Familias de Madrid acudirán al Defensor del Pueblo por las cocinas industriales junto a un centro escolar

Cerca de mil familias del colegio público Miguel de Unamuno, en el distrito de Arganzuela, y comunidades de vecinos del entorno presentarán una queja ante el Defensor del Pueblo ante la instalación de una cocina fantasma en un barrio residencial y «pegada al centro escolar» porque «generará tráfico, ruido y contaminación».

Reclaman así «la protección del derecho a la salud de los niños del colegio Miguel de Unamuno y vecinos del barrio». También se ha puesto en marcha una campaña en Change.org para recoger firmas. En pocas horas han conseguido reunir 1.650.

La comunidad educativa y vecinal ha firmado un comunicado en el que explican que las cuatro chimeneas de estas cocinas industriales dan directamente al patio del colegio, lo que supondrá «poner en riesgo la salud del alumnado».

Ya han pedido al Ayuntamiento de Madrid que paralice de inmediato las obras de las cocinas y la apertura del negocio industrial. «Creemos que la producción de comida a destajo para su reparto a domicilio en estas instalaciones pondrá en riesgo la salud de los alumnos y vecinos por el aumento de tráfico, ruido y contaminación, en una zona que debería ser segura para los niños y residentes y no un polígono industrial», han argumentado.

Las familias del colegio y el vecindario están solicitando la paralización de la licencia de obra vía reclamaciones a la Junta de Distrito de Arganzuela y al área de Desarrollo Urbano del Ayuntamiento, aplicable también a las siguientes licencias que se necesitan para su apertura.

Ponen sobre la mesa que la decisión de conceder este tipo de licencias «se contradice con las declaraciones del delegado de Desarrollo Urbano, Mariano Fuentes, en la comisión de febrero», cuando declaró que como las cocinas industriales se engloban dentro de ciertas modificaciones del Plan General, suspenderían el otorgamiento de licencias mientras se tramita dicha modificación.

Fue en Semana Santa cuando conocieron que iba a abrirse un negocio de cocinas fantasmas en el edificio que colinda con el patio del colegio. Los repartidores deberían rodear el colegio Miguel de Unamuno para recoger y salir con los pedidos, unido a que dos de las tres calles en las que se encuentra el centro, Alejandro Ferrant y Juana Doña, quedarían «invadidas por las motos».

A Fuentes le han alertado de la «peligrosidad derivada de tener una fábrica de actividad industrial pared con pared con el colegio» porque «no es solamente un obrador». Según han podido conocer, «se están instalando doce cocinas industriales que estarán equipadas con doce cocinas a gas de cuatro fuegos, 24 freidoras y doce hornos de gas».