El chollo de Ecoembes con el monopolio del reciclaje se acerca a su fin

ecoembes

En lo que se refiere al reciclaje en España, podría decirse que Ecoembes prácticamente tiene el monopolio del sector. Se supone que es su responsabilidad velar por un correcto reciclado de nuestros residuos pero, según detalla Alejandro Suárez en un artículo en Moncloa.com, las cosas no son del todo así. La Ley de Reciclaje española ampara este monopolio de Ecoembes forzando a las empresas a adherirse a la misma. El precio de no hacerlo es una multa de 600.000 euros. El negocio de Ecoembes se sustenta en una práctica muy sencilla: por cada envase que se vende en España ellos reciben un dinero que, en teoría, deben destinar al reciclaje. 

Esas condiciones tan favorables hacen que Ecoembes tenga la obligación de ser una empresa sin ánimo de lucro. Una paradoja difícil de comprender, a la vista que en el año 2019 la compañía facturó 643 millones de euros. Menos creíble se vuelve eso de “empresa sin ánimo de lucro” si atendemos a quién está detrás de Ecoembes. Un 60% de la empresa está en manos de envasadoras, un 20% es propiedad de fabricantes y el otro 20% de distribuidoras. 

Es decir, que una empresa dedicada a fomentar y promover el reciclaje es propiedad de una serie de compañías cuyo interés inmediato no pasa en ningún caso por reducir la producción y consumo en envases, sino en aumentarla y vender más y más. Detrás de Ecoembes encontramos, por ejemplo, a Coca-Cola, que es el mayor contaminador de plásticos del mundo, así como a Nestlé, Carrefour, Mercadona, Bimbo, Colacao, Pepsico, Gallina Blanca, L´oreal, Danone, Freixenet, Unilever, Promarca, Argal, El Corte Inglés, DIA, Ifa…Y podríamos continuar un rato.

Devolver el dinero al consumidor

El objetivo de todas estas empresas, como es evidente, no es reciclar. Más bien al contrario, lo que buscan es vender cuantos más envases mejor y hacer creer que reciclan un alto porcentaje de los mismos. Haciendo ver que se interesan por el medio ambiente, Ecoembes ha ingresado cientos de millones cobrándole un plus al consumidor por cada envase que compra. Ellos mismos venden el envase y cobran después por reciclarlo. El negocio perfecto. 

Ese es el modelo que se ha instalado en España, pero existen alternativas. Por ejemplo, el modelo nórdico, en el cual se incentiva económicamente a los ciudadanos que reciclan pero no a una empresa privada constituida por los propios productores, vendedores y distribuidores de ese envase.

Ecoembes, por supuesto, dispone de un lobby y de defensores mediáticos que tachan de “delirantes” estas ideas y acusan a quienes las propugnan de estar defendiendo a “los poderosos fabricantes de máquinas de reciclaje”. No obstante, cada vez hay más voces críticas con este modelo de reciclaje tan beneficioso para Ecoembes. 

Las reformas en este sentido apuntan hacia la adopción de un modelo mixto que reduciría el poder del monopolio de Ecoembes. Los fabricantes y distribuidores dejarán de recibir dinero por los envases reciclados y serán los ciudadanos quienes serán bonificados por su compromiso con el reciclaje. 

La ecuación es sencilla y tiene toda lógica. Al comprar cualquier tipo de producto pagas unos céntimos por su envase. Al depositarlo en el contenedor verde, no recibes de vuelta tu dinero ni premio alguno por haber cumplido tu obligación, pues el premio se lo lleva Ecoembes. Cuando tiras una botella en el contenedor verde, lo que estás haciendo realmente es meter una moneda en la cuenta de resultados de una compañía privada, confiando en que haga buen uso de esos fondos.

De este modo, pagan lo mismo los que reciclan y los que no lo hacen. El dinero nunca vuelve al consumidor, sino que se va al bolsillo de este monopolio del reciclaje. Ecoembes, desde su posición de privilegio, es quien gestiona estos fondos sin ser sometido a ningún tipo de escrutinio público.

¿Sin ánimo de lucro?

Los fondos de Ecoembes se administran mediante proyectos con los ayuntamientos y otros proyectos específicos por todo el país. Y, al mismo tiempo, a través de una clase dirigente de altos ejecutivos. Los directivos de Ecoembes, al frente de los cuales está su CEO, Oscar Martín Riva, se reparten 2,3 millones de euros, habiendo subido su remuneración de 1,47 millones en 2014 a 2,3 en el 2019, un 56,4%.

Si tenemos en cuenta que son diez las personas que conforman el comité de dirección, saldrían a unos 230.000 euros para cada uno. Un sueldo nada desdeñable, más aún si tenemos en cuenta que, por ejemplo, el salario del presidente del Gobierno es de 82.978,56 euros. También la media salarial de sus empleados, en torno a los 50.000 euros anuales, está muy por encima de los trabajadores de cualquier otro sector. 

Así las cosas, no es raro que la empresa presuma de pertenecer al top3 de “Best places to Work” en España. Es fácil conseguir eso siendo en la práctica una empresa monopolista que se escuda en su falta de ánimo de lucro. 

Ecoembes y el greenwashing

Ahora que la sociedad está cada vez más concienciada con el cambio climático, la excusa del reciclaje es una excelente coartada para el negocio. Se recurre al cuidado del medio ambiente como pantalla para perpetuar a una clase dirigente y un sistema perverso en el que lo que interesa es contaminar, vender y reciclar cuanto más mejor.

Eso sí, mejor no hablar de buscar medidas para reducir el consumo de envases. Los intereses de Ecoembes no pasan por contaminar menos o disminuir el uso de envases. Este reciclaje “obligado” que llena los bolsillos de Ecoembes con el dinero de todos los consumidores ya no es útil para cuidar el medio ambiente. 

El “greenwashing” es un concepto por el cual se define a compañías que utilizan técnicas y estrategias de marketing vendiendo una idea de sostenibilidad y ecología que no necesariamente es real. Si Coca-Cola es el máximo exponente mundial de esta práctica, nuestro campeón patrio es sin duda Ecoembes. Se trata de un próspero y millonario negocio bajo el reclamo de la sostenibilidad y el reciclaje.

A finales de septiembre MERCA2 publicó el artículo “La ‘cara B’ de Ecoembes: monopolio con sueldos de infarto y líos con Hacienda”, donde se profundiza en algunas de las prácticas de la empresa. Por ese artículo supimos que la empresa tiene abierto un contencioso con el fisco por un pago atrasado de 21 millones de euros del impuesto de sociedades. A la vista de esto, tiene su gracia que Ecoembes esté adherida al “código de buenas prácticas tributarias desde 2013”.