Reforestación o la receta natural contra el cambio climático

Si seguimos contaminando al ritmo actual, en 12 años los efectos sobre el clima global serán irreversibles. Lo dice el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Las cifras son tozudas y muestran la necesidad, primero de reducir y compensar, pero después de detener, las emisiones a la atmósfera de Gases de Efecto Invernadero (GEI). Y el papel que juega la reforestación en este proceso es crucial. Pero no solo basta con no emitir más, sino que para lograr mitigar el calentamiento global y salvaguardar el planeta, implica además extraer el carbono acumulado en la atmósfera. Y conseguirlo pasa necesariamente por la reforestación. La reforestación consiste en desarrollar una silvicultura que contribuya a repoblar zonas deforestadas por incendios u otros motivos. La devastación que provocan los incendios forestales genera importantes daños, no sólo para la biodiversidad de los territorios, sino para el desarrollo económico y social del ámbito rural. La conservación de los bosques contribuye a fijar población en estos entornos y, por tanto, a generar empleo local en zonas, que sin otras alternativas están condenadas a la despoblación y al olvido. La prevención de incendios forestales se constituye como una medida necesaria, así como la reforestación de zonas ya afectadas por el fuego, que permita devolver la vida a los bosques. Tampoco conviene olvidar que los árboles son un sumidero de carbono natural ya que, a medida que crecen, absorben CO2 y lo convierten en troncos, hojas y raíces. De ahí la necesidad de preservar los bosques o repoblarlos si peligra su conservación a causa de plagas u otros efectos naturales. Mientras un árbol viva, ese carbono permanecerá en su interior. Por eso, se hace imprescindible la plantación masiva de árboles nuevos para conseguir frenar el creciente deterioro del planeta. Sin los bosques la vida en la Tierra sería imposible. Su papel en la lucha contra el cambio climático es fundamental ya que son capaces de absorber cada año unos 2.000 millones de toneladas del principal gas de efecto invernadero y gran culpable del calentamiento global, el CO2.

UN PLANETA SIN RECAMBIO

Solo tenemos este planeta para vivir. No hay recambio posible y, pese a ello, la sociedad se empeña en vivir al margen de esa realidad, contribuyendo al deterioro del planeta durante décadas. Ahora la comunidad internacional manifiesta que el reto climático no se puede demorar más, aunque todavía hay países que se sienten perjudicados por esa lucha y no están dispuestos a arrimar el hombro. “El gobierno brasileño, sospechoso de participación en la deforestación ilegal del Amazonas” o “La temporada de incendios 2021 en California será peor que en 2020”, son solo dos de los cientos de titulares de prensa que atestiguan la creciente deforestación de los bosques en el mundo, unas veces por la descontrolada acción humana, otras veces por los efectos de la naturaleza.

LA DEFORESTACIÓN DEL PULMÓN DEL PLANETA

La deforestación de la selva amazónica de Brasil (autentico pulmón del planeta) sigue creciendo ante la cada vez mayor preocupación del resto del mundo. En el mes de abril creció un 43% con respecto al mismo mes de 2020. En los primeros cuatro meses de 2021, la deforestación en el Amazonas brasileño totalizó 1.157 kilómetros cuadrados. En la década de los 90 esta selva absorbía 2.000 millones de toneladas de CO2, que según datos de Greenpeace ahora se traducen en la mitad. Los humanos eliminamos unos 13 millones de hectáreas de bosque cada año. Son cifras inaceptables en la situación en la que nos encontramos, una situación que debemos revertir de forma inmediata. El cuidado y respeto de los ecosistemas terrestres también se incluye en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU. En concreto, del número 15: ‘Vida de ecosistemas terrestres, que busca proteger, restablecer y promover su uso sostenible’. La Comisión Europea, con la aprobación de los principales elementos de la Estrategia sobre Biodiversidad para 2030, hizo hincapié en restaurar en toda Europa los ecosistemas marinos y terrestres degradados. Entre las diversas acciones propuestas, destaca la plantación de 3.000 millones de árboles para 2030. La reforestación necesita de un plan global que permita una optimización del trabajo en las zonas más sensibles. Según un estudio publicado en la revista Science la tierra tiene espacio para sustentar 900 millones de hectáreas de cobertura forestal, una superficie equivalente al tamaño de todo Estados Unidos. Los árboles plantados en una superficie así podrían eliminar el 25% del exceso de CO2 y otros GEI de la atmósfera, compensado décadas de emisiones humanas. Además, con la reforestación no solo se consigue la reducción de los GEI, también se evita la pérdida de biodiversidad y la erosión del suelo; permite que las cuencas hidrográficas revivan; impide en un alto porcentaje la exposición de los seres humanos a enfermedades zoonóticas, y aumenta la calidad de vida de los habitantes de este planeta llamado Tierra.