El aire contaminado eleva hasta un 50% el riesgo de muerte en recién nacidos

La polución atmosférica aumenta entre un 20 y un 50% el riesgo de muerte de recién nacidos en áreas más contaminadas en comparación con los de zonas menos contaminadas, y puede afectar a la función pulmonar de los niños hasta los ocho años.

Éstas son las conclusiones principales de dos estudios que se presentarán este domingo en el Congreso Internacional de la Sociedad Europea Respiratoria (ERS, por sus siglas en inglés), que se celebrará en Madrid desde este sábado hasta el próximo 2 de octubre.

Uno de los estudios se basa en información de 7.984.366 nacimientos vivos y muertes ocurridas en Inglaterra y Gales entre 2001 y 2012, y obtenidos de la Oficina de Estadísticas Nacionales del Reino Unido.

Los investigadores dividieron estas regiones en cerca de 35.000 pequeñas áreas, cada una de ellas con un tamaño de población similar a 1.500 residentes o 650 hogares; obtuvieron datos de contaminación de cada área por año y calcularon la exposición anual a la polución antes de vincular la exposición a la contaminación con las tasas de mortalidad en cada zona.

Aunque ya se sabe que el aire contaminado está asociado con muertes infantiles, no siempre está claro qué contaminantes del aire están relacionados con fallecimientos por cualquier causa en bebés, desde recién nacidos hasta un año.

TRES CONTAMINANTES

El nuevo estudio muestra que tres contaminantes del aire, concretamente partículas (PM10), dióxido de nitrógeno (NO2) y dióxido de azufre (SO2), tanto por separado como en conjunto, se asocian con un aumento de entre un 20% y un 50% en el riesgo de muerte para los bebés nacidos en las áreas más contaminadas respecto de los de las zonas menos contaminadas.

«Descubrimos que el NO2, las PM10 y el SO2 están vinculados en diversos grados con muertes infantiles por cualquier causa y neonatales y muertes posneonatales. Éste es un hallazgo importante, ya que los contaminantes se producen y derivan de diferentes fuentes», indica Sarah Kotecha, investigadora asociada de la Facultad de Medicina de la Universidad de Cardiff (Reino Unido).

Así, el NO2 y las PM10 se producen principalmente por el tráfico rodado, y el SO2 principalmente por actividades industriales, como la quema de combustibles fósiles para la generación de energía y la extracción de metales a partir de minerales.

Kotecha apunta que la razón por la que el dióxido de azufre se asocia con un mayor riesgo de muertes neonatales mientras podría ser «la transferencia de SO2 a través de la placenta de la madre al feto en desarrollo».

«Nuestros hallazgos muestran que, aunque se han hecho progresos, el desafío sigue siendo rebajar la contaminación del aire para reducir el número de muertes infantiles. Mientras tanto, al comprender cómo la contaminación afecta a los bebés, ya sea directamente o por medio de la madre, podemos enfocar terapias apropiadas u otras intervenciones, dependiendo de la cantidad de exposición a los diferentes tipos de contaminantes», explica.

FUNCIÓN PULMONAR

Por otro lado, Anna Hansell, profesora de Epidemiología Ambiental y Directora del Centro para la Salud y Sostenibilidad Ambiental de la Universidad de Leicester (Reino Unido) presentará este domingo en el Congreso Internacional de la ERC que la exposición al aire contaminado por el tráfico rodado desde el primer trimestre de embarazo y en bebés se asocia con reducciones pequeñas pero significativas en la función pulmonar de los niños de ocho años.

Así, el Estudio Longitudinal de Padres e Hijos de Avon (Alspac, por sus siglas en inglés) del Reino Unido es el estudio más grande que investiga el impacto de PM10 de diferentes fuentes, incluido el tráfico por carretera, en el desarrollo y el crecimiento pulmonar, y analiza cada trimestre del embarazo, así como la infancia y la niñez.

Entre 1990 y 2008, los investigadores calcularon exposiciones a PM10 en 13.963 niños entre 1990 y 2008 por cada trimestre y a las edades de cero a seis meses, siete a 12 meses y luego anualmente a los 15 años. Midieron el volumen de aire que los menores podían expulsar en un segundo (FEV1) y la cantidad máxima de aire que podían exhalar por la fuerza después de tomar la respiración más profunda posible (FVC) a los ocho y los 15 años. Los resultados se ajustaron por edad, sexo y altura.

La cantidad promedio de PM10 proveniente del tráfico rodado al que estuvieron expuestos los niños fue de un microgramo por metro cúbico de aire (mcg/m3), pero la exposición varió de cero a ocho mcg/m3 durante los periodos medidos.

Cada aumento de un mcg/m3 por encima de cero en la exposición a PM10 del tráfico durante el primer trimestre se asoció con una reducción del 0,8% en la función pulmonar, lo que corresponde a una reducción media en la función pulmonar de FEV1 y FVC de 14 y 16 mililitros, respectivamente, a la edad de ocho años.

Los investigadores encontraron asociaciones similares para la exposición al tráfico de PM10 durante el segundo y tercer trimestre, en todo el embarazo y hasta la edad de ocho años. La exposición a PM10 de todas las fuentes durante el tercer trimestre se asoció significativamente con una menor función pulmonar.

«Descubrimos que la exposición al tráfico por carretera PM10 en la vida muy temprana mostró asociaciones dañinas con la función pulmonar en niños de ocho años», recalca Hansell, quien añade: «Las asociaciones fueron más fuertes entre los niños cuya madre tenía un nivel educativo más bajo o fumaba durante el embarazo.

TAMBIÉN EN ADULTOS

Hansell señala que estos hallazgos sugieren que «la contaminación del aire durante el embarazo y la vida temprana tiene impactos importantes en la función pulmonar en la primera infancia, puede afectar el desarrollo de los niños y potencialmente también su trayectoria de salud a largo plazo».

Los investigadores no vieron asociaciones similares entre la contaminación del tráfico y la función pulmonar en niños a la edad de 15 años. «Creemos que esto puede deberse a que los niveles de contaminación del aire, particularmente las emisiones de diésel, se redujeron con el tiempo en que la función pulmonar aumentó en estos análisis. Sin embargo, también es posible que el efecto de la contaminación del aire sea pequeño y que el crecimiento pulmonar sea capaz para superar los efectos adversos en la adolescencia», comenta Hansell.

Esta investigadora indica que no está claro cómo la contaminación del tráfico puede afectar la función pulmonar infantil, particularmente durante el embarazo. Un motivo podría ser que las partículas crucen la placenta y alteren el desarrollo de los pulmones del feto en crecimiento a través del estrés oxidativo (un desequilibrio entre las moléculas de radicales libres y los antioxidantes). Otro es que la exposición prenatal podría inducir cambios epigenéticos (cambios en la función del gen que no implican alteraciones en las secuencias de ADN).

«Es realmente importante priorizar la reducción de los niveles de contaminación del aire para mejorar la salud respiratoria. En un trabajo separado, también hemos demostrado asociaciones con la función pulmonar inferior en la edad adulta, lo que sugiere que la contaminación del aire contribuye al envejecimiento de los pulmones. La salud pulmonar es un marcador de salud general y asociado con numerosas otras enfermedades crónicas», concluye Hansell.

(SERVIMEDIA)