Así puedes preparar la receta de croquetas de jamón al estilo chef que triunfa en TikTok

Hace apenas unos meses, las croquetas de jamón caseras eran consideradas un plato tradicional sin mayores pretensiones. Sin embargo, el panorama cambió radicalmente cuando ciertos chefs decidieron compartir sus trucos en redes sociales. Hoy, TikTok alberga miles de vídeos de usuarios que intentan replicar esa receta que prometía cremosidad perfecta y rebozado crujiente sin necesidad de freír en aceite. La fiebre es tan genuina que establecimientos con décadas de trayectoria en Madrid y Valencia han tenido que adaptar sus propuestas culinarias para satisfacer una demanda que antes parecía inexistente.

El fenómeno comenzó cuando varios creadores de contenido culinario publicaron tutoriales detallados mostrando técnicas que, aunque clásicas, presentaban matices novedosos en su ejecución. Estos vídeos generaban millones de visualizaciones en cuestión de días, atrayendo a personas de todas las edades interesadas en dominar este arte ancestral de la cocina española. Los comentarios desbordaban de gratitud, de usuarios que finalmente lograban croquetas con la textura envidiada de sus abuelas, pero con métodos más accesibles y tiempos reducidos que los tradicionales.

EL SECRETO DE LA CREMOSIDAD ESTÁ EN LA BECHAMEL

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La bechamel constituye el corazón de cualquier croqueta de jamón digna de ese nombre. Este preparado, formado por mantequilla, harina y leche, requiere una proporción que define el éxito o el fracaso de todo el proceso. Los expertos coinciden en que la medida ideal es de aproximadamente 80 gramos de harina por cada litro de leche, aunque quienes prefieran una textura más firme pueden aumentar ligeramente esta cantidad. Lo fundamental es que la adición de leche se realiza en tandas sucesivas, no toda de golpe, permitiendo que cada porción se integre correctamente antes de incorporar la siguiente.

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Durante la cocción, la bechamel debe mantenerse a fuego lento durante un mínimo de 20 a 30 minutos, removiendo constantemente con paciencia y dedicación. Este tiempo aparentemente excesivo es lo que transforma una simple mezcla en una cremosidad aterciopelada que se derrite en la boca. Muchos cocineros novatos aceleran este proceso, creyendo que ahorran tiempo, pero el resultado final es invariablemente decepcionante. La paciencia en la cocción es el verdadero tesoro que genera esa textura que todos buscamos.

INGREDIENTES ESENCIALES PARA CROQUETAS MAGISTRALES

Los componentes de una buena croqueta son simples pero requieren calidad. Se necesita un litro de leche entera, no desnatada, que proporcionará la cremosidad esperada. La mantequilla debe ser fresca, preferiblemente sin sal, para controlar el punto de salinidad. El jamón es la estrella, y aquí surge el dilema que divide a tradiciones: ¿utilizar jamón ibérico, serrano o una mezcla de ambos? Los maestros de cocina que triunfan en redes sociales suelen optar por mezclar 50% de jamón ibérico y 50% de jamón serrano, logrando un equilibrio perfecto entre el sabor intenso del ibérico y la textura del serrano.

La harina de trigo debe ser tamizada para evitar grumos desagradables, y es recomendable utilizar huesos de jamón durante la cocción de la leche para infusionar el caldo con aromas profundos que enriquecen el resultado final. La nuez moscada, presente en dosis moderadas, es el detalle que diferencia las croquetas mediocres de las extraordinarias. El rebozado final requiere huevos frescos y pan rallado de calidad, sin mezcla de ingredientes desconocidos que arruinen la fritura.

LA TÉCNICA DE FREÍR QUE EVITA DESASTRES

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Numerosos cocineros caseros culpan a la bechamel cuando sus croquetas se abren durante la fritura y derraman el relleno. Sin embargo, el verdadero culpable reside en un factor completamente diferente. La temperatura del aceite es la variable que prácticamente nadie controla adecuadamente, y es precisamente lo que garantiza el éxito o el fracaso absoluto. El aceite debe alcanzar entre 170 y 180 grados centígrados, ni menos ni más, para que la croqueta desarrolle una cobertura dorada y resistente que selle el contenido interior sin que llegue a quemarse.

Un truco empleado por chefs de renombre consiste en introducir las croquetas en el aceite dos o tres por tandas, nunca todas juntas, para mantener estable la temperatura del líquido. La paciencia durante la fritura determina si obtendrás un resultado crujiente y dorado o una lamentable masa colapsada. Algunos cocineros experimentados añaden una cucharada de harina al rebozado final, creando una capa extraordinariamente crujiente que protege el interior cremoso como un escudo.

