El obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, ha recordado el mensaje del Papa Francisco de este año, con motivo de la Jornada Mundial de los Pobres, y ha llamado a los católicos a no ser indiferentes ante la «pobreza que humilla y mata», que es la miseria, la cual es «hija de la injusticia, la explotación, la violencia y la injusta distribución de los recursos». «Es una pobreza desesperada, sin futuro, porque la impone la cultura del descarte, que no ofrece perspectivas ni salidas», añade.
Por el contrario, según ha señalado Demetrio Fernández en su carta semanal, «el mensaje de Jesús nos muestra el camino y nos hace descubrir que hay otra pobreza, la suya, que nos libera y nos hace felices», y que contrasta con la que «humilla y mata«, que está «a nuestro alrededor en tantos rostros y en el seno de tantas familias que sufren».
En referencia a las causas de ello, el obispo ha señalado que «muchas adicciones han roto la voluntad de la persona, y eso tiene sus secuelas dramáticas, no solo para el sujeto sino para toda la familia. El egoísmo rompe las relaciones de amor e impone por la violencia relaciones de poder y de injusticia. Muchos están sin trabajo, otros muchos tienen un trabajo precario y otros son explotados en su trabajo. No podemos permanecer indiferentes ante estas y otras formas de pobreza».
Así, según ha argumentado, «la Jornada Mundial de los Pobres nos invita a mirar a Jesucristo para dejarnos iluminar por el misterio de su vida y de sus enseñanzas», ya que, «en un mundo que vive sobrado de todo, Jesucristo nos invita a despojarnos voluntariamente por amor, para que desde nuestra pobreza podamos enriquecer a muchos», porque «nadie tiene un mensaje tan liberador y tan enriquecedor como el de Jesús», que se contrapone a quienes «utilizan a los pobres para crecer ellos, mientras otros se sirven de los pobres para la lucha de clases, sembrando el odio«.
Por eso, según ha subrayado Demetrio Fernández, en la Diócesis de Córdoba, Caritas y otras instituciones de caridad de la Iglesia «se han lanzado al encuentro de los pobres de nuestro entorno. Los albergues, los lugares de acogida para los sin techo, los comedores sociales donde se recibe mucho más que comida, las múltiples iniciativas de acompañamiento a jóvenes sin rumbo, a inmigrantes desorientados, a personas rotas por sus propios desvaríos o por la injusticia de los demás, especialmente muchas mujeres, a niños a los que ofrecer un futuro mejor. Todo ello nos ofrece signos elocuentes de la presencia de Jesucristo entre nosotros hoy«.
En este contexto y según ha concluido el obispo, la Jornada Mundial de los Pobres «es una ocasión para revisar lo que estamos haciendo, para profundizar en sus motivaciones cristianas y para abrir los ojos a nuevas realidades que nos están provocando salir al encuentro de las mismas. En definitiva, para poner a los pobres en el centro de la vida de la Iglesia. Os invito a celebrarlo en todas las parroquias, haciendo protagonistas a los pobres de nuestras parroquias y poniendo la imaginación al servicio de la caridad. Gracias a todos los que trabajáis con los pobres y por los pobres».