Cuando esquivas la primera patada, la segunda también, pero la tercera es inevitable.

Hay días que te levantas que te comes al mundo y sabes que esa tarde, en ese partido con amigos, harás la diferencia. Tienes que tener en cuenta de que tu rival juega y hará lo imposible para detenerte y esto es lo que le paso a este joven que pudo sortear dos patadas pero la tercera se le hizo imposible esquivarla. ¡Qué patada!