Indefensión infantil y reactividad, el trastorno pequeño ha crecido como un gigante

La indefensión infantil y reactividad de 6 a 12 años

La indefensión tiene su origen en la infancia. No obstante, es la gran desconocida de los trastornos y reacciones en la infancia y la etapa prepuberal.

Los desencadenantes que ocasiona son variados. Genera incapacidad, inseguridad, miedo y autodesconfianza. Las experiencias tempranas de impotencia y desesperanza se instalan en la edad adulta como forma de vida bañada de tristeza, con la falsa creencia de que todo está perdido haga, lo que haga. El niño lo sufre a escondidas. De ahí la importancia de profundizar en los momentos críticos de los 6 a los 13 años.

El modelo de indefensión ha servido, a principios de siglo, para explicar en parte, los trastornos que con frecuencia originan el fracaso en la adquisición de aprendizaje, la socialización, la depresión desde el victimismo por rechazo y la apatía.

El peligro de la indefensión radica en el desencadenante mediante una serie silenciosa de acontecimientos internos consiguiendo que los factores del problema pasen inadvertidos. Nadie se da cuenta de lo que ocurre en el interior del niño entre los 6 y los 13 años. Su rendimiento disminuye en todas las áreas de su vida, es lo que se conoce como indefensión infantil.

Indefensión: ¿qué es?

La indefensión hace referencia una serie de desencadenantes con pérdida de la confianza en sí mismo, pérdida de la motivación interna, pérdida de control sobre los acontecimientos que el niño vive en su contexto que generan un comportamiento reactivo de evitación, rechazo o sumisión. Pierde la confianza absoluta en su persona y cree que todo lo que le ocurre es por su culpa y que se lo merece. Esta deficiencia en su forma de pensar arroja un alto grado al considerarse merecedor de lo que le ocurre. Perdiendo todo entusiasmo por recuperar su esencia, llegando a la desesperanza.

Algo en su entorno le frena repetidas veces a no ser él mismo, integra en su repertorio de relación «yo no valgo», «no merece la pena intentarlo». Su ámbito social se ve afectado irremediablemente. Hace referencia a una serie de modelos de actuación y toma de decisiones con pérdida de la confianza en sí mismo, de la motivación.

Pierde la confianza absoluta en su persona hasta tal punto que cree que todo lo que le ocurre es por su culpa, que se lo merece. Considera no sentirse válido para el mundo.

El término indefensión acuñó el nombre en 1965 por los experimentos de laboratorio que realizó el psicólogo Martin Seligman y que posteriormente la teoría de Seligman y Peterson (1986) fue ampliada en adultos. Sin embargo, actualmente existe una prevalencia alta en los casos de 6 a 13 años detectados. 

Pilar Ferreiro Psicoterapeuta lleva estudiando este término y atendiendo en consulta casos de niños con reactividad e indefensión. Observa que expresan miedo a causar daño sobre sí mismos, miedo a autolesionarse sin motivo, miedo por falta de control de sus propios actos y en la toma de decisiones ante el grupo iguales. La indefensión tiene alto porcentaje de peligrosidad en la adolescencia. Pero, la gran incógnita que Pilar Ferreiro plantea es la importancia de tratar los casos a tiempo, la indefensión vulnera el crecimiento y su sano desarrollo completo del niño.

La especialista quiere dar a conocer tanto a padres, como a educadores la importancia por facilitar – prevenir – los casos que se registran con alguno de los síntomas más destacados como: bajo estado de ánimo, disminución de sus calificaciones, desmotivación por aprender, falta de autonomía para resolver retos, incapacidad de reflexionar o abstraer la información o incapacidad para defenderse, queda paralizado en el grupo de iguales, en el aula y en lugares públicos.

Destacar tres factores: motivación (disminución de la tasa de respuestas operantes y aumento de cierta «latencia en respuestas operante»), cognitivas (dificultad para aprender nuevas respuestas reforzadas) y emocionales (sentimiento incapacidad y desesperanza, lo da todo por perdido). Sin embargo, la manera en la que afecta sobre su personalidad determina su vida.

