El padre de Julen, una semana después del rescate: «Me maldigo, maldigo ese día, en qué mala hora fui yo allí»

Los padres de Julen intentan asimilar una realidad que les costará mucho tiempo aceptar. Apenas una semana después de que se confirmara que el cuerpo sin vida de Julen estaba en el interior del pozo de Totalán (Málaga), José y Vicky intentan tirar hacia adelante como pueden.

«Mis amigos intentan que piense en otra cosa, pero cierro los ojos y veo lo mismo: el pozo» asegura en una entrevista en el ‘Diario SUR’ donde quiere volver a dar las gracias a todas las personas que ayudaron a rescatar a su hijo. «Igual que salí para pedir más medios para buscar a mi hijo, ahora quiero hacerlo para dar las gracias. No quiero más entrevistas. Sólo trasladar ese agradecimiento, y que no quede la queja», apunta.

Estamos «eternamente agradecidos a la Guardia Civil, bomberos, mineros, ingenieros, operarios, psicólogos, emergencias 112, voluntarios de Protección Civil, vecinos de Totalán, de El Palo… A la mujer que nos cedió la casa, al coronel –Jesús Esteban– y a la subdelegada –María Gámez–, que me han escuchado, con mis quejas, con mis protestas, pero que nos han dado un trato maravilloso. Y a los periodistas, que nos escucharon cuando pedíamos más medios para la búsqueda y que, salvo excepciones, nos han tratado bien. Nos hemos sentido muy arropados», dice en esta entrevista.

La pareja se encuentra arropada por familiares y amigos que intentan que estos duros momentos sean algo más llevaderos. «Antes, vivíamos con mi familia, pero cuando pasó lo de Óliver (el fallecimiento de otro de sus hijos de un infarto) nos tuvimos que ir porque todo eran recuerdos. Y ahora igual. Entras y empiezas a ver muñecos, pelotas… Llevamos tres o cuatro días quedándonos en la de un amigo y solo vamos a la nuestra para dormir», reconoce José.

José asegura que nunca olvidará aquella fatídica jornada en la que varios familiares quedaron en la finca de Totalán para comer y pasar un dia feliz.

«Me maldigo. Maldigo ese día. En qué mala hora fui yo allí. Ya no volveré a ir más al campo, ni me comeré un plato de paella», dice.