A punto de aprobarse la esperada Ley de Movilidad Sostenible, el sistema de etiquetas ambientales de la Dirección General de Tráfico (DGT) vuelve a colocarse en el centro del debate. El nuevo marco normativo, que el Gobierno espera sacar adelante este mes de julio, abre la puerta a una profunda revisión en los criterios que determinan si un coche merece lucir el distintivo ECO o CERO.
Este posible cambio, que se gestará a través de un informe técnico interministerial, podría suponer una auténtica revolución en el modo de clasificar los vehículos por su impacto ambiental. Sobre todo, para los coches híbridos, que hasta ahora han disfrutado de un trato privilegiado dentro del sistema actual de la DGT.
DGT: ¿Se acabó el trato preferente a los híbridos?

Durante los últimos años, miles de conductores han apostado por los vehículos híbridos movidos por incentivos como los beneficios fiscales, el acceso a zonas de bajas emisiones (ZBE) o el uso de carriles BUS-VAO. Todo gracias a las etiquetas que otorga la DGT: la ECO y, en el caso de algunos híbridos enchufables, la codiciada CERO.
Sin embargo, el sistema ha sido fuertemente cuestionado. Hoy en día, un coche con más de 500 CV y tecnología mild hybrid —es decir, una hibridación ligera que apenas reduce emisiones reales— puede recibir la etiqueta ECO. Y un PHEV (híbrido enchufable) con apenas 40 km de autonomía eléctrica ya obtiene la etiqueta CERO, aunque la mayoría del tiempo circule usando combustible.
Mientras tanto, otros vehículos con motores térmicos modernos, que cumplen la normativa Euro 6 y emiten menos CO2 en uso real, quedan fuera del sistema o solo acceden al distintivo C. Algo que, a todas luces, resulta incoherente. La propia Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) lleva años reclamando una revisión profunda del modelo de etiquetado ambiental de la DGT. Y parece que, finalmente, el Ejecutivo se ha decidido a dar ese paso.
Qué propone el Gobierno y cuándo podría cambiar todo

La clave de este proceso será el trabajo de un grupo técnico interministerial que ya está en marcha. Según fuentes oficiales, esta comisión consultará también a las comunidades autónomas y se centrará en revisar los actuales criterios de otorgamiento de etiquetas.
Este estudio tendrá una duración mínima de 12 meses, por lo que no se espera que haya novedades antes de mediados de 2026. Aun así, no se descarta que la implementación se retrase hasta 2027 si el Gobierno decide introducir modificaciones profundas o crear nuevas categorías.
Entre las propuestas que se barajan en foros especializados destaca la posible creación de dos nuevos distintivos: la etiqueta Super Cero, exclusiva para coches 100% eléctricos y con alta autonomía, y la ECO+, pensada para los híbridos enchufables más eficientes. De esta forma, se intentaría corregir las actuales distorsiones del sistema de la DGT, que hoy agrupa bajo un mismo sello a coches muy distintos entre sí en cuanto a su impacto real sobre el medio ambiente.
Lo que no cambiará: el etiquetado actual seguirá vigente

Aunque muchos conductores puedan inquietarse ante estos cambios, hay un punto importante que el Gobierno ya ha aclarado: no habrá efecto retroactivo. Es decir, todos los vehículos que ya cuenten con etiquetas ECO o CERO seguirán llevándolas aunque se modifiquen los criterios.
Esto también aplicará a los coches nuevos que se vendan hasta que entre en vigor la reforma. Así que, si estás pensando en comprar un vehículo híbrido con el objetivo de obtener una etiqueta de la DGT, todavía estás a tiempo. Esta decisión responde a una cuestión de seguridad jurídica. Reetiquetar millones de vehículos ya matriculados no solo sería un desafío logístico, sino que generaría un fuerte descontento entre quienes confiaron en las reglas del juego vigentes en el momento de su compra.
Un nuevo etiquetado más justo: lo que reclaman los expertos

Más allá del calendario, lo que realmente está en juego es cómo se construirá el nuevo sistema de la DGT. Y aquí es donde surgen los grandes desafíos.
Hasta ahora, la DGT ha otorgado sus etiquetas en base casi exclusivamente al tipo de motorización: diésel, gasolina, híbrido, eléctrico o enchufable. Pero esta clasificación, pensada hace casi una década, ha quedado desactualizada frente al avance tecnológico y la variedad de sistemas de propulsión que hoy encontramos en el mercado.
Los expertos reclaman que se incorporen criterios basados en emisiones reales. Es decir, que se tenga en cuenta cuántos gramos de CO2 emite un vehículo en condiciones normales de conducción, no solo en laboratorio. Además, también se pide revisar otros factores como la autonomía eléctrica real de los híbridos enchufables, la eficiencia del sistema de recuperación de energía o la capacidad de circular en modo cero emisiones durante trayectos urbanos.
Todo esto podría acabar reflejándose en un etiquetado más afinado y escalonado, que premie de forma justa a los vehículos que realmente contaminan menos y penalice a aquellos que, pese a su tecnología híbrida, tienen un impacto ambiental mayor.
¿Qué coches estarán en la cuerda floja?

Si bien el informe final del grupo de trabajo de la DGT aún no está redactado, hay algunos modelos que ya aparecen en las quinielas como posibles candidatos a perder sus privilegios en un futuro sistema.
Por ejemplo, los vehículos mild hybrid (también conocidos como MHEV) están en el centro del debate. Este tipo de coches cuentan con una pequeña batería y un motor eléctrico auxiliar que, en la práctica, tiene un impacto limitado en el consumo y las emisiones. Aun así, actualmente obtienen el distintivo ECO sin mayores restricciones.
También están bajo la lupa algunos híbridos enchufables con poca autonomía eléctrica. Hay modelos que apenas recorren 40 kilómetros en modo eléctrico, lo justo para cumplir el mínimo legal. Pero muchos conductores no cargan nunca la batería, por lo que el coche funciona la mayor parte del tiempo como un híbrido convencional o incluso como un coche de combustión.