La ONU advierte que España enfrenta una “fertilidad ultrabaja” debido a la persistente disminución de la tasa de nacimientos en el país. Según el informe del Departamento de Asuntos Sociales y Económicos, España se encuentra entre las naciones que registran una de las tasas de fertilidad más bajas del mundo, con un promedio de menos de 1,4 hijos por mujer. Este fenómeno, conocido como “fertilidad ultrabaja”, coloca a España junto a otros países como Italia, China y Corea del Sur, donde el descenso en la natalidad es preocupante para el futuro demográfico.
La tasa de reposición poblacional, considerada necesaria para mantener una generación del mismo tamaño que la anterior, se sitúa en 2,1 hijos por mujer. Sin embargo, España está lejos de alcanzar este nivel, lo que podría tener consecuencias a largo plazo, como un envejecimiento acelerado de la población y una presión creciente sobre los sistemas de salud y pensiones.
Esta disminución en la natalidad no es exclusiva de España, sino que es parte de una tendencia global. A nivel mundial, la tasa de fertilidad ha caído de 3,3 hijos por mujer en 1990 a 2,5 en la actualidad. El informe de la ONU destaca que esta caída es consecuencia de factores como la mejora en la educación, especialmente para las mujeres, y el mayor acceso a métodos anticonceptivos. Además, el aumento de la esperanza de vida también contribuye a mantener una población mundial creciente durante los próximos cincuenta años, aunque la tasa de fertilidad se mantenga baja.
El fenómeno de la “fertilidad ultrabaja” ha sido interpretado de diferentes maneras en el ámbito político y académico. Mientras que algunos líderes ven en este descenso una amenaza que requiere intervención inmediata, los expertos destacan que la caída de la fertilidad puede ser resultado de decisiones personales más informadas, que responden a dinámicas sociales, económicas y culturales contemporáneas. En muchos países, especialmente en Europa y Asia, las personas retrasan cada vez más la maternidad o deciden tener menos hijos debido a las incertidumbres económicas y a los cambios en las estructuras familiares.
Un desafío demográfico: España entre los países con “fertilidad ultrabaja” según la ONU
España se enfrenta a un gran desafío demográfico, al ser uno de los países con la tasa de fertilidad más baja del mundo. En la actualidad, la media de nacimientos vivos por mujer en España es de menos de 1,4, lo que sitúa al país en el grupo de naciones con «fertilidad ultrabaja». Este término se utiliza para describir a aquellos países donde las mujeres tienen, en promedio, significativamente menos de 2,1 hijos, la cifra mínima necesaria para mantener una población estable a largo plazo sin contar con la inmigración.
En comparación con otros países en una situación similar, España no está sola. Italia, Corea del Sur y Japón, entre otros, también registran tasas de natalidad ultrabajas. Estos países comparten características como altos costos de vida, dificultades para equilibrar la vida laboral y familiar, y una creciente falta de interés en tener hijos entre las generaciones más jóvenes. Sin embargo, España destaca por la rapidez con la que ha llegado a esta situación, una tendencia que ha sido evidente desde principios de la década de 2000.
Las causas de esta baja fertilidad en España son múltiples y complejas. Entre los factores más relevantes se encuentran la precariedad laboral, especialmente entre los jóvenes, y el elevado costo de la vivienda, que retrasan o imposibilitan la formación de familias. Además, la falta de políticas efectivas de apoyo a la conciliación entre la vida laboral y familiar y la limitada disponibilidad de servicios como guarderías asequibles también juegan un papel fundamental en la decisión de tener menos hijos.
La «fertilidad ultrabaja» tiene implicaciones significativas para el futuro de la población española. A medida que la población envejece y la tasa de nacimientos sigue disminuyendo, España deberá prepararse para enfrentar desafíos como el aumento de la demanda de servicios de salud y pensiones, la reducción de la fuerza laboral y la necesidad de inmigración para mantener la estabilidad económica y social.
Factores detrás de la caída de la natalidad: ¿Qué está impulsando este fenómeno?
