Claves sobre la rizartrosis o artrosis en los dedos: cómo afrontarla

La rizartrosis es la artrosis o el desgaste de la articulación de la base del pulgar, la conocida como articulación trapeciometacarpiana, que une la muñeca con el dedo pulgar. Es bastante frecuente en nuestra sociedad actual, especialmente característica en personas que realizan trabajos manuales, como las costureras, los cirujanos o los peluqueros, por ejemplo, o en mujeres a partir de los 40-50 años y fruto de la influencia hormonal y del envejecimiento.

“Es una artrosis muy incapacitante, con una importante repercusión en nuestra vida cotidiana, y que nos impide realizar muchas de las tareas del día a día, porque afecta a la función de la mano, de la pinza, que tanto empleamos. A estas personas les es imposible en muchas ocasiones abrir las tapas de los envases o incluso girar las llaves en las cerraduras”, explica el doctor Vicente Carratalá, jefe de la Unidad de Mano de Quirónsalud Valencia y especialista en el tratamiento de esta enfermedad.

Así, este experto enumera los principales síntomas en esta patología tan habitual en la consulta del traumatólogo: el dolor en la base del pulgar -principal síntoma-, que mejora con reposo y aumenta con la movilidad de la articulación; deformidad en la articulación que impide la realización de movimientos que antes sí eran posibles; pérdida progresiva de fuerza; dificultad al realizar movimientos con el dedo pulgar; y rigidez en la articulación -este dedo ya no permite hacer la pinza o pellizcar, por ejemplo-.

“Los pacientes afectados por la rizartrosis refieren dolor en la zona de la muñeca desde donde emerge el pulgar y que aparece al coger y al utilizar objetos. Este dolor provoca que no se puedan coger los objetos con fuerza y poco a poco se pierda movilidad en el pulgar”, afirma el doctor Carratalá.

Concretamente, la Sociedad Española de Reumatología indica que dos de cada tres españoles mayores de 65 años sufre rizartrosis y entre sus factores de riesgo, según avanza este cirujano de la mano, se encontrarían, por ejemplo: el género, siendo más frecuente en las mujeres como hemos citado; la edad, aumentado su aparición conforme se van ganando años; la genética, siendo más habitual en quienes cuenten con antecedentes familiares; factores mecánicos fruto de trabajos manuales, y factores hormonales, entre otros.

Primer paso para el tratamiento

El diagnóstico se realiza mediante una exploración del especialista, junto con las imágenes de las manos del paciente. Este experto remarca que el tratamiento dependerá del grado de afectación del paciente.

Como primera línea de tratamiento, este especialista de Quirónsalud Valencia apunta a la farmacología, tipo analgésicos, antiinflamatorios o corticoides, o a las infiltraciones dentro de la articulación, así como al empleo de órtesis y de férulas o la fisioterapia.

“El objetivo en este primer escalón del tratamiento debe ser siempre aliviar el dolor e intentar frenar la evolución de la enfermedad, aparte de mejorar la funcionalidad de la mano del paciente”, admite el doctor Carratalá.

No obstante, y cuando estas vías conservadoras no son suficientes, es necesario emplear tratamientos “más agresivos” para tratar de solucionar la rizartrosis, siendo en algunos casos necesarias las intervenciones quirúrgicas.

En qué consiste la cirugía de rizartrosis

El doctor Francisco Lucas, especialista de la Unidad de Mano de Quirónsalud Valencia, sostiene que para la resolución de este tipo de patologías en su centro hospitalario desarrollan las técnicas “más avanzadas” y aclara que existen distintas opciones terapéuticas, siendo la elección en todos los casos individualizada.

“Se trata de técnicas mínimamente invasivas (artroscopia) y técnicas con prótesis de última generación, que permiten igualar la movilidad del pulgar del paciente con la movilidad natural que tiene en la base del pulgar, consiguiendo así mejores resultados que los procedimientos tradicionales”, detalla este experto.

Un postoperatorio bastante llevadero

El doctor Carratalá reconoce que el postoperatorio es “bastante llevadero”, al tiempo que asegura que “no es doloroso para los pacientes”, gracias a que estas técnicas más avanzadas se realizan a través de pequeñas incisiones que favorecen igualmente una menor cicatriz quirúrgica, con un mejor resultado estético, aparte de un menor riesgo de dañar los nervios o ligamentos propios de la articulación.

“De esta manera no se produce un gran traumatismo en los tejidos, ni tampoco la inflamación posterior que otras técnicas sí conllevan”, sostiene el traumatólogo. Además, y tras una breve inmovilización, en pocos días el paciente podrá mover su dedo y en unas dos semanas, aproximadamente, podrá comenzar con la rehabilitación. “Al mes y medio la mano ya pueda tener función útil y el paciente desarrollar sus actividades del día a día”, destaca este experto en cirugía de la mano.