Netflix ha decidido elevar las apuestas con la versión española de ‘Jugando con fuego’ y, lejos de copiar el formato internacional, ha logrado adaptar el concepto a la medida del público nacional. El resultado de Netflix con la versión española es un reality provocador, directo, y con mucha más personalidad que otros formatos del mismo género.
Se ha estrenado hoy y desde el primer minuto, el programa deja claro que aquí se viene a tentar, jugar con los límites y, si se puede, a ganar 100.000 euros sin tener sexo. Parece fácil, pero decirlo no es igual que cumplirlo y aquí todos serán puestos a prueba.
3Un montaje que sabe lo que el público quiere ver
La edición del programa de Netflix es otro punto a favor. No mantiene tiempos muertos ni episodios que sirvan solo de transición. En ‘Jugando con fuego’ todo avanza a ritmo acelerado, y eso hace que la temporada —de ocho capítulos— las veas casi en un tirón. Cada episodio es una mezcla de dinámicas de grupo, conflictos emocionales, estrategias para evitar perder dinero, y, por supuesto, ¡mucha tensión sexual!
El programa también se caracteriza por el uso de flashbacks y flashforwards que ayuda a mantener el ritmo narrativo. La edición española del reality no solo contará lo que pase, también anticipará lo que vendrá y recordará a los participantes que los errores cuestan mucho dinero. Eso permite que el espectador se mantenga enganchado sin perder la secuencia o el interés.
Por otro lado, lo que se considera el gran punto débil de ‘Jugando con fuego España’ son los talleres. El programa intentará incluir momentos de introspección en los que los solteros y solteras deberán reflexionar sobre su forma de relacionarse, sus inseguridades y sus patrones tóxicos. La intención es buena, pero la ejecución de esta dinámica puede resultar floja e insignificante. En la mayoría de los casos, los talleres parecen una excusa para rellenar minutos sin verdadera profundidad, pero, pueden tener su doble intención implícita.
Finalmente, ‘Jugando con fuego España’ no intenta engañar a nadie con un estilo profundo o moralista. Su objetivo es claro: entretener, provocar, hacer reír y mostrar lo más básico del deseo humano. Y lo ha conseguido en sus ediciones pasadas. En el reality hay un intento forzado de darle lecciones al espectador, ni discursos moralistas. Aquí hay sensualidad, fiesta, tensión constante y un formato que sabe cómo enganchar a aquellos que se quieran dejar llevar. La producción cuida los detalles, sí, el ritmo no decae y, dentro de su género, es de lo más honesto verás en la telerrealidad española.