Disfrutar de un buen helado bajo el sol abrasador del verano es un placer casi universal. En cuanto suben las temperaturas, nuestras visitas al supermercado suelen terminar con el congelador repleto de estos refrescantes caprichos. Pero no todos los helados son iguales. Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), hay dos opciones muy populares que, por su perfil nutricional, conviene mantener lejos de nuestra dieta diaria.
A pesar de su apariencia inofensiva —y muchas veces hasta infantil—, algunos de los helados más vendidos esconden cantidades alarmantes de azúcar y grasas saturadas. La OCU no busca prohibir el placer de darse un gusto, pero sí educar al consumidor. Porque cuando se trata de salud, hasta lo que parece inofensivo puede tener su trampa.
1Helados en el punto de mira: qué hay detrás de sus etiquetas

La OCU ha vuelto a poner la lupa sobre los productos más cotidianos del verano: los helados. Este 2025, en un análisis riguroso y comparativo, la organización ha evaluado la composición nutricional de varias de las referencias más vendidas en supermercados españoles. Y aunque los resultados no sorprenden del todo, sí invitan a la reflexión.
El foco del informe se centra en aquellos productos cuyo consumo suele ser frecuente entre niños y adolescentes. La OCU advierte que ciertos helados —más allá de su marketing atractivo— contienen proporciones excesivas de azúcar, grasas saturadas, aditivos y, lo que es igual de importante, una completa ausencia de fibra o componentes beneficiosos. Esta combinación convierte lo que debería ser un pequeño placer ocasional en un cóctel poco recomendable si se consume con regularidad.
Y no se trata de demonizar al helado en sí, sino de saber elegir. Porque, como bien insiste la OCU, si nos vamos a permitir un capricho, mejor hacerlo con la mayor conciencia posible sobre lo que estamos consumiendo.