Cuando estos chicos no son detectados y tratados a tiempo, en la vida adulta suele confundirse con alteración grave de personalidad. De ahí la importancia de detectar a tiempo si el niño sufre “reactividad e indefensión infantil”. En este sentido, estudios recientes detallan un aumento de casos de suicidio en la franja de edad reseñada.

Pilar Ferreiro lleva desde el 2003 tratando casos infantiles con un mismo hilo conductor. «La indefensión en la infancia incapacita su rendimiento, su estado de ánimo, genera aguda incapacidad para reflexionar, no vale o no es capaz de conseguir retos» (buscando la aprobación de sus padres, intenta sentirse valorado, que le reconozcan sus compañeros, que sus padres se sientan orgullosos, conseguir buenas notas, autonomía para resolver sus tareas escolares solos etc.)», afirma la experta psicopedagoga y psicoterapeuta infantil. Genera una sucesión de estados internos con alto índice de nerviosismo y ansiedad que incapacita. Los niños, por su constitución, presentan más vulnerabilidad al trastorno de reactividad e indefensión en la infancia, sin embargo, en la edad adulta ocurre lo contrario.

María explica su motivo de consulta

«Creo que mi hijo reacciona de forma desmesurada, es muy sensible y la manera de comportarse en casa, suele ser o muy callada o a veces muy agresivo. Hemos pensado que quizás esté integrando en su forma de comportarse sentimientos de indefensión. A veces, y cuando tiene razón, no trata de defenderse. Le vemos desanimado, además, la profesora nos ha comentado que no responde ante sus compañeros, ha bajado sus calificaciones y se muestra desanimado, no tiene motivación por aprender. Nos sorprende, porque hace tan solo dos meses era todo lo contrario. Es conveniente que busquéis ayuda profesional. Es cierto», refiere la mamá, «cuando llega a casa se encierra y no quiere saber nada de nadie.

Los padres llegan a consulta preocupados. Afirman que les gustaría conocer ¿Qué están haciendo que pueda provocar en él ese comportamiento? «Quizás estamos haciendo algo que le afecta de forma negativa», añade María, «y no nos damos cuenta de ello».

La importancia de detectar a tiempo

Prevenir los desencadenantes que ocasiona la reactividad e indefensión infantil evita el trastorno. Detectar a tiempo aumenta la calidad de vida, el bienestar infantil, seguridad del adolescente, le capacita para ser dueño de su vida y de sus decisiones. Recupera su esencia, el control que necesita.

“La paternidad/maternidad requiere (…) experiencia y sentido de control sobre la propia vida, saber que las propias necesidades psicológicas están cubiertas (…) la esencia de la paternidad es ‘dar’, por eso parece razonable que los padres más competentes (Belsky) sean adultos con madurez para el rol, sintiéndose así mismos con el control suficiente sobre su propia vida, sobre su contexto laboral, sobre sus amistades, sin olvidar su disfrute por la vida” (Belsky). Sin embargo, muchos adultos han desarrollado reactividad a su contexto e indefensión que trasladan a sus hijos sin darse cuenta.

Este artículo tiene el firme propósito de dar a conocer la importancia de prevenir el trastorno, de ofrecer soluciones y acompañar los procesos a tantas familias que desean entender el sufrimiento generado tras la pandemia, la afección social en su hijo y sobre todo, dar solución rápida. En este sentido, cada niño recibe un estudio personalizado único, más un tratamiento como traje a medida con el soporte a la familia.

Pilar Ferreiro es Psicopedagoga Clínica, con especialidad como Psicóloga clínica de la Educación; Psicoterapeuta, experta en Desarrollo Base, Reactividad e Indefensión, Personalidad y Rendimiento escolar del Logro; Colegiada por el Colegio Oficial de Valencia.

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