Los FIFA, ahora con FIFA 22, han sido, por siempre, los videojuegos por excelencia de los amantes del fútbol. Es verdad que hubo una época en la que la saga de Pro Evolution Soccer, PES, se llevaba la palma, mostrándose entonces a un nivel más alto. Sin embargo, las nuevas consolas y los nuevos motores gráficos hicieron de las entregas de EA Sports un nombre mucho más avanzado. Tanto, que ahora se define como el más vendido de lejos, entre ambas colecciones.
Ahora llega FIFA 22. Una nueva entrega de la firma de juegos que ha sido esperada por muchos. Es verdad que el gran aliciente de estos formatos son, en parte, los nuevos fichajes, más en un verano donde los Cristiano Ronaldo y Messi se han movido de sus clubes. El problema viene cuando vemos que esta edición se ha quedado atrás. De hecho, no se observa una evolución favorable con respecto al del pasado año. Lo repasamos.
3El impacto de FIFA 22 es más visual que jugable

El problema es que todo el sistema de HyperMotion se difumina demasiado pronto y su impacto es mucho más visual que jugable. Como sucede con todas estas mejoras puramente gráficas, llega un momento en el que no recordamos cómo era la vida sin HyperMotion.
Por lo que lo único que verdaderamente tiene importancia es cómo se juega a FIFA 22. Y aquí es donde no encontramos demasiadas novedades o mejoras que justifiquen el salto a esta nueva entrega.
Probablemente, lo más llamativo ante esto se encuentre en el nuevo movimiento de arrancada que nos permite dejar sentados a nuestros rivales con cambio de ritmo. Funciona bien. Sí, porque en las cuatro primeras dificultades hasta profesional, se convierte en un arma demasiado poderosa para nuestros ataques. Utilizarlo en el momento adecuado nos proporciona un mano a mano frente al portero casi garantizado.
Pero el problema viene después. Y es que este sprint explosivo ha mejorado el realismo, pero la experiencia sigue sin dar un verdadero salto jugable. Hay cosas que siguen siendo imperdonables, como la nula importancia de los centros y los lanzamientos de córner o faltas colgadas, que nos recompensan con gol en contadísimas ocasiones.