Cuando el fútbol se tiñe de negro: agresiones que causaron vergüenza

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El fútbol es sin duda el deporte más seguido a nivel mundial, un hecho más que relevante si se tiene en cuenta que cualquier acción realizada dentro del campo tiene una repercusión enrome fuera de él. En ese sentido, no solo los goles alcanzan millones de visualizaciones, también las faltas suelen recibir una atención descomunal, algo que coloca a los agresores a un nivel casi de criminal, que aumenta o disminuye según termine de adolorida su víctima.

Las agresiones en el fútbol han existido desde tiempos inmemoriales, pero lo cierto es que algunas han pasado a la historia por su rudeza, sus consecuencias y, en algunos casos, sorprenden mucho más porque los árbitros no las llegan ni a considerar como merecedoras de amonestación.

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Goikoetxea-Maradona: la madre de las agresiones

Para Andoni Goikoetxea una cosa común y corriente era cazar jugadores azulgranas. Si en 1981 dejó fuera a Shuster casi un año al romperle el ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha, en 1983 la tomó contra el nuevo crack del Barcelona: Diego Armando Maradona. Con el duelo ya definido (ganaba el Barcelona 4-0), el central cazó y rompió al argentino con una dura entrada que le destrozó el tobillo. A Goikoetxea ni amarilla le sacaron, aunque después le cayeron siete partidos de sanción.

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