Los entresijos de Spotify: así monetizan el dinero sus artistas

Spotify ha logrado el monopolio de la música en streaming y nadie va a ser capaz de bajarle de la cúspide. En 2021 registraron cifras récord, ya que solo los ingresos por reproducción superaron las cifras registradas desde el año 2009 hasta 2016, un dato escalofriante que saca en claro que la plataforma está atravesando el mejor momento de su carrera. Sin embargo, los usuarios de sus servicios disfrutan casi diariamente de su música, podcast y otros contenidos, pero: ¿Cómo monetizan los artistas sus canciones? Una duda que la empresa sueca ha tratado de enterrar en el olvido, pero que, con el auge que ha adquirido, es una cuestión que los artistas y los consumidores se preguntan.

Spotify

Spotify ha establecido un modelo de negocio en el que prioriza la sencillez, es decir, una plataforma de streaming que está al alcance de todos los públicos y que, por 9,99 euros al mes, tienes con tan solo un click toda la música global a tu disposición. La empresa tiene un total de 381 millones de usuarios activos mensuales a lo largo y ancho del globo. Queda claro que Spotify está de dulce y que no les va nada mal, sin embargo, sus artistas, los que les proporciona el 100% de sus contenidos, solo reciben un pellizco insignificante del beneficio.

En el año 2021, solo 1000 artistas generaron más de un millón de dólares, según lo que nos indican en la página web. Una cifra que de primeras puede parecer elevada, pero si tenemos en cuenta la cantidad desorbitada de músicos que suben mensualmente contenido, el porcentaje es ínfimo. De hecho, otro dato que resalta en su página web la plataforma de streaming es que «un grupo diverso de más de 50.000 artistas, en diferentes países, géneros y etapas de carrera, generó $10 000 de Spotify y probablemente más de $40 000 en todas las fuentes de ingresos registrada». Otra cifra que reafirma el alcance global que tiene Spotify y que, poco a poco, está logrando dejar atrás a plataformas como Apple Music o Amazon Music.

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El problema no es cuánto han generado artistas como Bad Bunny o The Weekend, los grandes pilares de la industria musical, sino cuál es la manera de monetizar por cada reproducción que logre un artista en la plataforma. La realidad es que no hay una medida universal, ya que depende de infinidad de factores ajenos al artista, desde el lugar donde residen los usuarios, el tipo de cuenta que tenga el oyente influyendo negativamente si tiene la versión gratuita, el volumen de oyentes mensuales en la página del cantante y, el mayor inconveniente, el tipo de contrato de distribución que tenga firmado con la discográfica o con Spotify.

Aún así, la empresa sueca tiene unas tarifas preestablecidas para aquellos artistas que han decidido iniciar su carrera musical y que no estén dentro del sistema burocrático de la industria. Para todo ese grupo, la manera de sacar beneficios monetarios de sus canciones consiste en que por cada reproducción en la plataforma obtendrá un total de 0,0033 dólares. Si hacemos el cálculo, necesitarán un total de 250 visitas para facturar un dólar.

La tarifa de 2021 ha sido un tema de debate por parte de las discográficas y de los artistas emergentes y no porque el dinero que ganan por reproducción sea ridículo, sino por el tijeretazo que han implantado en los últimos años. Si retrocedemos al 2014, el cantante recibió un total de 0,00521 dólares por reproducción, mientras que un año más tarde se desplomó hasta el 0,00437. El problema que ha generado esta disyuntiva es la masificación de canciones, es decir, la creación de contenido al por mayor para lograr que las tarifas salgan rentables.

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Hay una vía de escape, o eso creen los artistas, para lograr llegar a fin de mes sin necesidad de explotar sus letras. Spotify paga una cuota mensual a los artistas en función de las reproducciones que consigan recaudar en 30 días. Dentro de la página web de Spotify lo califican como regalías y dicen lo siguientes: «Es el dinero que se les paga a los titulares de los derechos por las grabaciones reproducidas en Spotify y que los artistas reciben a través del licenciador que distribuyó la música, generalmente la discográfica o el distribuidor.» Mientras que hay una segunda categoría de regalía por publicación, que según lo que plantea la plataforma sueca consiste en que «los pagos se emiten a los editores, a las sociedades de gestión colectiva y a las agencias que gestionan regalías mecánicas según el territorio de uso».

Por lo tanto, la forma de pago se basa en los dividendos obtenidos a raíz de anuncios y las tarifas mensuales de los suscriptores. Una vez que se calcula el porcentaje neto de lo que ha generado un artista, el diagrama se divide al propietario y a la distribuidora, siendo los titulares de los derechos los que reciben el primer pago y, acto seguido, se deposita la cuantía debida al distribuidor. Lo más irónico de todo, es que el sobrante de la cifra inicial, después de llenarse los bolsillos las discográficas, llega al artista, por lo que el problema se multiplica.