‘Tár’ dibuja en escala de grises un relato sobre el abuso de poder

‘Tár’ es una cinta complicada. La tercera pieza en la filmografía de Todd Field, el otrora colaborador de Stanley Kubrick, es al mismo un thriller, un estudio de personaje, un biopic ficticio y un comentario en nuestra relación con esas figuras de un indiscutible peso cultural y artístico, pero que posiblemente sean personas terribles. Es un acto de cuerda floja que nos pide enamorarnos de Lydia Tár al mismo tiempo que la aborrecemos.

Contando la vida de la conductora de orquesta ficticia que da nombre a la cinta, interpretada por Cate Blanchett, la obra cuenta el punto donde sus abusos se vuelven públicos al menos en parte, y se mezclan con acusaciones ficticias. Lo cierto es que la cinta pinta al personaje y su situación en escala de gris, obligando al espectador a dudar de su posición todo el tiempo. Es una apuesta a primera instancia fascinante, cercana a lo que se esperaría de un biopic de Plácido Domingo, nombrado directamente en la cinta, tras las acusaciones. 

Pero en esa negativa a dar respuestas, típica de Field y Kubrick, deja en este caso quizás demasiados agujeros que rellenar. La decisión de pintar en gris, y obligarnos a ver ‘Tár’ como una tragedia donde la vida de su protagonista se derrumba por las acusaciones, hace que los mensajes pierdan potencia. Dejar el pasado y las relaciones que destruyen la vida de su protagonista relegadas a secuencias de sueños y flashbacks cortos no permite ningún tipo de catarsis emocional, al punto de convertir la cinta más en un ejercicio intelectual y estilístico que en una obra realmente emocional.

La que sí que ha conseguido un centro emocional en la historia en Cate Blanchett, que se mete de lleno en la piel de su personaje y da una clase de actuación en toda regla. Desde los 90 ha sido nombrada una y otra vez como una de las mejores actrices de su generación y aquí suma además una nueva nominación a los premios de la academia. La actriz representa a la conductora como una figura despótica, brillante, profundamente carismática y con pinceladas de una crueldad profunda. Si bien no vemos del todo sus crímenes el resultado es una figura que evidentemente cometió al menos una parte de los mismos, pero que al mismo tiempo no entiende por qué debe pagar el precio. 

CATE BLANCHETT SE ENCAMINA AL OSCAR CON TÁR

Lo cierto es que más allá de las otras fallas que pueda tener la cinta, su ritmo deliberado es un tanto inaccesible, hay al menos un par de escenas que esperan del espectador al menos una idea básica de como funciona la música clásica y más allá de la protagonista el resto de los personajes son arquetipos demasiado marcados, el trabajo de su protagonista es magistral. Blanchett deja una interpretación que está entre las mejores de la carrera de la actriz. 

Es una especie de punto y aparte en su, ya de por sí impresionante filmografía, que parece abrir un tercer acto extraordinario. No es casual que sea quizás la gran favorita para el premio de la academia, solo perseguida por Michelle Yeoh en ‘Todo a la vez en todas partes’, y aunque no gane finalmente ha sumado otro personaje entrañable a una lista que incluye a Galadriel de ‘El Señor de los Anillos’, la Reina Isabel, Katharine Hepburn, Carol y Hella en ‘Thor: Ragnarok’.

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Pero no deja de haber algo de la propia actriz y sus posiciones en la cinta. No parece casual que Tár sea interpretada por alguien que consiguió un Oscar colaborando con Woody Allen, ni que defienda el arte creado por autores «blancos, heterosexuales, cisgénero» cuando la persona detrás del personaje le puso a su hijo su nombre por Román Polanski. Es una jugada arriesgada, que probablemente ponga a la actriz en la mira del discurso de varios críticos, pero que le da también su mejor interpretación.