Óliver Laxe, sobre el virus: «Esto nos va a hacer crecer y salir de cierto infantilismo»

El cineasta Óliver Laxe, responsable de la película ‘O que arde’ –una de las tres candidatas a representar a España en la próxima edición de los Oscar–, considera que la pandemia de coronavirus hará a la sociedad «crecer, madurar y salir de cierto infantilismo» en el que se encuentra.

«Estábamos en un vivero, donde crecen muchas plantas porque están muy protegidas pero son frágiles. Cuando las azota el viento y la lluvia, las plantas se hacen más fuertes», ha comentado durante una clase magistral ofrecida este jueves en el marco de la 65 Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci).

Sin dejar de lado la relación entre el contexto actual y el equilibrio con el ecosistema, el actor y director gallego nacido en París se ha referido a que «todo el mundo intuía que esto no es sostenible», pero vive «con el culo en dos sillas» y sufre «las contradicciones». «Pensamos una cosa pero actuamos según otra», ha constatado.

Sobre el éxito de ‘O que arde’, su tercera película como director, Laxe –quien ha acudido a su cita con el festival a pesar de un desprendimiento de retina que lo va a obligar a someterse a una intervención quirúrgica– ha reconocido la «paz» que le ha proporcionado esa «conexión» con un espectador no especializado en el cine de autor, más allá de esa «élite un poco autista» de la que «siempre» ha tratado de «escapar».

Un público, en muchos casos, que «hace 30 años que no va al cine», pero que consume televisión y vive «pegada al territorio». «Todo el exceso que es hacer una película ha valido la pena», ha explicado durante el acto, celebrado en el Salón de los Espejos del Teatro Calderón y en el que ha estado acompañado por el director de Seminci, Javier Angulo.

Este éxito, no obstante, ha supuesto que Laxe se encuentre ahora en un «momento de contracción, de cueva» al que lo conduce su cuerpo. «Es normal después de dar mucho y recibir muchísimo, tengo el vaso llenísimo, no cabe más», ha recalcado el cineasta, a quien ahora le da, fruto de esta etapa tan intensa, «bastante pereza» escribir nuevos guiones.

PELEA POR EL OSCAR

Óliver Laxe no ha escondido lo extraordinario que resultaría que ‘O que arde’ fuera seleccionada para representar a España en los Oscar, pero ha reconocido que compite con «dos películas muy grandes» como son ‘La trinchera infinita’ y ‘El hoyo’.

En su clase magistral, ante un aforo reducido y que ha podido seguirse también de forma telemática debido a la situación sanitaria, Óliver Laxe ha subrayado que ‘O que arde’ es la película con la que ha podido trabajar «más cómodamente» tanto a nivel de tiempo como de medios. «Ha sido una película de un millón de euros, que es la hostia para mí», ha enfatizado.

Sobre la temática que trata el filme, la destrucción del patrimonio natural en Galicia por los incendios forestales, Laxe ha expresado su «rabia como gallego» ante una situación sobre la que se muestra «incrédulo y dolido».

Asimismo, ha subrayado su intención de que el espectador «entienda que el mundo es complejo» a fuerza de convivir con estos personajes «sin juzgarlos», a pesar de la costumbre en el cine «a que haya un bueno».

Precisamente sobre el uso de actores no profesionales de la zona lucense de la sierra de Ancares para la película, ha defendido que se trata de gente «muy conectada con su esencia» y que son capaces por sí mismos de «rellenar la imagen. «Ellos habitan el texto», ha apostillado el cineasta, hijo de emigrantes gallegos en Francia.

En este sentido, ha apelado al origen «campesino» de su familia y sus valores, como la «cultura del trabajo y del sacrificio. «El campo te hace creyente, te hace determinista, asumir que hay unas reglas», ha comentado el cineasta, a pesar de haber recibido una formación «laica». Sobre este punto, ha recordado que su madre «siempre dice: si Dios quiere».

«IMPERFECCIONES»

Óliver Laxe ha defendido ante el público vallisoletano que son las «imperfecciones» las que hacen que sus películas «respiren de forma diferente» y ha lamentado que el cine contemporáneo sea «demasiado perfecto».

«Algo que valoro de mi cine son las irregularidades, las imperfecciones. Hacen que mis películas respiren de forma diferente. El cine contemporáneo es demasiado perfecto, está demasiado bien hecho, intentamos controlarlo todo y así todas las películas acaban siendo bastante iguales», ha criticado.

Tras negar que se trate de un director ‘offsider’, ya que sus trabajos se exhiben en festivales de talla mundial como Cannes, ha reivindicado la dificultad a la hora de producir un filme como un proceso de «madurez», algo que ha ejemplificado en los seis años que le llevó dirigir su anterior trabajo, ‘Mimosas’, a pesar de lo cual «habría estado mejor con más tiempo».

«Tiene que costar hacer una película», ha insistido, algo que le ocurre, a su juicio, «a todos los directores». «Hasta los directores de Hollywood querrían tener más presupuesto», ha ironizado.

Sobre la importancia de la formación académica para un director, ha lamentado que en muchos centros se enseñe un cine enfocado hacia un éxito más comercial, pero ha reconocido que a él sí le ayudó pasar por la universidad.

En cualquier caso, ha advertido de que «quien tenga la necesidad de hacer una película la hará», independientemente de su formación, mientras que «el que no la hace es que no necesitaba hacerla, lo cual tampoco es una tragedia».

OFICIO

«Lo que es bueno de una escuela es que trabajas el oficio», ha reconocido, tras lo que la lamentado que el cine esté «cada vez más polarizado» entre uno de mercado y otro concebido sólo como expresión artística. «A los que estamos en el lado más autoral nos falta oficio, al director de mercado le sobra oficio», ha sentenciado.

Al hilo de esto, ha considerado que «hay gente con mucho talento» que «está usando ese talento para dormir a la gente». «Me da mucha pena, no se van a autorrealizar, se van a degradar», ha manifestado.

Por último, Óliver Laxe ha defendido el «ritual» de ir al cine, al que ha comparado con un «templo», para ver las películas, a pesar de lo cual ha precisado que «hay plataformas y plataformas» para ver cine en casa.

«Algunas defienden la cronología del cine, en la que las películas primero van a los festivales, luego a las salas y luego a la televisión y las plataformas. Eso es sano para cultivar a un buen público», ha defendido, al tiempo que ha recordado que ésas sí «pagan sus impuestos en España», mientras que «las más gordas», en alusión a las multinacionales, no lo hacen y «eso hay que denunciarlo».

En cualquier caso, ha abogado porque sea la Administración la que vele por cultivar «un público sano» y no una empresa privada «que no sabe qué es Seminci, Valladolid y su cultura», ha concluido.