PREPARACIÓN DEL JAMÓN: PICADO FINO Y UNIFORME

El jamón debe picarse en trozos pequeñísimos, lo más fino posible, para que se distribuya uniformemente en toda la bechamel. Algunos profesionales lo cortan en tiras delgadas antes de picar, asegurando que no haya irregularidades que causen desconexiones en la textura final. Aunque es posible comprar jamón ya troceado, adquirirlo en tacos y picarlo uno mismo produce un resultado notablemente superior, además de ser económicamente más ventajoso.

Durante la incorporación a la bechamel, el jamón debe cocinarse durante aproximadamente cinco minutos adicionales para que suelte sus aceites naturales y propague su sabor por toda la preparación. Este breve tiempo de cocción potencia el aroma jamón en cada porción de la croqueta. Algunos maestros culinarios añaden incluso caldo de pollo o de carne en esta fase, potenciando exponencialmente los sabores del plato sin sacrificar la cremosidad esperada.

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REPOSO Y ENFRIAMIENTO: PASOS CRÍTICOS ANTES DE FORMAR

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Una vez finalizada la cocción de la bechamel con jamón, debe verterse en una fuente amplia para que pueda enfriarse de manera uniforme. Muchos cocineros expertos cubren esta preparación con papel film de cocina para evitar que se forme una costra superficial desagradable que luego se integraría de manera irregular en las croquetas. El reposo en el refrigerador debe durar un mínimo de cuatro a seis horas, aunque lo ideal es dejar la masa durante toda una noche para que solidifique completamente.

Este tiempo de reposo no es un capricho, sino una necesidad técnica fundamental. Durante estas horas, los sabores continúan integrándose, la grasa se solidifica y la masa adquiere la consistencia necesaria para ser modelada sin pegajosidad excesiva. Saltarse este paso es cometer un error que prácticamente garantiza croquetas blandas que se desmoronenan durante el rebozado. Algunos chefs innovadores utilizan nitrógeno líquido para acelerar este proceso, pero en cocina casera, la paciencia sigue siendo el mejor aliado.

MOLDEADO, REBOZADO Y TikTok COMO REFERENCIA VISUAL

Con la masa completamente fría y firme, se procede a darle forma. Algunos utilizan dos cucharas de sopa mojadas en agua fría, mientras que otros emplean moldes especiales que garantizan uniformidad perfecta. Cada croqueta debe tener aproximadamente tres centímetros de largo y aspecto cilíndrico, aunque las formas innovadoras que triunfan en redes sociales demuestran que hay espacio para la creatividad dentro de la uniformidad funcional.

El proceso de rebozado es donde muchas recetas caseras se desmoronan literalmente. Primero se pasa por harina, luego por huevo batido y finalmente por pan rallado. La clave está en ejecutar estos pasos sin prisa, permitiendo que cada capa se adhiera adecuadamente antes de aplicar la siguiente. Algunos maestros aplican doble rebozado para lograr una cobertura extra crujiente. Tras el rebozado, las croquetas deben guardarse en el congelador durante al menos treinta minutos antes de la fritura, momento que comparten en redes sociales miles de aficionados que documentan su progreso con videografía profesional.

LA EXPERIENCIA GASTRONÓMICA QUE GENERA COLAS EN RESTAURANTES

El impacto de estas recetas en la gastronomía profesional ha sido inequívoco. Establecimientos centenarios en la capital española y en Valencia han experimentado un resurgimiento inesperado de interés precisamente por este producto aparentemente sencillo. Restaurantes de alta cocina han incorporado croquetas de jamón en sus menús de degustación, elevando el precio a cifras que habrían parecido absurdas hace apenas doce meses. Un chef ganador de concursos nacionales cobró recientemente 110 euros solo por servir una única croqueta dentro de un menú de cata, cantidad que incluía la experiencia completa pero que ilustra la magnitud del fenómeno.

Las redes sociales han democratizado el conocimiento culinario, permitiendo que técnicas ancestrales lleguen a audiencias globales instantáneamente. Lo que antes era patrimonio de abuelas y cocineros profesionales ahora es accesible para cualquiera con motivación y conexión a internet. Esta transformación ha generado meses de espera en restaurantes especializados, fenómeno que probablemente persistirá mientras el engagement en plataformas digitales siga alimentando la demanda insaciable del público por experimentar estas creaciones magistrales en persona.

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