Condenado a 24 años de cárcel por matar a puñaladas a su pareja delante de sus hijas

La Audiencia Provincial de Madrid ha condenado a 24 años y medio de cárcel a un hombre que mató el 17 de septiembre de 2019 a puñaladas a su pareja delante de sus hijas en el portal de la casa familiar de la capital.

En la sentencia, los magistrados penan a Geovanny M. C. por un delito de maltrato habitual, dos delitos de maltrato, un delito de asesinato, vejaciones y un delito grave de amenazas. En el juicio, el fiscal solicitó una condena de 32 años de prisión.

Además, se le impone la prohibición de acercarse a sus hijas durante dos años y medio y la medida de libertad vigilada durante 10 años una vez sea excarcelado. También deberá indemnizar con 100.000 euros a sus padres; con 50.000 a los hermanos de la víctima y con 250.000 euros a cada una de sus dos hijas.

En el juicio, el condenado negó los episodios violentos que protagonizó para someter a su pareja al igual que la hubiera maltratado o insultado frente al relato incriminatorio de sus hijas. Lo último que aseguró recordar del crimen es estar sentado junto a la víctima tapándole una herida.

Sus hijas relataron en la exploración judicial cómo su padre agredía a diario a su madre cuando llegaba «borracho» a casa y cómo la quiso matar en varias ocasiones. La hija mayor también era víctima de malos tratos por parte de su progenitor.

RELACIÓN TORMENTOSA

El acusado mantuvo una relación sentimental con A. L. V. A. que se prolongó durante once años y fruto de la cual nacieron dos niñas. A lo largo de estos años de convivencia, el acusado sometió a la mujer a «constantes» actos de amenazas, al tiempo que controlaba aspectos personales de su vida, como las personas con las que se relacionaba o las comunicaciones que mantenía con ellos.

HUMILLACIONES Y DESPRECIOS

La situación de sometimiento y control también consistió en proferir constantes humillaciones y menosprecios a su pareja que le causaron «un permanente estado de angustia, ansiedad, desasosiego y temor» que se extendió a sus dos hijas.

La mujer interpuso la primera denuncia contra el acusado en 2009 tras atentar contra su integridad física, a la que siguieron en 2011 otras dos por amenazas y vejaciones injustas.

Pese a ello F. G. M. C. mantuvo «casi a diario «su conducta delictiva en el lugar donde residían en presencia de sus hijas «con la finalidad de menoscabar la integridad psíquica de su pareja», a quien de forma habitual se dirigía con expresiones tales como «hija de puta» o «te voy a matar, estúpida».

Eso sí, luego le pedía perdón y le prometía que iba a cambiar. La mujer, para proteger a su familia, «y por el temor infundido de las amenazas que contra ella profería si denunciaba» nunca denunció los hechos ni recibió asistencia sanitaria para su curación.

La Fiscalía subraya que ese maltrato fue ejercido de forma «habitual» y que incluso las hijas estuvieron expuestas a los «numerosos» episodios de violencia que el padre ejerció también ejercido sobre ellas.

Según la Fiscalía, «el maltrato continuado puede provocar consecuencias muy graves desde el punto de vista de las salud mental de las personas y que pueden persistir aun cuando el maltrato haya desaparecido, con sintomatología frecuente como nerviosismo, tensión, tristeza, pérdida de autoestima, desesperanza, estado de hiperalerta y sobresalto, que pueden durar aún a pesar de desparecer el maltrato pues los efectos de este pueden presentarse o mantenerse a lo largo del tiempo».

La mujer, finalmente, decidió en 2019 terminar la relación con el acusado. Pese a ello, el 17 de septiembre de ese mismo año el agresor acudió al domicilio donde le esperó sentado y semiculto entre los coches de la vía pública. Portaba una mochila donde llevaba un cuchillo de grandes dimensiones.

La víctima llegó al domicilio sobre las 18.30 y, una vez en el portal, el acusado le sorprendió por la espalda y comenzó a asestarle puñaladas en distintas partes del cuerpo mientras la mujer «llamaba desesperadamente a sus hijas solicitando ayuda».

Alertadas por los gritos las niñas salieron del piso tras bajar las escaleras del inmueble «presenciando los hechos descritos». En ese momento en el que F. G. M. C., todavía con el cuchillo en la mano, lo exhibió a las menores, y «con intención de atemorizarlas, se dirigió a ambas niñas gritándoles que acababa de matar a su madre e instándolas a que subieran al piso si no querían que les hiciera lo mismo, generando un estado de terror en las niñas quienes subieron asustadas al piso superior».