Las patatas fritas, por pereza o por costumbre, tendemos a comprarlas ya hechas y en su bolsa. Para un aperitivo, como picoteo antes de una cena o un almuerzo o, simplemente, por comer algo entre horas. Cierto que no son el snack más sano que podamos llevarnos a la boca, especialmente cuando compramos las patatas fritas artesanas.
Pero hay otras formas de hacer las cosas para que podamos disfrutar de unas patatas fritas artesanas y mucho más sanas. Solo es necesario un poco de paciencia y ganas de aprender. Hacer las patatas en tu casa y a tu manera te va a permitir evitarte uno de los grandes problemas nutricionales que conllevan las patatas fritas: el exceso de aceite. Prepárate y verás como en muy poco tiempo tienes un bol lleno de deliciosas patatas fritas.
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Ingredientes necesarios
Prácticamente no necesitas nada. Nada, al menos, que te obligue a salir de casa para ir al supermercado a comprar lo que te falta. En ese sentido, la receta no puede ser más fácil, barata y asequible.
Necesitarás, es evidente, unas patatas, aceite de oliva virgen extra y un poco de sal fina. Eso es todo.
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Paso a paso
Lo primero que hay que hacer, pues no nos queda otro remedio, es pelar las patatas y pelarlas bien finas. Esto último es especialmente importante y, además, hay que ser muy cuidadoso para intentar que todas las patatas sean más o menos del mismo grosor.
Busca en tu armario un plato que pueda meterse en el microondas sin problema. Úntalo con una cucharada de aceite y distribuye las patatas por la superficie. Échales un pellizco de sal por encima y ya estaría listo para meter en el microondas.
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Y al microondas
Ponemos el microondas a la máxima potencia que tenga y dejamos dentro las patatas durante unos cuatro minutos. Esto, naturalmente, dependerá de cómo sea tu microondas y cuál su potencia. Dependiendo de eso, podría ser necesario algo más o algo menos de tiempo en el micro.
Una vez transcurrido ese tiempo, sacamos el plato del micro. Removemos un poco las patatas y volvemos a meterlas durante un minuto, aproximadamente. Lo ideal es que las patatas queden doradas pero sin llegar a quemarse. Ese es el equilibrio que hay que conseguir.
Una vez concluido el proceso, es necesario dejarlas enfriar unos pocos minutos. ¡A disfrutar! Ya estaría todo listo para comer.
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