Las escenas de acción más agobiantes de la saga «Misión Imposible»

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Las de “Misión Imposible” están en el grupo de esas películas que todos hemos visto en alguna ocasión. Con toda nuestra atención o de fondo mientras dormimos la siesta, enteras o a cachos, en orden o según las echasen por la tele. Tom Cruise hizo en ellas uno de los papeles por los que será recordado en la posteridad. Pura adrenalina, acción, intriga y también algo de glamour. Un James Bond un poco más moderno y menos inglés.

También es “Misión Imposible” parangonable a películas como “Bourne” o “Ethan Hunt”. Puro cine de espías, aunque cada cual con sus singularidades. Lo que claramente distingue a “Misión Imposible” de las demás son sus escenas de acción grandilocuentes e inverosímiles. Fantasmadas con mucha frecuencia, pero eso no le quita interés a la película. Más bien al contrario: los espectadores de “Misión Imposible” quieren explosiones, tiroteos, caídas al vacío, persecuciones de locura…Y los guionistas les dan lo que piden.

Escalar el edificio más alto del mundo

Esto es lo que hace Tom Cruise en “Misión Imposible: Protocolo Fantasma”, la cuarta de las seis películas que componen la saga. El agente Ethan, por azares de la vida del espía, se ve obligado a escalar el Burj Khalifa, el edificio más grande del mundo. Una construcción de 825 metros de altura a las que el espía se enfrente con la simple ayuda de unos guantes adhesivos.

Los minutos que dura esta escena condensan a la perfección la esencia de la saga. El suspense, el drama, la tensión, el vértigo y la perpetua lucha contra el reloj. Y no se grabó como seguramente estés pensando.

No hay ningún doble que se metiese en la piel del actor para hacer el trabajo sucio. De eso nada. El propio Tom Cruise se armó de valor para rodar estas escenas tan complicadas y angustiantes. 

Infiltrándose en el edificio de la CIA

Esta parte de la primera película es también un ejemplo paradigmático de suspense bien llevado. El espectador, en su sofá, está con el corazón en un puño, como si fuese él mismo el que está colándose en el cuartel general de la inteligencia estadounidense.

A ello contribuye en buena medida el silencio de toda la escena. No se oye nada, lo cual hace que nos metamos todavía más en la situación. La coyuntura es de riesgo máximo. No en vano, Ethan y los suyos se han colado en un cuartel de la CIA para robar unos documentos secretos. 

Como no son tontos y saben cómo se las gasta la CIA, son conscientes de que el más mínimo fallo es sinónimo de cárcel en el mejor de los casos, y de muerte en el peor. No es ninguna broma. No hacen falta explosiones ni fuego ni disparos para tener conquistar al espectador de películas de acción. Siempre se de agradecer la delicadeza y la elegancia. 

Literalmente, sin respiración

Nada puede tener más en vilo a un espectador que esos minutos que deciden sobre la vida o la muerte de un personaje. Un recurso viejo, pero que sigue funcionando si se utiliza con maestría. Un ejemplo claro de ello lo encontramos en “Nación secreta”, la penúltima película de la saga “Misión Imposible”, estrenada en 2015.

Pongámonos en situación. Ethan Hunt, ya lo sabemos, trabaja prácticamente como si fuera un agente secreto freelance. En un momento dado une sus fuerzas con Ilsa Faust, interpretada por Rebecca Ferguson. Su objetivo es manipular un superordenador para poder infiltrarse en El Sindicato, un grupo terrorista que Ethan está persiguiendo. 

Pero, claro, la cosa no iba a consistir en poner un usb o un cd en el ordenador e irse a casa a esperar. Eso no sirve en las películas de “Misión Imposible”. Hay que complicarlo todo, efectivamente, hasta lo imposible. Entonces resulta que el ordenador en cuestión está custodiado bajo el agua y es imposible bucear hasta él llevando bombona de oxígeno. Hunt y Faust tienen solamente dos minutos para manipular el ordenador y escapar sin que les pillen. Y sin morirse ahogados, claro. Una escena ideal para llegar a las puertas del infarto.

Hay que salir de aquí

Otra de las escenas clásicas de la saga, esta de la película “Misión Imposible 3”, del año 2006. Ethan Hunt, pese a su aplomo y firmeza, también flaquea y se arrepiente en ocasiones de sus comportamientos impulsivos. Cosas de espías, supongo. En esta escena en concreto, Hunt estuvo a punto de pagar muy cara su osadía.

El agente secuestro decide secuestrar al malvado Owen Davian. Pero, claro, secuestrar a un villano no es fácil.Y, sobre todo, no puede uno esperar que sus subordinados se queden de brazos cruzados. Los matones a sueldo de Davian cortaron el puente por el que debía cruzar Hunt, dispuestos a acabar con él de cualquier forma y liberar a su amo. 

Lo segundo lo consiguen. Lo primero es evidente que no, pero poco les falta. Ethan Hunt es consciente de que está en inferioridad de condiciones contra los misilazos y las armas automáticas de sus enemigos. Al final, libra de puro milagro gracias a ese sexto tan sentido tan característicos de los espías. 

Robar en el Kremlin

A priori, misión imposible conseguirlo. Pero, claro, de eso va precisamente “Misión Imposible”: de demostrar que lo imposible no lo es tanto. A nivel cinematográfico y técnico, esta escena es un prodigio de maestría. Y, además, para empezar la película, pues esta escena es la que abre “Protocolo Fantasma”, del año 2011.

Como siempre, el agente Etanh Hunt debe colarse en las instalaciones del Kremlin para robar un expediente que necesita en sus investigaciones. Los planes no acaban de salir como él esperaba, pero ciertamente eso es lo de menos. De hecho ahí reside parte de la gracia de la escena: ese giro de guion inesperado y una espectacular persecución para rematar la faena. 

Hunt no va solo esta vez, sino acompañado de Benji. Utilizan todo tipo de gadgets y aparatos para conseguir burlar la seguridad que protege los archivos secretos del Estado ruso. Y todo para nada.