España, tierra de contrastes geográficos y belleza insólita, atesora rincones que parecen sacados de un sueño, Cáceres y su piscina donde la naturaleza se manifiesta en su estado más puro y espectacular. Entre ellos, encontrar una piscina natural de una belleza casi irreal es un privilegio que pocos conocen. Hay parajes escondidos, alejados de las rutas masificadas, donde el agua cobra tonalidades que desafían la lógica, invitando a la contemplación y al asombro. Estas joyas líquidas suelen encontrarse enclavadas en entornos agrestes, custodias de secretos milenarios que solo desvelan a quienes se aventuran a buscarlos. La Península Ibérica está salpicada de estos tesoros acuáticos, cada uno con su encanto particular, pero hay uno en concreto que destaca por la intensidad cromática de sus aguas.
La búsqueda de la perfección turquesa en un medio acuático no es una quimera para los amantes del agua dulce en su estado más salvaje. Existe un enclave específico en la provincia de Cáceres que alberga, según muchos testigos y visitantes, la piscina natural con el color más vibrante de toda España. Un azul verdoso intenso, casi eléctrico, que contrasta de manera espectacular con el granito pulido y la vegetación exuberante que la rodean. Este lugar no figura en las postales más vendidas, ni en los folletos turísticos convencionales, lo que contribuye a preservar su magia y su atmósfera intacta. La promesa de un chapuzón en estas aguas de fantasía es un reclamo irresistible para aquellos que buscan experiencias auténticas y paisajes que roban el aliento, un secreto a voces que, una vez descubierto, se guarda con celo.
1EL SECRETO MEJOR GUARDADO DE CÁCERES
Adentrarse en la provincia de Cáceres es sumergirse en una Extremadura profunda y auténtica, donde la naturaleza aún marca el ritmo de la vida y los paisajes conservan una pureza asombrosa. Es en este contexto donde se esconde uno de los mayores tesoros fluviales del país, un lugar que redefine el concepto de belleza natural con una simple, pero impactante, tonalidad de agua. No hablamos de grandes embalses o ríos domesticados, sino de una piscina natural formada por la fuerza erosiva del agua a lo largo de miles de años, un capricho geológico que ha dado como resultado un estanque de aguas cristalinas y de un color sobrenatural. La comarca del Valle del Jerte, famosa por sus cerezos, guarda en sus entrañas rocosas maravillas mucho menos conocidas, pero igualmente espectaculares, y esta piscina es el ejemplo más palpable de ello.
La Garganta de los Infiernos, cuyo nombre evoca un lugar remoto y quizás hostil, es en realidad un paraíso para los amantes del senderismo y las aguas bravas, un tramo espectacular del río Jerte y sus afluentes que discurre encajonado entre paredes de roca. Es en uno de los puntos más emblemáticos de esta garganta, conocido por las formaciones rocosas caprichosas que el agua ha esculpido, donde se encuentra la famosa piscina natural de aguas turquesas. Llegar hasta aquí requiere un esfuerzo, una caminata por senderos de montaña que, si bien están señalizados en algunos tramos, no son un paseo para principiantes, lo que garantiza que el lugar no sufra la masificación de otros enclaves naturales más accesibles y contribuye a mantener su atmósfera de santuario secreto.