Especial 20 Aniversario

La piscina natural con el agua más turquesa de España está escondida en este rincón de Cáceres

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España, tierra de contrastes geográficos y belleza insólita, atesora rincones que parecen sacados de un sueño, Cáceres y su piscina donde la naturaleza se manifiesta en su estado más puro y espectacular. Entre ellos, encontrar una piscina natural de una belleza casi irreal es un privilegio que pocos conocen. Hay parajes escondidos, alejados de las rutas masificadas, donde el agua cobra tonalidades que desafían la lógica, invitando a la contemplación y al asombro. Estas joyas líquidas suelen encontrarse enclavadas en entornos agrestes, custodias de secretos milenarios que solo desvelan a quienes se aventuran a buscarlos. La Península Ibérica está salpicada de estos tesoros acuáticos, cada uno con su encanto particular, pero hay uno en concreto que destaca por la intensidad cromática de sus aguas.

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La búsqueda de la perfección turquesa en un medio acuático no es una quimera para los amantes del agua dulce en su estado más salvaje. Existe un enclave específico en la provincia de Cáceres que alberga, según muchos testigos y visitantes, la piscina natural con el color más vibrante de toda España. Un azul verdoso intenso, casi eléctrico, que contrasta de manera espectacular con el granito pulido y la vegetación exuberante que la rodean. Este lugar no figura en las postales más vendidas, ni en los folletos turísticos convencionales, lo que contribuye a preservar su magia y su atmósfera intacta. La promesa de un chapuzón en estas aguas de fantasía es un reclamo irresistible para aquellos que buscan experiencias auténticas y paisajes que roban el aliento, un secreto a voces que, una vez descubierto, se guarda con celo.

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EL ENCUENTRO CON EL COLOR IMPOSIBLE

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Tras la caminata, la recompensa aparece de repente, un estallido de color que contrasta vivamente con el gris de la roca y el verde del bosque, confirmando que la espera y el esfuerzo han merecido la pena. La piscina natural se presenta ante los ojos con una tonalidad turquesa tan intensa y pura que parece irreal, un espectáculo cromático que pocas veces se tiene la oportunidad de presenciar en aguas dulces. No es un simple reflejo del cielo o la vegetación, sino un color intrínseco, fruto de la composición mineral del lecho rocoso y la increíble claridad del agua que permite que la luz penetre hasta el fondo y se refracte de esa manera tan singular.

Observarla desde la orilla es ya una experiencia fascinante, contemplando cómo el agua se mueve suavemente o cómo pequeños peces se deslizan en la profundidad visible con asombrosa nitidez. La transparencia es absoluta, permitiendo ver las rocas pulidas del fondo y las formas caprichosas que la corriente ha modelado durante eones. Sumergir un pie o la mano confirma la pureza y, a menudo, la baja temperatura del agua, propia de los ríos de montaña, lo que la hace aún más refrescante, especialmente en los meses cálidos. La belleza de esta piscina natural reside no solo en su color, sino en la atmósfera prístina que la rodea.

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