La disminución de la natalidad en España se debe a una combinación de factores socioeconómicos, culturales y estructurales que afectan a las familias de manera directa. En primer lugar, el elevado coste de la crianza representa un desafío considerable para muchos hogares. Según estimaciones, el gasto mensual por hijo puede rondar los 700 euros, una cifra difícil de asumir en un contexto de precariedad laboral y salarios bajos, especialmente entre los jóvenes. Esta carga económica disuade a muchas parejas de ampliar la familia, particularmente en un mercado laboral donde la estabilidad es la excepción y no la norma.
Además del coste económico, el acceso a la vivienda también juega un papel fundamental en la baja natalidad. Los elevados precios de compra y alquiler dificultan que los jóvenes accedan a un hogar adecuado para formar una familia. La falta de políticas de vivienda asequibles y la creciente dificultad para conseguir hipotecas o alquileres estables hace que muchos decidan postergar o incluso descartar la idea de tener hijos. Esta situación se agrava en las grandes ciudades, donde el coste de la vivienda es aún más prohibitivo.
La precariedad laboral y la falta de apoyo en la conciliación familiar son otros factores críticos. Las tasas de temporalidad y desempleo juvenil en España siguen siendo alarmantemente altas, lo que genera incertidumbre sobre el futuro y limita las decisiones reproductivas de las personas. La ausencia de medidas de conciliación laboral, como permisos parentales adecuados y horarios flexibles, también impide que las familias puedan compaginar el trabajo con el cuidado de los hijos, una tarea que, en muchos casos, recae de forma desproporcionada en las mujeres.
Culturalmente, también se observan cambios significativos. La maternidad tardía es una tendencia en aumento, influenciada por la búsqueda de estabilidad profesional y personal antes de formar una familia. En España, la edad media de las mujeres en el nacimiento de su primer hijo es una de las más altas a nivel mundial. Este retraso en la maternidad reduce las probabilidades de tener más hijos, contribuyendo a una tasa de natalidad más baja.
La falta de políticas públicas efectivas en apoyo a la familia y la infancia ha agravado la situación. España destina un porcentaje de su PIB a la protección social de la familia y la infancia por debajo de la media europea, lo que se traduce en menores ayudas directas a las familias y escasos incentivos para fomentar la natalidad. La reciente tramitación de una nueva ley de familias que incluye medidas de apoyo a la conciliación laboral y familiar subraya la urgencia de implementar políticas más efectivas que faciliten la decisión de tener hijos y contribuyan a frenar esta tendencia a la baja.
El futuro de la población española
El futuro de la población española estará marcado por cambios demográficos significativos que redefinirán su estructura y dinámica en las próximas décadas. Con una esperanza de vida que sigue aumentando, España se consolidará como uno de los países más longevos del mundo. Este fenómeno traerá consigo un crecimiento notable en el número de personas mayores, especialmente aquellas que superen los 85 años. Como resultado, la composición de la población mostrará una pirámide invertida, con un porcentaje más alto de personas mayores en comparación con las más jóvenes.
Si esta tendencia persiste, España podría enfrentar una disminución de la población activa, lo que afectaría negativamente el crecimiento económico y la sostenibilidad del sistema de bienestar. Además, el envejecimiento de la población aumentará la presión sobre el sistema sanitario y de pensiones, ya que habrá menos personas jóvenes para sostener a una creciente población de mayores.
Al mismo tiempo, la sociedad española experimentará una transformación en sus estructuras familiares y en las formas de convivencia. Con menos nacimientos y una tendencia a posponer la maternidad, las familias serán más pequeñas y las generaciones estarán más distanciadas en edad. Esto creará un nuevo tipo de vínculos intergeneracionales, donde abuelos y bisabuelos tendrán un papel cada vez más relevante en el apoyo emocional y social dentro de las familias, especialmente en contextos urbanos.
En los próximos años, la migración continuará siendo un factor clave que influirá en la evolución de la población española. España seguirá atrayendo a inmigrantes debido a su calidad de vida, su economía y su posición geográfica. Esta inmigración jugará un papel fundamental en la diversificación cultural y demográfica del país, introduciendo nuevas dinámicas sociales y contribuyendo al rejuvenecimiento de la fuerza laboral, a la vez que enriquecerá la cultura y los valores locales.