Sexto aniversario del «secuestro» de Maloma con sus padres adoptivos

El domingo 12 de diciembre se cumple ya el sexto aniversario del supuesto «secuestro» de Maloma, la joven natural del Sáhara Occidental nacionalizada española al ser adoptada por un matrimonio de Mairena del Aljarafe (Sevilla), a manos de su familia biológica en los campamentos de refugiados saharauis de Tindouf (Argelia), una efeméride ante la cual sus padres adoptivos han manifestado que actualmente tienen contacto habitual con ella a través de la aplicación de mensajería instantánea WhatsApp y no pierden la esperanza de que pueda regresar a España.

En declaraciones, José Morales, padre adoptivo de Maloma, ha explicado que la joven «sigue» en los campamentos de refugiados saharauis de Tindouf desde que hace ya seis años fuese presuntamente retenida por su familia biológica cuando cursaba una visita a la misma, recordando que contrajo matrimonio y cuenta ya con dos hijos a su cargo.

Ello, como indica José Morales, en una sociedad que no concede a la mujer «valor» propio alguno ni capacidad de decisión más allá de la del esposo.

CONTACTO POR WHATSAPP

Actualmente, según detalla José Morales, su mujer se comunica prácticamente «todos los días» con Maloma a través de la aplicación de mensajería para teléfonos móviles inteligentes WhatsApp y en ocasiones celebran «videollamadas» en las que la joven muestra a sus hijos. «Al menos hay un contacto, aunque sea de este modo», ha manifestado José Morales, indicando que les tranquiliza saber que como mínimo ella «está bien» de salud.

Eso sí, José Morales ha precisado que en estos contactos no son abordados aspectos sensibles de la vida de la joven en los campamentos de refugiados saharauis, porque ella «por el motivo que sea, no es clara» ante preguntas de tal naturaleza.

De este modo, el padre adoptivo de Maloma ha defendido que junto a su mujer, sigue manteniendo la esperanza de que la joven regrese «algún día» a España, trayendo a sus dos hijos consigo. «Yo pienso que sí», ha dicho respecto a ello, admitiendo que en el plano institucional las gestiones están suspendidas y ellos mismos están «un poco parados», dada la frustración cosechada tras múltiples reivindicaciones, contactos, reuniones y movilizaciones, sin lograr aún el objetivo de que Maloma regrese a España y decida con plena «libertad» respecto a su vida.

DESDE 2015

En cualquier caso, el domingo se cumplen ya seis años desde que Maloma fuese retenida por su familia biológica en los campamentos de refugiados saharauis de Tindouf. Aquel 12 de diciembre de 2015, recordémoslo, Maloma estaba en los campamentos de refugiados saharauis, en el marco de un viaje cursado a cuenta de una enfermedad que sufría su madre biológica, cuando según sus padres adoptivos habría sido «secuestrada» por su familia original.

Desde entonces, el caso de Maloma deparó diferentes giros. Y es que si bien la familia española de la joven recordaba que la misma viajó a Tinduf «con billete de vuelta» y habría sido retenida en contra de su voluntad, en febrero de 2017 circulaba un vídeo en el que la propia Maloma negaba que estuviese «secuestrada por el Frente Polisario, por Argelia», por su familia biológica o «por nadie».

«Estoy aquí porque yo quiero. Es mi deseo estar una temporada con mi gente», enfatizaba, avisando de que se estaba «formando una bola increíble» en torno a su situación, a cuenta del impacto mediático del caso.

La joven incluso contrajo matrimonio en los citados campamentos y ha tenido descendencia allí, en concreto dos hijos, toda vez que la familia española de Maloma insistía en que antes del último vídeo y de la boda, ella misma habría trasladado, mediante una conversación telefónica, «que estaba deseando volver» a España.

La familia adoptiva de Maloma, en cualquier caso, ha insistido una y otra vez en que la joven fue «víctima de un matrimonio forzado», estaría coaccionada y no gozaría de libertad, reclamando que pueda regresar a España para que, en plena libertad y pleno ejercicio de sus derechos como española, declare «dónde, cómo y con quién quiere vivir».