Estudio en VIH refuerza el interés en la monitorización de resistencias tras la transición a adulto

El Laboratorio de Epidemiología Molecular del VIH-1, cuya responsable es la doctora África Holguín, y que pertenece al Servicio de Microbiología del Hospital Universitario Ramón y Cajal, al Grupo Biología y Evolución de Microorganismos del IRYCIS y al CIBER de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP), lidera el trabajo en VIH investigación en VIH refuerza el interés en la monitorización de las resistencias tras la transición a adulto en pro del éxito en el control de la infección y para evitar fracasos terapéuticos.

Asimismo, el trabajo, publicado en la revista ‘Scientific Report’, y que cuenta con la colaboración de clínicos de la Cohorte de niños y adolescentes que viven con VIH de España (CoRISPe) integrada en la Red Nacional de Investigación de SIDA (RIS).

El trabajo compara las mutaciones de resistencia a los fármacos antirretrovirales (ARV) y las variantes del VIH en los jóvenes infectados por el VIH y transferidos desde 1997 a 2017 desde las unidades de atención pediátrica a las unidades de adultos de 17 hospitales públicos de Madrid, con la de los pacientes pediátricos infectados no transferidos.

Asimismo, el estudio compara los datos de resistencia obtenidos en la cohorte española de jóvenes transferidos con los publicados en cohortes similares de otros países. También se actualizan las características demográficas, epidemiológicas y virológicas en ambos grupos de pacientes hasta diciembre de 2017.

La población infectada perinatalmente (a través de sus madres) vive hasta la edad adulta, y cada vez hay más adolescentes que están pasando desde unidades pediátricas hasta unidades de adultos hospitalarias. Una gran parte de ellos han estado expuestos a varios regímenes de medicamentos ARV durante su vida y presentan mayor riesgo de desarrollar resistencias y fracasos al tratamiento que los niños y adultos infectados, lo que compromete el éxito de las opciones terapéuticas presentes y futuras.

Por ello, es especialmente necesario comprobar el estado clínico y virológico de esta población transferida, incluyendo estudios de vigilancia periódica que monitoricen la prevalencia y tipos de mutaciones de resistencia a las principales familias de fármacos ARV en uso clínico para asegurar un tratamiento adecuado.

En la población de estudio, 9 de cada 10 transferidos estaban recibiendo tratamiento a fecha de muestreo, y un tercio de ellos había recibido 3 familias de ARV distintos a lo largo de su seguimiento clínico. Entre los pacientes tratados, el presente trabajo reveló que la prevalencia de mutaciones de resistencia adquiridas fue significativamente mayor en los jóvenes transferidos que en los no transferidos, principalmente a inhibidores de la retrotranscriptasa análogos de nucleósido o ITIAN, e inhibidores de proteasa o IP, presentando similar resistencia a inhibidores de la retrotranscriptasa no análogos de nucleósido o ITINAN.

Se observó un descenso en el porcentaje de jóvenes transferidos infectados por virus resistentes que disminuyó para todas las familias de fármacos con respecto a datos previos publicados por el grupo. Asimismo, fueron identificados los fármacos específicos con mayor susceptibilidad en ambas cohortes, lo que representa alternativas interesantes para los regímenes de tratamiento ARV de rescate si fuera necesario.

La mayoría de los IP y los nuevos ITINAN (doravidina, rilpivirina y etravirina) fueron los fármacos que mostraron la mayor susceptibilidad en los virus de los jóvenes transferidos. Entre los pacientes naive (sin tratamiento ARV a toma de muestra), se encontraron 4 transferidos y 2 niños infectados por virus resistentes, siendo en transferidos más frecuentes las mutaciones de resistencia transmitidas frente a ITIAN y en niños a ITINAN.

Las variantes diferentes al subtipo B del VIH-1 fueron significativamente menos frecuentes en transferidos que en no transferidos. A partir de todos los datos del estudio se concluyó que los frecuentes genotipos resistentes encontrados en los jóvenes transferidos justifican la necesidad de reforzar la monitorización de las resistencias después de la transición si queremos buscar el éxito en el control de la infección y evitar fracasos terapéuticos futuros en este colectivo.