quiere mucho y se considera un ser que está muy bueno. Pero oye, de ahí a mostrarlo hay un trecho.

El vídeo es bastante explícito. Insta a un concursante a que le baje la cremallera del vestido. Y no solo a mitad del escote, que ya es mucho decir, no para una señora de su edad, sino para una persona cualquiera. Así que sí, le abre el vestido para que se le vea todo, todo y todo.

Vamos, que todo forma parte de su plan maestro para meter mano a los yogurines de turno. Si es que vitalidad no le falta.

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[nextpage title=»Ese intercambio de saliva con Florentino Fernández»]

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Ese intercambio de saliva con Florentino Fernández

¿Soy la única persona que ha tenido que parar el vídeo antes de verlo? Porque me estaban entrando náuseas y miedo. E imágenes de cabras locas chupando sal. No sé, pero yo ya no tengo calificativos para describir ese intercambio de microbios propio de monos en celo.

Vamos, que al final se han quedado de lo más a gusto. No sé qué es lo peor, que haya sido Florentino el que haya empezado esto, o que ha sido finalmente ella la que se ha lanzado primero.

Bueno, sí, lo peor es el beso en sí.

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[nextpage title=»Cuando se deja sobar… porque sí»]

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Cuando se deja sobar… porque sí

La gran duda de todo esto es, ¿hace estas cosas para ganar audiencia? ¿Para pillar cacho? ¿O porque los guionistas estaban demasiado salidos y querían dar rienda suelta a sus extravagantes perversiones?

Resulta que en esta ocasión, la presentadora, se molesta porque el concursante no cree que «esté buena», así que ella le deja sobar un poco lo que es la teta -la izquierda al menos, para llegar al corazón- y después le pregunta que si sigue pensando eso.

Como el tipo no sabe qué contestar, le dice que la falda engaña. Así que ni corta ni perezosa, hace un calvo en toda regla. Bueno, pero con medias. Aunque eso no ayuda en nada.

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[nextpage title=»Y cuando baila»]

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Y cuando baila

Como periodista que es, si es que todavía se define como tal, la Milá intenta estar al día. Como esa vez en la que intentó bailar el Gangnam Style de Psy. Más bien parecía un koala arrítmico, pero vamos, esta vez se puede perdonar.

Más que nada porque no hay nadie que pueda bailar el Gangnam Style con algo de dignidad. Excepto Psy, claro.

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[nextpage title=»Y cuando es ella la que soba»]

Y cuando es ella la que soba

Este es un vídeo de los que más vergüenza da. Y pena, mucha pena. Porque seguramente el chiquito éste, el que intenta hacer una entrevista en toda regla, acaba siendo sobado por Mercedes Milá. Un honor, según algunos.

El pobre, además de ver su virilidad mancillada, ve cómo su poco sentido periodístico es cortado: «¿sabes que todo esto lo van a cortar, no?», le dice la reliquia periodística. Sí, pero oye, que el chico intenta hacer un trabajo decente.

No sólo eso, sino que después de haberle tocado todo el pene, la mujer le pide un beso. Si es que romántica como ella, quedan pocas. 

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[nextpage title=»Y llega a hacer que un concursante se baje los pantalones»]

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Y llega a hacer que un concursante se baje los pantalones

De éste vídeo no sé qué me da más grima. Por un lado, consigue que el pipiolo ese se baje los pantalones con la excusa de enseñar una herida. Por supuesto, ella aprovecha para arrimarse a la cebolleta. 

Pero el comentario de después es de los épicos: «¿cómo puedes estar con los huevos pelaos completamente?» Para luego completarlo con «pero ven aquí, enséñalo, que quiero que lo vean», en plan abuela orgullosa de su nieto.

Después de esto, ya podemos decir que hemos visto de todo, de verdad.

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[nextpage title=»Mila vs Umbral»]

Mila vs Umbral

Y para terminar un mítico vídeo de Milá. Una Milá todavía modosita. En realidad aquí no daba vergüenza ajena, pero es la única vez que Mercedes se quedó sin palabras y no supo cómo responder al legendario «yo he venido aquí a hablar de mi libro».

Un vídeo por el que todos conocimos a Paco Umbral.

Oye, la verdad es que con toda la experiencia que ha tenido esta mujer, no me extraña que al final terminara cuesta abajo y sin frenos, despelotándose por un puñado de telespectadores. Si es que la vida es muy dura, chacho.

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