Los 10 pueblos medievales más bonitos de España

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El verano y las vacaciones ya parecen a muchos un recuerdo lejanísimo. La playa, el sol, el mar…Los días son cada vez más cortos y la rutina laboral ha vuelto a imponerse. Las próximas vacaciones se ven todavía muy muy lejanas. No obstante, los próximos meses, hasta las navidades, tienen unos cuantos puentes y sus fines de semana que podemos aprovechar para escapar de la monotonía cotidiana. Y, sin salir de nuestro país, podemos disfrutar de pueblos y rincones maravillosos.

España es un país con una gran historia, lleno de monumentos, obras de arte y pueblecitos espectaculares. Más allá de las habituales rutas turísticas de sol y playa, el interior del país y los rincones apartados esconden una belleza sobrecogedora y que merece la pena visitar. Para entender y acercarnos a la historia de nuestro país nada mejor que recorrer las callejuelas empedradas de sus pueblos medievales. Estos son los diez pueblos medievales españoles que merecen una escapada de fin de semana.

Albarracín (Teruel)

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En cualquier lista de pueblos medievales españoles que se precie tiene que haber un hueco para Albarracín. Este pueblo turolense, situado a las orillas del río Guadalaviar y construido sobre un peñasco a más de 1.100 metros de altura sobre el nivel del mar, dibuja una silueta fortificada de gran belleza. Sus casas, hechas de barro y madera, se amontonan en unas calles estrechas y empedradas de orografía retorcida.

El origen de Albarracín se remonta al siglo XI, cuando la familia bereber Ibn Razin instituyó allí un reino taifa. Pese a la evidente huella musulmán en el pueblo, la zona conserva también vestigios celtas y romanos que la convierten en una joya histórica y arquitectónica. Albarracín aún conserva la disposición original del pueblo, su torre del Andador y el sistema defensivo intacto. Imprescindible darse un paseo por las murallas, la Catedral y la Plaza Mayor.

Buitrago de Lozoya (Madrid)

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Este pueblo de la sierra madrileña celebra en el mes de septiembre una feria medieval con mercado artesano y torneos de caballos. Aunque este año el evento ha sido cancelado, septiembre es igualmente un mes idóneo para disfrutar de los colores otoñales en los campos que rodean Buitrago de Lozoya. A apenas una hora en coche desde la capital de España, este pueblo es el único de la Comunidad de Madrid que conserva intacto su antiguo recinto amurallado.

Su sistema defensivo, de origen árabe, es uno de sus grandes atractivos junto a la muralla del siglo XI, el Puente del Arrabal, el Hospital y la iglesia de Santa María del Castillo. A la vera del río Lozoya se levanta este pueblo, repoblado por orden de Alfonso XI, que es un remanso de paz en el corazón de España. Tiene, además, un pequeño Museo Picasso con dibujos e ilustraciones del pintor donados por su barbero, nacido en este pueblo madrileño.

Santillana del Mar (Cantabria)

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Pasear por las calles empedradas de la localidad cántabra es una experiencia difícilmente olvidable. Santillana del Mar está a muy pocos kilómetros de las cuevas de Altamira aunque, evidentemente, su origen es muy posterior. Santillana creció al calor de la Colegiata de Santa Juliana, fundada por unos monjes en el siglo VIII.

La calle del Rey y la plaza del Mercado son las arterias principales del pueblo, que fue en su día un importante lugar de paso del Camino de Santiago. Su patrimonio histórico está excelentemente conservado, y pasearse por sus calles es una auténtica delicia para los sentidos.

La Alberca (Salamanca)

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A unos 70 kilómetros de Salamanca, en el corazón de la Sierra de Francia, está este pueblo atravesado por el Camino de Santiago y la Ruta de la Plata. En sus calles encontramos vestigios de la cultura y el arte cristiano, judío y musulmán, siendo un ejemplo brillante de la pluralidad religiosa que durante siglos fue característica de España.

Sin duda, merece la pena pasear entre sus calles estrechas y laberínticas y deleitarse contemplando las casas de entramado de madera y piedra. La Plaza Mayor es el rincón más peculiar del pueblo, con sus bellos balcones y soportales.

Pedraza (Segovia)

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Desde mediados del siglo XIV hasta bien entrado el siglo XVII, Pedraza fue un importante centro de elaboración de paños de lana de oveja merina, con talleres que abastecían a ciudades como Florencia y Brujas. De su pujanza económica da testimonio la belleza de sus calles edificios.

Es imprescindible visitar su plaza mayor, el castillo, la iglesia de San Juan y la cárcel. La conservación del pueblo es primorosa y muy cuidado, tanto que ha sido galardonado con varios premios por ello.

Covarrubias (Burgos)

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El pueblo burgalense de Covarrubias acoge en sus calles el origen y el espíritu de la esencia castellana. Situado a orillas del río Arlanza, Covarrubios es la primera construcción defensiva castellana.

Declarado  Conjunto Histórico-Artístico Nacional en el año 1965 y Conjunto Histórico en el año 2001, recoge en sus calles vestigios celtíberos, romanos, visigodos, medievales y  barrocos. El Torreón de Doña Urraca es el monumento más emblemático de esta pintoresca localidad.

Peratallada (Girona)

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Situado en la comarca del Bajo Ampurdán, este pueblecito es uno de los mejores para disfrutar de la arquitectura medieval catalana. Buen ejemplo de ello son la iglesia de Sant Esteve, el palacio, el castillo y la Torre de L’Homenatge.

Como corresponde a cualquier pueblo medieval que se precie, Peratallada está rodeado por una imponente muralla y sus calles son estrechas y sinuosas. La Plaça de les Voltes es otro de los encantadores rincones de esta localidad catalana.

Urueña (Valladolid)

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Este pueblo vallisoletano ha sido bautizado como la villa del libro, la primera de España. Pasear por sus libros es encontrarse librerías casi en cada calle.

Urueña es un pueblo en el que la cultura y la literatura están vivos. Además, claro, conserva casi intacto su trazado y arquitectura medieval. Es imprescindible visitar su castillo y subir a su muralla para disfrutar de las increíbles vistas a la llanura castellana.

Zafra (Badajoz)

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Casi mil años tiene el pueblo de Zafra, que fue levantado originalmente como una fortaleza en la frontera entre los reinos de taifas de Sevilla y Badajoz. Este pueblo, conocido como “la Sevilla chica”, ha sido declarada conjunto histórico-artístico de interés nacional por su imponente monumentalidad.

Es toda una experiencia adentrarse en esta villa y su mezcla de elementos defensivos y andalusíes. Lo más reseñable son sus dos plazas principales y el Palacio del Duque de Feria, que alberga ahora un Parador Nacional.

Castellar de la Frontera (Cádiz)

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Este pueblo situado en el campo del Gibraltar fue durante años la frontera entre la zona musulmana y cristiana. De ahí su espíritu y orientación defensiva, imprescindible en una zona de conflicto como aquella. Su edificio más emblemático es la fortaleza nazarí del siglo XII, que recuerda vagamente a la Alhambra de Granda.

El planteamiento y distribución de Castellar de la Frontera se mantiene casi intacto, con sus pintorescas callejuelas y su arquitectura de casas encaladas y moriscas.