Las lápidas más graciosas del cementerio

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Estamos en vísperas del día de Todos los Santos. Este es el día en España en el que se visitan los cementerios. Las visitas a los camposantos también son una de las aficiones de algunos turistas. Estos tanatoruristas o turistas del dolor tienen la afición de ir a visitar los lugares de reposo más peculiares del mundo. Visitar un cementerio es como retroceder al pasado. Vemos cientos de lápidas, pero a veces tenemos que fijarnos un poco más para encontrar lo diferente.

En este artículo vamos a hacer un repaso de algunas de las lápidas más peculiares que hay a lo largo del mundo y de nuestro país. Vamos a tomarnos la muerte a cachondeo y vamos a hacer un poco de humor negro para recordar a todas estas personas que, hasta después de muertos, nos dejaron un epitafio o una lápida para recordar. Ya lo decía el pintor Miguel Collantes, “yo ya perdí peso, pregúnteme cómo” o Groucho Marx con su “perdone que no me levante”. Quien tiene humor, vive más, pero al final la muerte nos alcanza a todos.

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Robert Clay

Robert Clay Allison, por la fecha en la que nació y murió, se ve que era un hombre del profundo oeste. Murió a los 47 años, aunque no sabemos de qué.

Lo que sí que nos da una pista es su epitafio. Su familia dejó claro que Robert nunca mató a ningún hombre que no mereciera morir. Seguro que conocerle sería el sueño de muchos aficionados a las pelis de indios y vaqueros.

Lo que sorprende es lo bien que se conserva entre otras lápidas para tener más de 130 años. O la familia tenía dinero en el momento del fallecimiento o los descendientes invirtieron en mejorar la presencia de la tumba.