Estudio vincula los vecindarios más desfavorecidos con un mayor riesgo de violencia de género

Un equipo de investigación la Universitat de València (UV), liderado por el catedrático de Psicología Social Enrique Gracia, ha elaborado un estudio sobre el riesgo crónico de la violencia de género en vecindarios desfavorecidos.

El estudio ha comprendido un período de ocho años y se ha centrado en los diferentes vecindarios de València –como medida de los vecindarios se utilizaron 552 sectores censales de la ciudad–. Concluye que en los vecindarios socioeconómicamente desfavorecidos el riesgo de la violencia de género y el tiempo en el que este riesgo puede perdurar es mayor que en otras áreas. La investigación se publica este mes de julio en la revista científica ‘Preventive Medicine’.

En el estudio, titulado ‘Alto riesgo crónico de violencia de género en vecindarios desfavorecidos: un estudio espacio-temporal de ocho años’, se observa que el riesgo de violencia de género en algunas áreas de la ciudad llegaba a ser casi cuatro veces superior al promedio de la urbe.

Este estudio muestra además que en barrios desfavorecidos –caracterizados por niveles bajos de ingresos y educación, por altos niveles de inestabilidad residencial y altos niveles de criminalidad– el riesgo de violencia machista no solo era mayor, sino que persiste durante los ocho años analizados (2011-2018).

La duración en el tiempo de la desigualdad del riesgo de violencia de género pone de manifiesto que el alto riesgo de violencia de género puede convertirse en crónico en estos barrios desfavorecidos. «Este estudio ilustra de forma metodológicamente rigurosa la idea de que los factores de riesgo que caracterizan a los vecindarios desfavorecidos constituyen no solo un importante determinante del riesgo de violencia de género, sino también de la persistencia de ese riesgo en el tiempo», explica Enrique Gracia.

Asimismo, los especialistas constatan que estos factores de riesgo en los vecindarios «debilitan los vínculos sociales y la confianza entre personas vecinas» (cohesión social), reduciendo así la capacidad de la comunidad para la acción colectiva y el control social informal (eficacia colectiva) de la violencia, incluida la violencia de género.

Los vecindarios más desfavorecidos socialmente pueden aislarse de los valores y normas ampliamente compartidos en la sociedad con respecto a la violencia –por ejemplo la desaprobación de la violencia en las relaciones íntimas–, y esto puede llevar a «la emergencia de normas sociales y valores que facilitan la violencia de género – como mayor aceptabilidad y tolerancia de la violencia, normas de no intervención, etc», advierten.

La Universitat subraya que, desde el punto de vista de sus implicaciones para la prevención de la violencia de género, este estudio proporciona «una herramienta práctica para la detección de patrones espacio-temporales del riesgo de violencia de género, no solo de la estabilidad de los riesgos altos o bajos en distintas áreas de la ciudad, sino también de las áreas donde se produce un incremento o reducción del riesgo».

PATRONES ESPACIALES Y TEMPORALES

La capacidad para detectar estos patrones espaciales y temporales tiene importantes implicaciones para las políticas públicas de prevención de la violencia de género, puesto que esta información puede utilizarse para detectar y reducir el riesgo y la persistencia de ese riesgo en el tiempo en vecindarios de alto riesgo. Este marco analítico permitiría, en este sentido, evaluar la efectividad de las políticas de prevención en la reducción de la violencia de género.

«Hoy por hoy, las ciudades no cuentan con sistemas de monitorización y vigilancia de la distribución espacio-temporal del riesgo de violencia de género en sus distintos vecindarios. Estos sistemas pueden ser un importante apoyo para el diseño, ajuste y evaluación de las políticas de prevención de la violencia de género en nuestras ciudades», apunta Gracia.

En el estudio participan también Miriam Marco, profesora del Departamento de Psicología Social; Antonio López-Quílez, catedrático del Departamento de Estadística e Investigación Operativa; y Marisol Lila, catedrática de Psicología Social, todos y todas de la Universitat de València.