¿Te acuerdas de los huevos blancos que comprabas cuando ibas al supermercado? Los echas de menos, ¿verdad? Su desaparición de los supermercados fue muy espontanea y algunas personas casi ni lo notaron. A continuación te muestro una lista para que sepas donde quedaron aquellos huevos.
Dónde quedaron:
Los españoles comemos una media de 204 huevos al año, o lo que es lo mismo, 13,1 kilos de este nutritivo alimento por persona ó 380.015 toneladas en el conjunto del país, según datos del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.
Pero cuando acudimos al supermercado o a la tienda del barrio a comprarlos, ¿dónde están los tradicionales huevos blancos? Éstos prácticamente han desaparecido de los lineales de grandes superficies y de ultramarinos, que han sido copados por los morenos.
Explicación:
La explicación de productores y expertos en nutrición es sencilla. «Es una moda. El consumidor ha asociado el color del huevo oscuro con un origen más natural y, por tanto, con una mayor calidad, pero esto no tiene nada que ver», explica José Urbano, representante del sector en COAG Andalucía con más que quince años de experiencia.
El color depende de la raza de la gallina y la que se usa ahora para grandes producciones en la Brown, que da pigmento a la cáscara del huevo», prosigue, al tiempo que recuerda que cuando no existían producciones industriales de huevos «había más colores diferentes y por eso ahora la gente relaciona el color con la calidad.
Opiniones expertas:
En este sentido, Javier García Pereda, licenciado en Ciencia y Tecnología de los Alimentos y profesor en la Universidad Pablo de Olavide en el área de Nutrición y Bromatología, es tajante. «El color de la cáscara no tiene que ver con el valor nutricional del huevo«, afirma.
De hecho, «la composición nutricional del blanco y del moreno es la misma», señala. Y pone un ejemplo. «Muchos consumidores se fijan en el color de la yema como prueba de la calidad del producto. Sin embargo, ésta no depende más que de lo que quiera el productor, es decir, de cómo alimente al animal. En Alemania no se da maíz a las gallinas porque gusta más la yema blanca, mientras que aquí la preferimos amarilla. Esto altera el pigmento pero no sus valores nutricionales», continúa.
Opiniones expertas (2):
Sobre este alimento, el experto quiere acabar con otro de los mitos que pesan sobre él. «Mucha gente piensa que comer huevo aumenta el colesterol y esto es totalmente falso porque este colesterol que contiene no lo podemos absorber», afirma. «Es mucho más dañino pasarse la tarde en el sofá», continúa.
Y es que resulta que este hecho que afirma, por muy increíble que parezca, es cierta el cien por cien. El colesterol que contiene el huevo no lo podemos absorber, por lo tanto, comer huevo no resulta dañino para nuestra salud, simplemente, resulta óptimo.
El huevo y sus beneficios:
Y es que se trata de un alimento muy nutritivo. Contiene lípidos, principalmente ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados, beneficiosos para la salud cardiovascular; así como antioxidantes como el selenio, la vitamina E, o los carotenoides; ácido fólico y colina, necesarios para el organismo. La Sociedad Española de Nutrición Comunitaria señala que «para un niño, persona de tamaño pequeño, o mediano, o inactiva, podría ser conveniente un consumo de tres a cuatro huevos por semana, mientras que una persona corpulenta, o físicamente activa, podría consumir hasta 7 huevos por semana» dentro de una dieta variada y equilibrada.
Cambio radical:
En definitiva, en los últimos años, los huevos de gallina blancos han desaparecido de las estanterías de la mayor parte de los mercados españoles, dejando su lugar a los de color marrón. Las diferencias nutricionales entre ambos tipos de huevos son muy escasas y no justifican la sustitución de los tradicionales huevos blancos por los pardos, como ya te he comentado anteriormente, pero aún así, la gente sigue cegada con los huevos y sus dos distintivos colores.
Investigación:
Por ello, los autores del blog “Directo al paladar” han investigado qué razones se esconden detrás de este curioso hecho, para llegar a la conclusión de que el cambio se debió a una simple decisión comercial motivada por los hábitos del consumidor. Al parecer, los huevos morenos se vendían mucho mejor que los blancos.
Con esto puedes ver otra de las tonterías que se utilizan a la hora de comercializar con unos productos u otros y que, finalmente, resultan ser de lo más prácticas, cosa que yo, personalmente, no entiendo muy bien porqué.
Imagen de limpieza:
Inicialmente, los productores avícolas distribuían huevos blancos, entre otros motivos, porque su color transmitía una imagen de limpieza e higiene de la que carecían los marrones. Además, las gallinas blancas son más pequeñas que las pardas, por lo que ocupaban menos espacio en sus granjas y, además, necesitaban una menor cantidad de comida.
Huevos de pueblo:
Los huevos pardos quedaron reducidos a los que ponían las gallinas que criaban las personas que vivían en pueblos. Este hecho motivó que, de forma inconsciente, el público empezara a asociar el huevo marrón con un producto rico y natural, procedente de aves que vivían en semilibertad. La demanda de este curioso producto aumentó.
Y, dejando así a los huevos blancos en un segundo plano. Lo que implicaba, por supuesto, que desaparecieran por completo, o al menos casi por completo, de la mayoría de los supermercados de nuestro país, especialmente en Andalucía.
Sustitución final:
Al darse cuenta de ese hecho, los productores comenzaron a sustituir las gallinas blancas por las pardas, que, además, resultaron ser mejores ponedoras. Desde entonces, los huevos marrones procedentes de granjas masificadas han inundado el mercado, como ya habrás podido comprobar en los supermercados más cercanos de tu localidad.