Por qué no deberías comprar un pollo de súper con rayas blancas

Conviene fijarse bien en lo que compramos en el supermercado. Aunque, hay que reconocerlo, no siempre lo hacemos. Vamos como zombies por los pasillos llenando el carrito y tachando la lista de la compra. Luego, al llegar a casa, llegan las sorpresas. Sacamos lo que hemos comprado de las bolsas y no tiene el aspecto ni la pinta que habíamos esperado. Puede pasarnos con el pollo, por ejemplo, si no miramos bien lo que nos estamos llevando a casa.

No es en absoluto recomendable comprar ni comer un pollo que tenga rayas blancas en su superficie. De hecho, podría discutirse si los supermercados deberían tener a la venta estos productos. ¿Qué significan estas rayas blancas en el pollo, y por qué deberíamos evitarlas a toda costa?

Carne menos tierna

Pollo

No es raro, si nos fijamos bien, ver que los pollos presentan unas rayas blancas en medio del músculo, en la misma superficie. Posiblemente nunca nos hayamos parado a preguntarnos qué diablos será eso. Pues esas franjas de color blanco que vemos no son otra cosa que grasa, y son producto de las condiciones en que se crían a los pollos. En la ganadería industrial se procura que los pollos crezcan rápido para que estén listos pronto para su consumo, y se les engorda artificialmente para lograrlo. 

Lo que se consigue de esa forma es que el pollo se hinche más allá de lo que lo haría si creciese de forma natural. Esas marcas que vemos son concentraciones excesivas de grasas que, según los estudios de las universidades estadounidenses, afectan a la calidad de la carne y la hacen menos tierna. Lo ideal sería que el pollo no tuviese marcas y tuviese un color homogéneo.