Ábalos y Duque firman un Protocolo de Actuación para la vigilancia volcánica de la isla Decepción

El ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis Ábalos, ha firmado este jueves, junto al ministro de Ciencia e Innovación, Pedro Duque, un Protocolo de Actuación por el que el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (MITMA), a través del Instituto Geográfico Nacional (IGN), se hará cargo de las labores de inspección y valoración de la actividad y alerta volcánica en la isla Decepción, en la Antártida.

En el acto, celebrado en el Observatorio Astronómico de Madrid, ambos ministros han expresado que con convenios como el de este jueves se contribuye a la proyección internacional de España en este importante ámbito geoestratégico y se envía un mensaje claro en el sentido de que, «por adversas que puedan ser las circunstancias, el compromiso de España y de este Gobierno con la ciencia es indeclinable», según informa el Ministerio de Ciencia e Innovación.

En este sentido, tanto Ábalos como Duque han destacado la importancia de la ciencia para el futuro de España, «lo que constituye una muestra más de las firmes intenciones de cooperación entre administraciones y de compromiso con la ciencia, la tecnología, la investigación y el conocimiento como palancas de progreso».

También, ambos ministros han coincidido en la relevancia que tiene reforzar el conocimiento de España en vulcanología y desarrollar un nuevo despliegue instrumental con importantes desafíos metodológicos que mejorará los sistemas de vigilancia y alerta volcánica.

NUEVAS RESPONSABILIDADES DEL MITMA

Las nuevas responsabilidades que asumirá el MITMA con este protocolo constituyen una extensión natural de las competencias del IGN. Desde el año 2004, el Observatorio Geofísico Central del IGN tiene la competencia de la vigilancia y valoración científica durante las posibles situaciones de emergencia volcánica en España.

Esta actividad es más significativa en las Islas Canarias, donde el IGN ha desplegado un sistema de alerta y vigilancia multidisciplinar con más de 150 estaciones constituidas por sismógrafos, gravímetros, estaciones GPS e instrumentación de técnicas geoquímicas que cubre todas las islas, y desempeña diversas responsabilidades en los planes estatales y autonómicos de Protección Civil ante el Riesgo Volcánico.

Con la firma de este protocolo, el MITMA, además de iniciar nuevas actividades como miembro del Comité Polar Español (CPE), establecerá un sistema de vigilancia volcánica aplicando los métodos y sistemas que ya emplea para la vigilancia volcánica de Canarias, asistiendo al CPE en las decisiones que le correspondan y, particularmente, en las comunicaciones de apertura o cierre de la isla durante las campañas científicas presenciales.

El nuevo sistema tendrá carácter continuado, permanente y fiable, e incluirá tareas de inspección, valoración de la actividad y alerta volcánica, manteniendo las series temporales de datos hasta ahora existentes, proporcionando continuidad a los estudios científicos sobre la zona, llevados a cabo por las Universidades de Cádiz y de Granada.

ISLA DECEPCIÓN

La isla Decepción es una Zona Antártica Especialmente Administrada de interés científico y turístico (con más de 20.000 turistas al año) gestionada desde el año 2000 por Argentina, Chile, Noruega, España, Estados Unidos y el Reino Unido.

Se encuentra a 120 kilómetros de las costas del continente Antártico y está separada por el Mar de Hoces (Estrecho de Drake) de las tierras de América del Sur, en el archipiélago de las Shetland del Sur, y es uno de los pocos volcanes activos de la Antártida donde se han observado erupciones en época reciente.

En la actualidad, España, mediante la Base Antártica Española (BAE) Gabriel de Castilla, mantiene presencia estable en la isla durante los meses de verano Austral, presencia que coordina el Comité Polar Español (CEP).

La vigilancia volcánica de la isla Decepción es imprescindible para la apertura de la BAE Gabriel de Castilla y el desarrollo de actividades en la isla. De hecho, se trata de uno de los volcanes más activos de la Antártida, con un registro de más de 20 erupciones explosivas en los últimos dos siglos.

La última fue en 1970 y dañó seriamente las bases científicas de Chile y Reino Unido, además de producirse numerosos episodios de «unrest» volcánico (desviación del comportamiento de fondo de un volcán, indicativo de actividad en su interior y que podría ser preludio de una erupción) en 1992, 1999, 2014-2015 y 2019.