El Papa: «Cuando se alimenta la cerrazón, antes o después estalla la rabia»

El Papa ha visitado este martes 14 de septiembre el barrio Lunik IX, en la ciudad eslovaca de Kosice, el gueto de gitanos más grande de Europa, donde ha advertido de que «cuando se alimenta la cerrazón, antes o después estalla la rabia».

«Demasiadas veces han sido objeto de preconceptos y de juicios despiadados, de estereotipos discriminatorios, de palabras y gestos difamatorios. De esta manera todos nos hemos vuelto más pobres, pobres de humanidad», ha señalado Francisco desde el que se considera el gueto de gitanos más grande de Europa.

El Pontífice, que ha comenzado el día en Presov, donde ha celebrado una misa de rito bizantino, ha llamado desde esta barriada, donde malviven casi 4.500 habitantes, en la mayoría de los casos sin luz ni electricidad, a «recuperar dignidad y pasar de los prejuicios al diálogo, de las cerrazones a la integración».

En 2013, los vecinos de este gueto levantaron un muro de hormigón de 3 metros de altura para aislarlos, aunque hoy está parcialmente destruido. «Marginar a las personas no resuelve nada», ha zanjado el obispo de Roma.

Se calcula que casi un 20% de los gitanos de Eslovaquia viven bajo el umbral de la pobreza extrema. Están distribuidos en más de 600 barriadas, especialmente en el sur y el este de este país de la zona euro que cuenta en total con 5,4 millones de habitantes. El Papa ha decidido viajar al este de Eslovaquia, una de las zonas con menos PIB per cápita de la Unión Europea, para decir que «nadie en la Iglesia debe sentirse fuera de lugar o dejado de lado» ya que su «modo de ser» es vivir «sentirse titulares en la vida» y «formar parte del mismo equipo».

«Cuando se alimenta la cerrazón, antes o después estalla la rabia», ha incidido. En medio de una explanada donde la mayoría de edificios no tienen electricidad, calefacción, gas o agua corriente porque su suministro fue cortado por impago de facturas, el Papa ha dejado claro que «donde se cuida a la persona, donde hay trabajo pastoral, donde hay paciencia y concreción llegan los frutos». «No llegan inmediatamente, sino con el tiempo, pero llegan. Juicios y prejuicios sólo aumentan las distancias. Conflictos y palabras fuertes no ayudan», ha exclamado.

De este modo, ha manifestado que el «camino para una convivencia pacífica es la integración». «Es un proceso orgánico, lento y vital que se inicia con un conocimiento recíproco, va adelante con paciencia y mira al futuro», ha agregado.

El Papa ha reconocido que «no es fácil ir más allá de los prejuicios, incluso entre los cristianos». «No es sencillo valorar a los otros, a menudo se los ve como obstáculos o adversarios y se expresan juicios sin conocer sus rostros y sus historias», ha manifestado. Por ello, ha instado a no juzgar: «Cuántas veces, en cambio, no sólo hablamos sin tener elementos o de oídas, sino que nos consideramos en lo correcto cuando somos jueces implacables de los demás –ha dicho–. ¡Cuántas veces los juicios son en realidad prejuicios, cuántas veces adjetivamos! La belleza de los hijos de Dios, que son nuestros hermanos, se desfigura con palabras. No se puede reducir la realidad del otro a los propios modelos prefabricados, no se puede encasillar a las personas. Ante todo, para conocerlas verdaderamente, es necesario reconocerlas. Reconocer que cada uno lleva en sí la belleza imborrable de hijo de Dios, en la que se refleja el Creador». Durante la visita de Francisco, una coral de 35 niños y jóvenes ha cantado para él en romaní.