El asociacionismo de mujeres en la Segunda República desarrolló su conciencia feminista

Las profesoras de la Universitat de València (UV) Ana Aguado y Luz Sanfeliu confirman en un artículo que el asociacionismo y la sociabilidad compartida de las mujeres de izquierda durante la Segunda República permitió el desarrollo de una identidad común: una nueva percepción y valoración de su identidad de género y de clase, lo que marcó el crecimiento de la identidad femenina y feminista moderna.

Bajo el título ‘El camino de la liberación. Asociacionismo femenino y culturas obreras en la Segunda República (1931-1936)’, el trabajo está publicado en ‘Pasado y Memoria. Revista de Historia Contemporánea’ y lleva la firma de estas investigadoras del Instituto Universitario de Estudios de la MUJER y del Grupo de Excelencia Prometeo Grupo de Estudios Históricos sobre las Transiciones y la Democracia.

El 31 de diciembre de 1931, en los albores de la Segunda República, en el periódico ‘Renovación’ se publicaba un llamamiento de Astrea Barrios dirigido a las jóvenes trabajadoras: «¡Mujeres españolas! Debéis demostrar que sois dignas de la confianza que se ha depositado en vosotras. ¡Organización! Es el grito unánime que debe emitir vuestro corazón», recoge la UV en un comunicado.

«Era más que una llamada de mujeres y organizaciones feministas para que se sumaran a la defensa de la Segunda República. Y al mismo tiempo, una voz que impulsaba el desarrollo de organizaciones femeninas específicas, que funcionaron como espacios de encuentro y desarrollo de su identidad de género», destacan Aguado y Sanfeliu, profesoras del Departamento de Historia Moderna y Contemporánea y del de Educación Comparada e Historia de la Educación, respectivamente.

Bajo este prisma, la Segunda República fue un momento de inflexión porque estos cambios permitieron a las mujeres de las clases trabajadoras desarrollar «una nueva percepción de sí mismas, una nueva valoración de su identidad, a partir de experiencias asociativas».

Las investigadoras analizaron cómo la presencia de estas mujeres en las organizaciones de izquierda, «participando de sus referentes, sus discursos, sus símbolos, sus banderas», demuestra su potencial para crear una cultura compartida, asociarse de forma autónoma, desarrollar su identidad común y, en algunos casos, «subvertir la socialización diferencial de género».

A su juicio, el instrumento fundamental en el desarrollo de estas nuevas identidades femeninas fue un potente asociacionismo femenino. Por ejemplo, las mujeres socialistas durante la Segunda República continuaron asociándose y reuniéndose, bien manteniendo muchas de las agrupaciones femeninas socialistas anteriores o creando nuevas en ciudades y pueblos. Este fenómeno dio lugar a una creciente y novedosa sociabilidad entre las mujeres trabajadoras.

El artículo concluye que este fue un instrumento que les permitió acceder a nuevos espacios de encuentro, activismo y sociabilidad política, cívica y cultural, lo que «desarrolló su conciencia identitaria como militantes de determinados proyectos políticos, pero también, a la vez, como mujeres».

Las nuevas formas de sociabilidad vinculadas al asociacionismo femenino de izquierdas u obrerista tuvieron claras consecuencias modernizadoras, pues «no es posible comprender el proceso de creación de una conciencia identitaria si no se analiza en relación con los procesos históricos de individuación y de socialización en la esfera pública».

En principio, este fue un proceso que se caracterizó por tener como eje a un sujeto masculino. Esto cambió en las primeras décadas del XX con la aparición de la figura de la mujer moderna, que empezaría a poner en cuestión las identidades de género hegemónicas. Un proceso que «no casualmente» se produjo de forma paralela al creciente asociacionismo femenino.

El título del trabajo, ‘El camino de la liberación’, hace referencia a que son las palabras que utilizó una joven socialista, Lot Núñez, dirigiéndose a las trabajadoras en un escrito titulado ‘Compañeras’ publicado en el periódico ‘Renovación’ (Juventudes Socialistas) en diciembre de 1931, para señalar la importancia del asociacionismo. Así las exhortaba para que se asociasen y se agrupasen en las organizaciones socialistas como «camino a la liberación’ femenina y, a la vez, liberación en la revolución».