Los ganaderos se resignan al invierno con el mosquito culicoide

El brote de la enfermedad causada por el mosquito culicoide, conocida como Enfermedad Hemorrágica Epizoótica ha sido uno de los problemas más complicados que los ganaderos han tenido que enfrentar en los últimos años. Tras una seguidilla de crisis que empezó con la pandemia, pasó por una larga sequía y ahora debe afrontar una plaga que afecta sobre todo a los animales pensados para la reproducción. 

El resultado es una plaga que el público puede ignorar, después de todo la enfermedad causada por un piquete del mosquito genera síntomas principalmente en los animales de mayor edad que no son los que se venden al público y además la carne infectada no supera los filtros para llegar a los mercados. Si bien es una buena noticia para el consumidor, es una preocupación extra para los ganaderos, que además sufren a la hora de levantar la alarma. 

La realidad es que se trata de una situación delicada. Al menos así lo cuenta el encargado del sector vacuno de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), Joaquin Gargallo. Él explica que desde la coordinadora han buscado apoyo de las comunidades autónomas, que son las que tienen la competencia en estos temas, y al gobierno central. No solo con ayudas económicas para reponer el ganado perdido, sino también para ayudar a informar de la situación. 

«Hay tantas situaciones como comunidades autónomas, porque cada una va a su ritmo. Pero quizás la más avanzada es Cantabria que ya ha dado pasos tanto en ayudas económicas como en información», comentó Gargallo por teléfono con el diario Que. El ganadero también expresó que ha habido reuniones con el Gobierno para que esté adelante los esfuerzos de educar en el tema, además de intentar coordinar las acciones necesarias para enfrentar el problema. 

De momento los propios ganaderos han tenido que tomar medidas. Por un lado, el control cercano previo a que los animales muestran síntomas, y el rociar su cuero con insecticidas que puedan alejar al bicho sin dañar la carne. Del otro una vez que tienen la enfermedad se procede al tratamiento y al seguimiento cercano de cada caso, pero en muchas ocasiones este no es suficiente para evitar las pérdidas. Sin embargo, el propio Gargallo acepta que no es demasiado lo que pueden hacer. 

«No queda más que apretar los dientes» comenta. Es que los brotes previos en Sicilia y el norte de España dejan claro que al final no queda más que esperar para que el ganado adquiera la inmunidad necesaria, cosa que esperan ocurra tras el verano. Mientras tanto se intenta mantener todo el control posible y mantener el mosquito culicoide en cantidades controladas.

HUEVOS EN LUGARES INSOSPECHADOS 

Según explican desde la COAG uno de los problemas más difíciles de asumir a la hora de afrontar la «convivencia» con el bicho es que al no ser propiamente un mosquito, sino un «jején» es complicado ubicar donde ponen los huevos. Aunque el insecticida usado sobre la piel de los animales evita que pongan sus nidos, el hecho de que no necesitan los cuerpos de agua estancada que requieren otras especies similares hace que sea más difícil de controlar que otros insectos similares. 

Esto pone a los ganadores en situación de asumir una vigilancia constante con las zonas húmedas, un problema que las lluvias recientes pueden empeorar. Es un factor que los deja bastante indefensos frente a la plaga, y que los obliga a contar con que sea la propia inmunidad de rebaño la que ayude a paliar la situación a largo plazo. Es una situación que parece que solo el tiempo puede resolver, pero que evidencia las ayudas que requiere el sector para superar una situación complicada y que se ha ido alargando debido a la acumulación de crisis.

CRISIS SIMULTÁNEAS PARA LOS GANADEROS

Si un punto se repite en los comunicados de la COAG, y en las declaraciones de Gargallo, es que parte del problema es que la acumulación de crisis no le ha dado un respiro al sector. En particular la sequía especialmente cruel de este verano ha afectado no solo la agricultura, sino que además la crianza de ganado se ha complicado por el mismo problema. Sumado a la crisis inflacionaria, que afecta a toda la economía, y el proceso de recuperación post pandémica es evidente que la ganadería necesita ayuda.

Pero de momento siguen lidiando, bastante solos, con esta plaga tan particular. En un momento en que algunas voces piden que se consuman menos productos cárnicos la realidad es que estos siguen siendo parte central de la dieta de buena parte de los españoles, por lo que hay que seguir su situación de cerca. De momento hay que contar con la inmunidad para que el sector pueda pasar la página, pero necesitará ayuda para llegar allí de la mejor forma posible.