La auténtica milanesa asturiana se enfrenta a un enemigo que lleva décadas instalado en nuestras cocinas sin que nadie se diera cuenta. Lo dice alto y claro José Ramírez, un cocinero extremeño de 58 años, que sentencia: "Jamás lleva atún ni tomate". De repente, una advertencia que pone en jaque décadas de supuesta tradición culinaria familiar y que abre un debate inesperado sobre este manjar asturiano. ¿Estás seguro de cómo la preparas en casa?
El aviso de José Ramírez no es una simple opinión, es un grito desesperado por proteger la gastronomía del Principado de un error garrafal. Su afirmación, "jamás lleva atún ni tomate", resuena con la fuerza de la verdad, porque la receta que muchos creían original es en realidad una versión desvirtuada que se ha alejado por completo del sabor que la hizo famosa. ¿Podría ser que hayamos estado engañados durante más de medio siglo?
EL GRITO QUE RETUMBA EN LOS FOGONES
Puede parecer extraño que un cocinero de Cáceres se erija como el guardián de la cocina de Asturias, pero su argumento se basa en el más puro respeto por el producto. Para él, la pureza de las recetas regionales es un patrimonio que no debe corromperse con atajos o invenciones que desfiguran el plato. "Jamás lleva atún ni tomate", repite casi como un mantra, harto de ver cómo una joya gastronómica se desvirtúa.
Su lucha no es una cuestión de gustos personales, sino de autenticidad y de proteger un legado que se transmite de generación en generación. La advertencia de José Ramírez sobre este error en la milanesa asturiana es una cruzada contra la desinformación en la cocina casera que se ha extendido como la pólvora, matando recetas familiares sin que nos diéramos cuenta. Un error que, según él, lleva 50 años entre nosotros.
¿UN CACHOPO VENIDO A MENOS? LA CONFUSIÓN ORIGINAL

Muchos creen que es una especie de cachopo más humilde, pero nada más lejos de la realidad. Son elaboraciones primas hermanas, sí, pero con personalidades muy distintas, ya que la clave de la milanesa reside en su equilibrio y no en el tamaño desbordante que caracteriza a su pariente más famoso. Esta confusión ha sido el caldo de cultivo perfecto para el error que denuncia José Ramírez.
El problema se agravó cuando, en un intento por "enriquecerla", alguien decidió añadir ingredientes que rompían por completo la armonía del plato. La sencillez de la auténtica milanesa asturiana fue traicionada, porque, tal y como insiste el cocinero extremeño, el atún y el tomate son elementos extraños que jamás formaron parte de la receta original, una verdad que parece dolerle personalmente.
EL SECRETO ESTÁ EN LA SIMPLICIDAD, NO EN EL ATÚN
La receta canónica habla un lenguaje claro: un filete de ternera de calidad, tierno y bien espalmado, es la base de todo. Sobre él, una loncha de jamón serrano curado y un buen queso asturiano que funda con gracia son los únicos acompañantes necesarios antes del rebozado. No hay más misterio ni añadidos exóticos. Esa es la fórmula que José Ramírez defiende a capa y espada.
El rebozado es el otro pilar fundamental de esta elaboración asturiana, que exige un pan rallado crujiente y una fritura limpia en aceite de oliva. Lo que denuncia José es que la simplicidad de la receta es precisamente su mayor virtud y fortaleza, algo que se pierde por completo con ingredientes invasivos como el atún o el tomate, que él considera un auténtico "crimen culinario".
CINCUENTA AÑOS DE UN 'CRIMEN' GASTRONÓMICO

Algunos gastrónomos apuntan a una moda de los años 70, una época en la que la cocina española empezó a experimentar con combinaciones más atrevidas. Ahí, la costumbre de añadir una base de tomate frito y atún de lata se popularizó como un atajo para aportar jugosidad y sabor de forma rápida y barata. Un atajo que desvió a la milanesa asturiana de su camino.
Cincuenta años después, esa versión se ha normalizado hasta tal punto que muchos la consideran la auténtica, un sacrilegio para puristas como José Ramírez. Este cocinero extremeño sostiene que se ha matado la esencia de la receta al olvidar sus orígenes humildes, y su grito de "jamás lleva atún ni tomate" es un intento desesperado por rebobinar la historia y devolver al plato su honor perdido.
RECUPERAR EL SABOR PERDIDO: UNA MISIÓN CASI PERSONAL
La cocina es un organismo vivo que evoluciona, pero hay pilares que deberían permanecer inalterables para no perder el rumbo. La defensa de José Ramírez, aunque pueda parecer exagerada, es un recordatorio de la importancia de escuchar a quienes cocinan con memoria y no solo por inercia. Proteger la receta original es proteger una pequeña parte de nuestra cultura gastronómica.
Quizás sea el momento de pararse a pensar antes de abrir esa lata de atún la próxima vez que preparemos este plato icónico de Asturias. Porque, a veces, el mayor acto de amor en la cocina es no añadir nada más, respetando el legado de quienes nos precedieron y nos enseñaron que, en la sencillez, a menudo reside la perfección más absoluta.










